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Tenemos
que inundar la tierra
con el Libro de Mormón
por el Pte. Ezra T.Benson (1899-1994)
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Este
ha sido un año memorable (1988) en la historia de la Iglesia
en lo que respecta al uso de la clave de nuestra religión,
o sea, el Libro de Mormón. Este sagrado libro de Escrituras
ha traído más almas a Cristo que nunca antes, tanto
dentro como fuera de la Iglesia.
Aunque son muchísimas las personas a las que habría
que elogiar por este progreso, el tiempo nos permitirá mencionar
tan sólo a algunas.
Os elogiamos a vosotros, los líderes y maestros de las diversas
organizaciones de la Iglesia, por la forma inspirada en que habéis
usado el Libro de Mormón para educar a una generación
que puede redimir a Sión. En muchos casos, un niño pequeño
ha llevado a uno de sus padres al Señor gracias al programa
de lectura del Libro de Mormón que lleva a cabo la Primaria.
Felicitamos a los miembros de la Iglesia que han participado en el
programa del Libro de Mormón de familia en familia, poniendo
su fotografía y haciendo constar su testimonio en ejemplares
del Libro de Mormón. Esos testimonios se han traducido a muchos
idiomas y los misioneros han repartido los ejemplares por todo el
mundo, lo cual ha contribuido a traer a miles de conversos cada año.
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Felicitamos
a los que han escrito excelentes artículos sobre el Libro de
Mormón que han aparecido en las publicaciones de la Iglesia.
Encomiamos al personal de las estaciones de radio que han transmitido
pasajes del Libro de Mormón. Elogiamos a los que han patrocinado
y apoyado conferencias y simposios del Libro de Mormón, los
cuales han servido para fortalecer la fe de la gente.
Os felicitamos a todos vosotros los que de un modo edificante habéis
enseñado clases, pronunciado discursos y escrito artículos
y libros sobre el Libro de Mormón.
Y por último, y lo más importante, ponderamos al gran
número de santos fieles que personalmente y en familia están
cambiando su vida y limpiando su alma al leer todos los días
el Libro de Mormón.
El Libro de Mormón es el instrumento que Dios ha designado
para “que inunden la tierra como con un diluvio, a fin de recoger
a los escogidos” (Véase Moisés 7:62). Es preciso
que este sagrado libro de Escrituras ocupe un lugar de mayor importancia
tanto en nuestra predicación como en nuestra enseñanza
y en nuestra obra misional. |
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El Libro de Mormón se estudia en nuestras clases de la Escuela
Dominical y de seminario cada cuatro años; pero los miembros
de la Iglesia no deben esperar cuatro años para estudiarlo
individualmente y en familia, ya que tenemos que lees todos los días
las páginas del libro que “acercará más
al hombre a Dios por seguir sus preceptos que los de cualquier otro
libro” (véase Enseñanzas del Profeta José
Smith, págs.233-234).
Y cuando se nos pida estudiar o enseñar el resto de las Escrituras,
debemos robustecer ese estudio consultando con frecuencia los discernimientos
que el Libro de Mormón proporcione sobre el tema (Véase
1 Nefi 13:40; 2 Nefi 3:12).
Ya ha quedado muy atrás el tiempo en que debía haberse
inundado profusamente la tierra con el Libro de Mormón por
las muchas razones que el Señor ha manifestado. En esta época
de la comunicación electrónica y de la enorme distribución
de la palabra impresa, Dios nos hará responsables si no damos
a conocer el Libro de Mormón de un modo monumental.
