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Día
21 febrero 1988
“Hoy es sábado. Me levanté temprano, busqué
las facturas, compré el yogur y la leche para los niños
y luego nos prepararemos para ir al supermercado. Vamos a salir con
Roberto y los niños, va a ser un día especial como todos
los fines de semana desde hace 12 años. Llegué a casa,
desperté a mi esposo con un beso y un mate. En el día
de hoy se sentía tan cansado que no quiso venir al supermercado,
entonces pensé ‘tiene todo el derecho asentirse así’
aunque es la salida familiar que mas esperamos todos.” |
Día
3 abril 1989
“Roberto tiene tanto trabajo que casi no lo vemos, discutimos
mucho por estas cosas. Hay un fuerte temporal de viento y lluvia,
cada vez que llueve miro si todos estamos en la casa ya que siento
que al estar juntos estamos todos protegidos. Pero él no llega,
en esos días se queda en la casa de sus padres porque el auto
no anda bien.” |
Día
1 agosto 1990
“Roberto y yo ya no hablamos. Estamos comenzando el divorcio.”
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Este
puede ser el diario personal de cualquier mujer u hombre en sus años
de casados y a punto de perder su matrimonio. Seguramente la respuesta
sea “Nos separamos, esto no da para más”. Hoy en
día esta frase es muy común y lo más triste es
escuchársela a matrimonios jóvenes. Estas situaciones
suceden cuando no hay dialogo, cuando hay exceso de orgullo o cuando
creen que dejaron de querer o de estar enamorados. |
Hace
poco tiempo conversaba con un amigo quien me expresaba su falta de
tiempo para todo, incluso para pagar sus cuentas. Enfatizaba lo ocupado
que se encontraba con asignaciones de la iglesia a la que pertenece,
además del trabajo que le llevaba más de lo que él
esperaba y junto a eso sumaba el estudio. Entonces le sugerí
que le pidiese a su esposa que se hiciera cargo de pagar las cuentas
y él a cambio la debería llevar a cenar. Se rió
mucho por la sugerencia, pero luego de ponerlo en práctica
me dijo que se sintió muy feliz. A veces con pequeñas
cosas salvamos el momento que podría llevarnos a situaciones
de mucho dolor.
Sería muy triste, por ejemplo, llegar a la Nochebuena y pensar
en el nacimiento de Quien nos amó tanto que llegó a
sufrir por nuestros problemas cotidianos, esos que a nosotros nos
parecen imposibles de solucionar, y sentirnos vacíos. Pues
no podremos abrazar a quien alguna vez nos enamoró y quien
nos dio una progenie. Es doloroso ver llover y pensar en ¿dónde
está esa familia tan amada a la que protegía con mi
amor? |
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Es muy doloroso recordar las risas y ya no escucharlas. Es doloroso
no tener a quien cocinarle su plato favorito; no tener con quien ir
al supermercado; envejecer solo y tener que proyectarse el resto de
su vida con recuerdos de cosas que se podían haber evitado
si tan solo nos hubiésemos arrodillado y buscado la manera
de solucionar estas pequeñas situaciones que se transformaron
en imposibles de solucionar. |
Neal A. Maxwell
dijo “Mayormente llegamos a ser víctimas de nuestros
propios malos deseos. Esto es aun más problemático porque
vivimos en una época en que muchos equivocadamente rehúsan
sentirse responsables de sí mismos, algunos procuran hacer
a un lado la conciencia rehusándose a escuchar su voz, pero
ese mismo rechazo en sí es un acto de elección porque
así lo deseamos.
Aun cuando la luz de Cristo apenas titila en la oscuridad, sin embargo
titila, y si uno la ignora es porque así lo desea, ya sea que
nos agrade o no la realidad requiere que reconozcamos que somos responsables
por nuestros deseos. Por lo tanto ¿Qué deseamos?”
Continúa élder Maxwell: “Todo depende de nosotros,
Dios nos ayudará, pero no nos obligará, el hombre bueno
desea a Dios y otras cosas en Dios, aun una simple chispa de deseo
podría bastar para que una persona cambie” |
Es bueno ver
a matrimonios jóvenes luchar la buena batalla de la vida y
criar a sus hijos con el amor que el Padre nos ha dado para volver
a vivir con Él. Deseo escucharlos reír; deseo verlos
mirarse como cuando se enamoraron por primera vez; deseo que lleguen
a amarse de tal manera que las arrugas de cada uno de ellos sean un
símbolo de amor y unidad.
Dijo Luis Castelar: “La vida no es un don gratuito ni objeto
de juego y lujo; se obtiene con una madurez de juicio y se consolida
con una gran severidad de costumbres” |
En Exodo 3:5
dice: “No te acerques acá quita el calzado de tus
pies, porque el lugar donde estás tierra santa es”.
Cuando leí esta escritura sentí el deseo de ponerme
en oración y una fuerte necesidad de arrepentimiento. Sentí
que el Señor me invitaba a descalzarme y luego caminar. Descubrí
como Él entró en mi interior sin descalzarme, sin fijarse
en el modo. Advertí que cuando comenzaba a caminar necesitaba
mirar a cada paso lo que pisaba y estar atenta en donde debía
poner el pie.
Ahí me di cuenta de cuántas cosas del interior de mis
hermanos se me pasaban por alto. Después del recorrido con
el Señor pude ver claramente que descalzarme es entrar sin
prejuicios, atento a la necesidad de mi esposo/a, sin esperar una
respuesta determinada, lo cual sería entrar sin intereses previos.
Sé que el Señor vive y está presente en cada
corazón. Descalzarse es entrar en cada uno y en el otro como
en un lugar sagrado. |
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