Decisiones
Las correctas nos libran del cautiverio espiritual

El cautiverio espiritual es el resultado de nuestras propias decisiones a medida que nos entregamos a deseos y a pasiones sin control.

Relato
El cautiverio espiritual
Por el élder H. Ross Workman
Muchos piensan que el cautiverio significa el encarcelamiento impuesto por otras personas.
El cautiverio físico es abominable, pero sus efectos no tienen por qué durar eternamente.
La mayor esclavitud que existe es al padre de las mentiras: una forma de cautiverio que es mucho más devastadora y que puede durar mucho más tiempo. Sorprendentemente, este cautiverio espiritual es el resultado de nuestras propias decisiones a medida que nos entregamos a deseos y a pasiones sin control.
Podemos quedar cautivos del pecado, o bien de la búsqueda del honor de los hombres, como la fama, la riqueza, el poder político o la posición social. También podemos convertirnos en esclavos si sentimos un interés desmedido por actividades como los deportes, la música o la diversión.
Las tradiciones que se oponen a los principios del Evangelio ofenden al Espíritu y, si las seguimos,
nos impiden recibir la guía del Espíritu para reconocer las decisiones correctas que nos aportarán una mayor libertad.
La libertad de escoger todo lo que es “necesario” es un don que Dios ha concedido a Sus hijos. De este modo, podemos escoger la libertad y la vida eterna por medio de Cristo, o escoger la cautividad y la muerte según el poder del diablo (véase 2 Nefi 2:27).
A menudo se dice que somos libres de escoger el camino que deseemos, pero no de evitar las consecuencias de esa decisión. El cautiverio espiritual raras veces es el resultado de una sola decisión o situación. Más bien, la libertad se cede un pequeño paso a la vez, hasta que el camino para recuperarla es difícil de encontrar.
Una vez, un joven me pidió ayuda; se había hecho adicto a la pornografía, a la que obtenía acceso por Internet desde su casa. Le producía tales sentimientos de culpabilidad que no se sentía a gusto al ir a la Iglesia ni al participar en asignaciones del sacerdocio.
Repercutía negativamente en su vida social. Se sentía poderosamente atraído a pasar hora tras hora solo frente a la computadora, viendo lo que reconocía que sólo producía frustración y dolor. Era como si estuviera encadenado a un amo cuyo único objetivo era hacerlo sufrir.

No había decidido de buenas a primeras convertirse en un esclavo de la pantalla del monitor, sino que todo comenzó tiempo antes, cuando decidió que ver imágenes destructivas “sólo por esta vez” no le haría ningún mal y satisfaría una “curiosidad”. El sólo una vez pasó a ser dos, y dos se convirtieron en varias, hasta que una fuerte adicción había mermado su libertad de elección. Únicamente cuando se vio encadenado por esa adicción se dio cuenta de que se había sometido voluntariamente a la esclavitud. Si cedemos al cautiverio espiritual, es posible que no nos demos cuenta de que vamos perdiendo poco a poco la libertad.
No obstante, cuanto más cautiverio espiritual experimentemos, elijamos o permitamos, menos libertad de elección tendremos en asuntos de importancia espiritual.
Algunas personas intentan explicar el cautiverio espiritual como algo sobre lo que no tienen control. ¿Es en realidad algo sobre lo que no tienen control?


Por lo general, la libertad de tomar decisiones justas se mide por nuestra disposición a sacrificar aquello que es el objeto de nuestro deseo o pasión. Por tanto, el sacrificio es el principio rector y la clave para liberarnos del cautiverio.
Entonces, ¿cómo podemos “sacudirnos de las espantosas cadenas” del cautiverio espiritual? A medida que purificamos el corazón mediante el arrepentimiento y nos volvemos al Salvador con una firme determinación de obedecer Sus mandamientos, Él aumentará nuestra fuerza mediante el poder de Su gracia. Cada decisión correcta que tomamos puede llevarnos a tomar otras más en el futuro. La lucha por escapar del cautiverio espiritual y recuperar nuestra libertad no siempre es un proceso fácil. El Salvador prometió: “…Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31–32).
Pongamos en práctica en nuestra vida los principios que sabemos que son verdaderos. Más bien que someternos a la cautividad, tomemos decisiones correctas y permanezcamos en la palabra del Salvador. Entonces seremos verdaderamente libres.

Tomado de Liahona julio de 2006
Conceptos para aplicar
  • El cautiverio espiritual es el resultado de nuestras decisiones
  • La libertad espiritual se cede paso a paso
  • La suma de decisiones correctas nos lleva a ser verdaderamente libres
Escrituras
  • 2 Nefi 2:27
  • Juan 8:31-32
  • Alma 42:29
Cita

“La jornada de la vida no se viaja por una autopista libre de obstáculos, dificultades y trampas; por el contrario, es un sendero marcado por bifurcaciones y curvas. Constantemente tenemos que tomar decisiones y, a fin de tomarlas con prudencia, se necesita valor, el valor para decir “no” y el valor para decir “Sí”, ya que las decisiones determinan el destino. El llamado al valor nos llega constantemente a cada uno de nosotros; siempre ha sido así, y siempre lo será.”
(Pte. Thomas S. Monson, Liahona mayo 2004, pág. 54)

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