Tomar
la decisión de seguir a Jesucristo implica un esfuerzo
sincero por guardar los mandamientos y prestar servicio |
Relato |
"Venid
en pos de mí"
por el élder Joseph B. Wirthlin |
Echando las redes en el mar
de Galilea, Pedro y Andrés se detuvieron cuando Jesús
de Nazaret se acercó, les miró a los ojos y
pronunció las sencillas palabras: “Venid en pos
de mí”. Los dos pescadores, “dejando al
instante las redes, le siguieron” (Mateo 4:18–22).
¿Se han preguntado alguna vez cómo hubiera sido
vivir en los días del Salvador?
Si hubieran estado allí, ¿habrían prestado
oídos a Su llamado: “¡Venid en pos de mí!”?
Quizás una pregunta más realista sería:
“Si el Salvador les llamara hoy, ¿estarían
igual de dispuestos a abandonar sus redes e ir en pos de Él?”.
Estoy seguro de que muchos lo harían.
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Quizás
para algunos ésta no sea una decisión tan fácil.
Hay quienes han descubierto que, por su naturaleza, muchas
veces no es tan fácil librarse de las redes.
Existen redes de todos los tamaños y formas. Algunas
de esas redes podrían ser nuestro trabajo, nuestros
pasatiempos, nuestros placeres, y más que todo, nuestras
tentaciones y pecados. En una palabra, una red puede ser cualquier
cosa que nos aleje de nuestra relación con nuestro
Padre Celestial o de Su Iglesia restaurada.
¿Cómo seguimos al Salvador? Obedeciéndolo.
Él y nuestro Padre Celestial nos han dado mandamientos,
no para castigarnos ni atormentarnos, sino para ayudarnos
a alcanzar una plenitud de gozo tanto en esta vida como en
las eternidades que están por venir. |
Cuando
el Señor del océano, de la tierra y del cielo
nos dice: “Venid en pos de mí”, debemos
abandonar las redes mundanas que nos atrapan y seguir Sus
pasos.
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Tomado de Liahona febrero 2004 |
Conceptos
para aplicar |
- Siempre
debemos tener la actitud de seguir al Salvador
- La
obediencia a los mandamientos refleja nuestra disposición
de seguir a Jesús
- Al
responder a Su llamado, nos aseguramos un lugar en las mansiones
eternas
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Escrituras |
- Mateo
4:18-22
- Hechos
5:29
- Alma
3:26-27
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Cita |
“El discipulado es una jornada. Necesitamos
las lecciones refinadoras se esa jornada para formar nuestro
carácter y purificar nuestro corazón. Al caminar
con paciencia por el camino del discipulado, nos demostramos
a nosotros mismos la fortaleza de nuestra fe y nuestra disposición
de aceptar la voluntad de Dios en lugar de la nuestra. No
es suficiente hablar de Jesucristo ni proclamar que somos
Sus discípulos. No es suficiente con rodearnos de símbolos
de nuestra religión. El discipulado no significa ser
espectadores. Del mismo modo que no podemos experimentar los
beneficios de la salud al quedarnos sentados en un sillón
mirando deportes en la televisión y dándoles
consejos a los atletas, no podemos esperar recibir las bendiciones
de la fe si nos quedamos inmóviles fuera del área
de juego. La nuestra no es una religión de segunda
mano. No podemos recibir las bendiciones del Evangelio simplemente
por medio de observar lo que hacen otros. Debemos salir de
los laterales y practicar lo que predicamos.”
(Pte. Dieter F. Uchtdorf, Liahona mayo 2009, págs..
76-77)
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