Honradez
Ser honrados nos hace confiables

La honradez debe estar presente en todos los actos de nuestra vida, aun en nuestras diversiones.

Relato
Brazo de honor
por Gordon Swensen
Muchos de mis recuerdos de cuando tenía cinco años consisten en redes de voleibol, el
pulimento del suelo del gimnasio, los silbatos de los árbitros y una lista, escrita a mano, que indicaba quiénes iban a jugar. Mi padre entrenaba a un equipo de jóvenes jugadores de voleibol de nuestro barrio y yo era su “ayudante”.
Enseñó a los jugadores los principios del trabajo duro, el espíritu de equipo, la honradez, la confianza en uno mismo y en los demás, el fijar metas, la perseverancia y el sacrificio. Oraban antes de cada partido, practicaban los sábados a las cinco de la mañana y se reunían en nuestra casa para tomar un helado.
Una de las lecciones más importantes que aprendí de mi padre y de sus jugadores fue la de la honradez. Cuando un jugador tocaba la red involuntariamente o fallaba un pase, mi padre le enseñaba que era importante que reconociera el error levantando la mano. Esa lección dejó una impresión duradera no sólo en los miembros del equipo sino también en su “ayudante de entrenador” de cinco años.

Nuestro equipo había tenido problemas al principio, pero cuando se celebraron los campeonatos, estuvimos allí para competir. Cuando llegó el día de la final, se demostró que los cuatro años que el equipo había empleado en jugar en unión habían valido la pena.
Sólo un punto nos separaba de ganar el campeonato. Había un ambiente de gran ánimo durante el partido. Multitudes de personas fueron a ver el juego. Yo ocupé mi lugar al lado de papá y sonó la sirena que indicaba el comienzo. No recuerdo mucho del partido pero sí el final del último juego.

La gente salto de júbilo cuando el equipo de mi padre marcó el tanto final. Jugadores y espectadores inundaron el campo. Brent, un jugador grande y formidable de nuestro equipo, había marcado el punto final con un tiro decisivo. Tan poderoso fue su contacto con la pelota, que aun el experimentado árbitro no se percató de que el dedo de Brent había tocado la red. Se trataba de una falta que bien podría haberse olvidado, pero en medio del júbilo, Brent alzó el brazo lentamente.
Los equipos volvieron a sus puestos, el público retomó sus asientos y el partido continuó. Poco después terminó con el equipo de mi padre ganando el campeonato por el que habían estado trabajando durante cuatro años. No sólo podían sentirse bien por el hecho de ganar, sino también por hacerlo de forma honrada.
Han pasado muchos años desde mis días de recogedor de balones para mi padre y sus jugadores, pero el recuerdo de un entrenador enseñando el valor de la honradez a su equipo todavía permanece firmemente en mi recuerdo. Por ser yo bajo de estatura, aquel día la
mayoría de las personas me parecían muy altas, pero, en mi opinión y en la de todos los demás, nadie llegó a la altura de Brent.

 
Gordon Swensen es miembro del Barrio Eastridge 8, Estaca Eastridge, Draper, Utah.
Tomado de Liahona Marzo de 2001
Conceptos para aplicar
  • La honradez nos hace confiables
  • No hay mérito en ganar con trampa
  • La honradez debe ser un hábito en nuestra conducta
Escrituras
  • Proverbios 12:22
  • Jacob 4:13
  • Alma 41:14
Cita

“Casi todo tipo de deshonestidad existe y aumenta debido a esa distorsión interior a la que llamamos justificación personal. Ésa es la primera, la peor y la más insidiosa forma de engaño, porque nos engañamos a nosotros mismos. La justificación personal es el enemigo del arrepentimiento. El Espíritu de Dios continúa acompañando al de corazón honrado para fortalecerlo, ayudarle y salvarlo; pero invariablemente abandona a la persona que busque excusas para sus errores. “Todos lo hacen” se presenta muchas veces como excusa…
Ninguna sociedad puede ser sana si no existen la honradez, la confianza y el autodominio.”

(Pte. Spencer W. Kimball, Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia, pág. 142-143)

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