El
testimonio es el arma más poderosa que tenemos para
luchar en contra de las iniquidades que existen en el mundo
actual. |
Relato |
Encontré
una gema
por Gilbert Ndala Mingotyi |
Soy
originario de la República Democrática del Congo
y mi padre creía que, por ser el mayor de sus hijos,
era mi deber dominar la doctrina de su iglesia cristiana.
A los cinco años, solía acompañarlo cuando
se iba a predicar de puerta en puerta.
Cuando yo tenía nueve años, mi padre llevó
a toda nuestra familia a una zona montañosa.
A menudo él y yo caminábamos durante días
hasta llegar a los pueblos donde predicaríamos.
Por lo general, la gente se sorprendía al ver predicar
a un niño tan pequeño; sin embargo, seguía
diciéndole a mi padre que aún yo no estaba listo
para bautizarme, pues no estaba convencido de que su religión
tuviera la respuesta a las preguntas de más importancia.
No obstante, seguí siendo un hijo obediente, convirtiendo
a gente a una iglesia a la que yo mismo no me había
convertido.
Cuando cumplí los 18 años, comencé a
buscar algo más. Un sábado, un maestro escolar
llamó a
nuestra puerta para hablar con mi padre sobre mi sobrino.
Me quedé observando un libro que él llevaba,
titulado Una obra maravillosa y un prodigio; al percatarse
de mi interés, se ofreció a prestármelo.
También dijo que podía asistir a un grupo de
estudio.
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Pasé
casi toda la noche examinando el libro, deteniéndome
para tomar notas siempre que encontraba algo nuevo. Aunque
no entendía la doctrina del todo, sentí sin
duda alguna que era verdadera. No cabía en mí
de gozo, como si acabara de descubrir una auténtica
gema entre miles de imitaciones.
A la noche siguiente me uní a otras cinco personas
que formaban un grupo de estudio en el hogar del señor
Kasongo. Él había estado haciendo un trabajo
de investigación cuando encontró un libro acerca
de las iglesias americanas “Mi corazón latió
con fuerza al leer el nombre de La Iglesia de Jesucristo de
los Santos de los Últimos Días”, dijo.
Tras escribir a las Oficinas Generales de la Iglesia, recibió
algunos libros, entre ellos Una obra maravillosa y un prodigio,
escrito por el élder LeGrand Richards (1886–1983). |
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El
grupo se reunió dos veces a la semana durante un par
de años y cuando en marzo de 1987 llegaron el élder
Roger L. Dock y su esposa, la hermana Simonne B. Dock, había
cerca de 50 personas que se juntaban para estudiar.
Los Dock empezaron a enseñar las charlas misionales
en francés en el colegio público y, como algunos
sólo hablaban suahili, yo serví de intérprete.
Recibí las charlas misionales por primera vez al mismo
tiempo que servía de intérprete.
El 9 de mayo de 1987 fui una de las 80 personas que se bautizaron
en la improvisada pila de una mina de cobre abandonada. Para
mí, el bautismo fue una confirmación externa
de mi conversión interior que había tenido lugar
años atrás. Había estado aguardando la
ocasión de recibir esa ordenanza sagrada a fin de poder
ser, oficialmente, miembro de la Iglesia.
He recibido muchas bendiciones, entre las que destaco el tiempo
que pasé interpretando para los matrimonios misioneros,
tan dedicados como si el Maestro mismo estuviera a su lado.
Doy gracias a mi Padre Celestial por esas ricas experiencias
y por la oportunidad que mi esposa, Jolie Mwenze, y yo tenemos
de criar a nuestro hijo en la Iglesia. Más particularmente,
le doy gracias por enviarme el Evangelio: una gema de valor
incalculable.
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Tomado de Liahona junio 2004 |
Conceptos
para aplicar |
- Nuestro
testimonio de Jesucristo y de su evangelio es de muy alto
valor
- El
testimonio nos dará valor para enfrentar los desafíos
de la vida
- El
cumplimiento de los convenios bautismales es consecuencia
de nuestro testimonio
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Escrituras |
- Helamán
5:12
- DyC
6:22-23
- Mosíah
18:8-11
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Cita |
“El arma más poderosa que
tenemos para luchar en contra de las iniquidades que existen
en el mundo actual, sean las que sean, es un testimonio inquebrantable
del Señor y Salvador Jesucristo. Enseñen a sus
hijos pequeños mientras todavía los sienten
en sus rodillas y ellos llegarán a ser firmes. Puede
ser que se desvíen, pero el amor y la fe de ustedes
los hará volver.”
(Pte. Harold B. Lee, Enseñanzas de los Presidentes
de la Iglesia, pág. 135)
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Himnos |
Canciones
para los niños |
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80
- Muestra valor |
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85
- Voy a ser valiente |
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Himnario |
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179 - La barra de hierro |
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75
- Testimonio |
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