Expiación
Nos sana de las heridas del pecado

El arrepentimiento y el perdón se encuentran entre los frutos más sublimes de la Expiación.

Relato

La defensa de la conciencia
Por el Pte. James E. Faust

Existe un mecanismo de defensa que nos permite discernir entre el bien y el mal: se llama la conciencia. Es la respuesta natural de nuestro espíritu ante el dolor del pecado, al igual que el dolor del cuerpo físico es la respuesta natural de éste al sufrir una herida, aun la que ocasiona una espina pequeña. La conciencia se fortalece con el uso. Pablo dijo a los hebreos: “pero el alimento
sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal”. La conciencia sensible es señal de un espíritu sano.
¿Como podemos erradicar las espinas y los cardos de la vida? El poder de hacerlo en nuestra vida y en la de nuestros semejantes empieza con nosotros. Moroni dice que si nos abstenemos de toda impiedad, entonces la gracia de Cristo es suficiente para nosotros.
Demasiadas veces queremos cubrir la culpa con vendajes en vez de quitar la espina que produce el
dolor. Nos oponemos al dolor momentáneo de sacar la espina aun cuando hacerlo nos aliviará del
dolor más duradero de una herida infectada. Todos sabemos que si no se sacan las espinas y las astillas de la carne, éstas producen heridas que se infectan y que son difíciles de curar.

Hace algunos años, uno de mis familiares tenía un perro admirable llamado Ben. Un hermoso
día de otoño, paseábamos por los campos con Ben, que iba corriendo delante y detrás de nosotros, olfateando la tierra, moviendo la cola y disfrutando del paseo. Después de un rato, Ben vino cojeando hasta su amo y, con una dolorosa mirada, levantó una pata delantera.
El animal tenía una espina clavada entre dos de sus dedos, la cual le fue retirada y Ben volvió a correr, sin cojear, libre del dolor.

Me maravilló ver que Ben parecía saber instintivamente que, para eliminar el dolor, era necesario que le sacaran la espina, y sabía perfectamente adónde recurrir para ello. Al igual que Ben, parece que instintivamente buscamos el alivio de las espinas de
nuestros pecados. En contraste, sin embargo, no siempre acudimos a nuestro “Amo” para que nos ayude; muchas personas ni siquiera lo conocen.

Tomado de Liahona abril de 2004
Conceptos para aplicar
  • La conciencia sensible es señal de un espíritu sano.
  • Debemos arrepentirnos de aquellas cosas que molesten nuestra conciencia
  • La Expiación del Salvador nos permite sanar de las heridas que produce el pecado
Escrituras
  • Hebreos 5:14
  • Moroni 10:32
  • Alma 7:11-12
Cita

“Todas las cosas que irriten la carne y el alma se deben quitar antes de que se infecten. Sin embargo, aun cuando se infectan y causan dolor, todavía se pueden sacar y empezar el proceso sanador. No es fácil quitar las espinas del orgullo, los cardos del egoísmo ni las astillas de apetitos
carnales, mas cuando la infección se cura, el dolor se aleja. Ese proceso se llama arrepentimiento. El arrepentimiento y el perdón se encuentran entre los frutos más sublimes de la Expiación.”
(Pte. James E. Faust, Liahona abril 2004, págs. 5, 6)

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