Aunque
nuestras pruebas sean diversas, hay una cosa que el Señor
espera de nosotros: ¡Que sigamos adelante! |
Relato |
Fe
en cada paso
Por el Pte. James E. Faust |
Cada
uno de nosotros debe tener su propia reserva de fe que le
ayude a elevarse por encima de las dificultades que son parte
de esta vida terrenal. Thomas Giles, un converso galés
que se unió a la Iglesia en 1844, sufrió mucho
durante toda su vida. Era minero, y un día, mientras
estaba sacando carbón de una mina, un gran trozo le
cayó en la cabeza y le hizo una herida de más
de 20 cm. El médico que lo atendió dijo que
no viviría más de veinticuatro horas; pero los
élderes lo visitaron y le dieron una bendición
en la que se le prometió que se recuperaría
y que, “aun cuando quedara ciego, viviría para
hacer mucho bien en la Iglesia”. El hermano Giles se
recuperó y vivió, pero perdió la vista
para siempre.
En 1856 el hermano Giles se mudó con su familia a Utah,
y antes de partir de su tierra natal, los santos de Gales
le regalaron un arpa, instrumento que aprendió a tocar
muy bien.
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En el lugar llamado Council Bluffs, del estado de Iowa, se juntaron
con una compañía de carros de mano y se encaminaron
al Oeste. “A pesar de su ceguera, tiró de un carro
de mano desde Council Bluffs hasta Salt Lake City”.
Mientras cruzaban las llanuras, su esposa y sus dos hijos murieron.
“Él sufrió mucho y se le partió el
corazón de dolor, pero su fe nunca se debilitó”.
Cuando el hermano Giles llegó a Salt Lake City, el presidente
Brigham Young, que ya sabía todo lo que le había
pasado, le prestó un arpa muy valiosa hasta que la suya
llegara de Gales; con ella, “iba de colonia en colonia
en Utah… alegrando con su hermosa música el corazón
de la gente”.
Todos enfrentamos problemas. Los miembros de los primeros tiempos
de la Iglesia fueron probados y refinados al tener que decidir
si tenían la fe, como el hermano Giles, para poner sus
pertenencias en un carretón o un carro de mano y hacer
el recorrido por las llanuras de Norteamérica. |
Algunos no tuvieron esa fe. Los que la tenían anduvieron
“con fe en cada paso”.
En nuestra época, atravesamos un período de
refinamiento y de pruebas cada vez más difícil.
Ninguno de nosotros conoce la sabiduría del Señor;
no sabemos con anticipación exactamente cómo
nos llevará Él desde donde estamos hasta donde
debemos estar. En el camino de la vida que conduce a las eternidades
encontramos muchos baches, curvas y desvíos.
Mientras vivamos en la tierra, debemos andar con fe, no dudando
nada. Hay muchas razones para que tengamos esperanzas. Si
estamos dispuestos a sacrificarlo todo por el Señor,
lograremos gozo, y así podemos esperar con anhelo la
preciada posibilidad de sobreponernos a todas las dificultades
de esta vida. Entonces estaremos con el Salvador para siempre.
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Tomado de Liahona agosto de 2006 |
Conceptos
para aplicar |
- Podemos
aprender de la adversidad
- Mantengamos
una actitud positiva
- El
Señor estará a nuestro lado si nos apoyamos
en la fe
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Escrituras |
- 2 Nefi
2:11
- 1 Samuel
10:19
- DyC
121:7-8
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Cita |
“A
menudo, quienes luchan con la adversidad preguntan: ”¿Por
qué me sucedió a mí? ...Hay una mejor
pregunta que nos podemos hacer y esa pregunta es: “¿Qué
podría aprender de esta experiencia?” La forma
en que respondamos a esa pregunta puede determinar la calidad
de nuestra vida no sólo en esta tierra sino en las
eternidades futuras. Aunque nuestras pruebas sean diversas,
hay una cosa que el Señor espera de nosotros, no importa
cuáles sean nuestras dificultades y nuestros pesares:
Él espera que sigamos adelante.”
(Élder Joseph B. Wirthlin, Liahona noviembre 2004,
pág.101)
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