Tenemos el Libro de Mormón, tenemos los miembros, tenemos los
misioneros, tenemos los medios, y el mundo tiene la necesidad. ¡El
momento es ahora! |
Mis
amados hermanos y hermanas, casi no vislumbramos el poder del Libro
de Mormón ni la función divina que todavía debe
ejercer, ni el máximo grado a que debe difundirse. |
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“Pocas
personas en la tierra”, dijo el élder Bruce R. McConkie,
“ya sea dentro o fuera de la Iglesia, han captado la visión
de lo que el Libro de Mormón en verdad es. Pocos son los que
conocen la función que ha desempeñado y que todavía
ha de desempeñar en la preparación del camino para la
venida de Aquel de quien es un nuevo testigo... el Libro de Mormón
producirá tan grande efecto en los hombres que toda la tierra
y todos sus habitantes recibirán su influencia y se regirán
por él... no habrá para el género humano en los
tiempos contemporáneos interrogante más grande que éste:
¿Es el Libro de Mormón la intención y voluntad
y la voz de Dios a todos los hombres? Nosotros testificamos que lo
es” (Millennial Messiah, págs 159, 170 y 179). |
Mis hermanos,
tenemos una gran tarea que realizar en muy poco tiempo. Tenemos que
inundar la tierra con el Libro de Mormón y librarnos de la
condenación de Dios de haberlo tratado ligeramente. (Véase
DyC 84:54-58)
Insto a los miembros de la Iglesia a participar en el programa del
Libro de Mormón de familia en familia: a enviar ejemplares
del Libro de Mormón a la misión por vosotros. Mi esposa
y yo lo hemos estado haciendo desde hace un tiempo y pensamos seguir
haciéndolo. Tenemos que enviar millones de ejemplares del Libro
de Mormón a los misioneros todos los meses. |
Insto
a nuestros líderes misionales que enseñen
a sus misioneros a invitar a sus investigadores a leer el Libro de
Mormón y orar acerca de él. Es indispensable que los
misioneros sepan como utilizar el Libro de Mormón para despertar
el interés del género humano en estudiarlo y que, asimismo,
muestren que su mensaje contesta a las grandes preguntas del alma.
Los misioneros deben leer, junto con las personas a las que enseñen,
diversos pasajes del Libro de Mormón sobre temas del evangelio. |
Insto
a los escritores, a los maestros
y a los líderes de la Iglesia a contarnos
más relatos de conversión a Dios del Libro de Mormón
que fortalezcan nuestra fe y sirvan para preparar grandes misioneros.
Enseñadnos a usarlo con eficacia como instrumento misional
e indicadnos cómo este libro nos lleva a Cristo y responde
tanto a nuestros problemas como a los del mundo. |
Insto
a los que se desenvuelvan en el mundo de los negocios
y en otras profesiones a velar porque haya ejemplares
del Libro de Mormón en sus salas de recepción o de espera.
Insto a los que tengáis grabadoras de cassette a poner en ellas
cintas del Libro de Mormón de cuando en cuando y a escucharlas
ya sea en casa o al caminar, trotar o conducir un vehículo.
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Insto a las familias de Israel
a colocar en las paredes del interior de sus casas pasajes y escenas
del Libro de Mormón.
Insto
a todos a que con oración consideremos los
pasos que debamos dar en forma individual para acercarnos aún
más a este nuevo testigo de Cristo y darlo a un mundo que tan
desesperadamente lo necesita. |
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Tengo una
visión de hogares que se alertan, de clases
que se animan y de púlpitos que vibran de entusiasmo con el
espíritu de los mensajes del Libro de Mormón.
Tengo una visión de maestros orientadores y maestras
visitantes, de oficiales de barrio y de rama, de líderes de
estaca y de misión que dan consejos a nuestra gente
basándose en el más correcto de los libros de la tierra:
el Libro de Mormón. |
Tengo
una visión de artistas que llevan a películas,
al teatro, a la literatura, a la música y a la pintura los
excelentes temas y los grandes personajes del Libro de Mormón. |
Tengo una visión de miles de misioneros que
van al campo misional habiendo memorizado cientos de pasajes del Libro
de Mormón para satisfacer las necesidades de un mundo espiritualmente
hambriento.
Tengo una visión de toda la Iglesia acercándose
más a Cristo al guiarse por los preceptos del Libro de Mormón.
De hecho, tengo una visión de la tierra inundada con el Libro
de Mormón. |
Mis amados hermanos,
voy avanzando en los noventa años; voy envejeciendo y perdiendo
mi vigor, y me siento agradecido por vuestras oraciones y el apoyo
de las demás Autoridades Generales. Doy gracias al Señor
por renovar mi organismo de vez en cuando para que pueda seguir
edificando Su reino. No sé cabalmente por qué Dios
me ha preservado hasta esta edad, pero esto sí sé:
que al presente El me ha revelado la absoluta necesidad de llevar
el Libro de Mormón al mundo ahora y de un modo maravilloso.
Todos vosotros debéis ayudar en esta tarea y en esta bendición
que Dios ha depositado sobre toda la Iglesia, sobre todos los miembros
de Sión.
Moisés nunca entró en la tierra prometida. José
Smith nunca vio la redención de Sión. Algunos tal
vez no vivamos para ver el día en que el Libro de Mormón
inunde la tierra y el Señor quite su condenación (véase
DyC 84:54-58). Pero, Dios mediante, pienso dedicar el resto de mis
días a esta magnífica tarea.
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Mensaje publicado en
la Liahona de enero de 1989, con los discursos de la conferencia general
de octubre de 1988. |
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Estilo SUD, 24 de
octubre de 2009 |
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