Ejemplo
Buscar buenos modelos

Cuando vemos reflejarse la imagen de Cristo en el semblante de otras personas, nos sentimos impulsados a seguir su ejemplo.

Relato
Galería personal de la fama
Por el Pte. Thomas S. Monson

En un claro día de invierno, me encontraba en un automóvil, acompañado de un amigo, viajando a lo largo de la autopista que une el centro de Manhattan, Nueva York, con los suburbios de Westchester. El me fue indicando algunos de los sitios históricos que abundan en esa zona, donde el hombre ha construido en forma indiscriminada su cinta de caminos a través del curso de la historia.
Repentinamente, al igual que la figura de un viejo e inolvidable amigo, divisamos la silueta del estadio de béisbol del equipo de los Yankees [tal como sucede en la América Latina con las impresionantes vistas de los estadios de fútbol de los grandes equipos locales].

Legendario Babe Ruth
Allí estaba el gran estadio de los campeones, el campo de juego de los ídolos de mi juventud. En realidad, muchos muchachos idolatran a aquellos que, ante los entusiastas gritos de aliento de miles de partidarios, juegan maravillosamente el juego de béisbol,
basquetbol o fútbol.
Como era invierno, la playa de estacionamiento se encontraba desierta. Lejos ya las muchedumbres de los grandes encuentros, los vendedores de maní y los que vendían los boletos de entrada, continuaban presentes en la memoria los grandes ídolos inolvidables como Babe Ruth, Lou Gehrig y Joe DiMaggio.
Sus insuperables hazañas y las habilidades que las originaron quedaron registradas para siempre; fueron elegidos para integrar la prestigiosa Galería de la Fama del béisbol.
Del mismo modo que con éste o con cualquier otro deporte, así sucede con la vida. En lo más íntimo de nuestra conciencia, cada uno de nosotros conserva una galería privada de aquellos líderes que han tenido poderosa influencia en nuestra vida.

Relativamente pocos de los hombres y mujeres que ejercen autoridad
sobre nosotros desde la niñez hasta la edad madura podrían pasar con éxito el examen para entrar en esa
honorable galería. Ese examen tiene muy poco que ver con las galas externas del poder y la abundancia de las posesiones de este mundo. Los líderes que admitimos en este privado santuario de nuestra meditación reflexiva son, por lo general, aquellos que nos encienden el corazón con la devoción de la verdad, que hacen que la obediencia al deber parezca la esencia de nuestro ser, que transforman algunos acontecimientos ordinarios y de rutina en el ideal característico de la persona que deseamos llegar a ser.
Por un momento tal vez, cada uno de nosotros podría ser el juez que decidiera qué candidatos a la Galería de la Fama podrían ser aceptados. ¿A quién propondría yo? (profetas, líderes locales, familiares, etc)

Tomado de Liahona febrero 1992
Conceptos para aplicar
  • Las Escrituras tienen relatos de muchas personas que pueden convertirse en nuestros héroes.
  • Podemos aprender mucho mirando a nuestros líderes actuales y familiares
  • ¿Qué clase de ejemplo estamos dando a otros?
Escrituras
  • Proverbios 4:18
  • Juan 13:15
  • Alma 39:11
Cita

“Con el correr de los años, al luchar con mis propias debilidades y tratar de ayudar a otros a vencer las suyas, he recibido asistencia de diversas procedencias. La oración, mi conocimiento de un amoroso Padre Celestial que se ocupa de mí y de Su plan de salvación, las Escrituras, el templo y los impulsos del Espíritu Santo me han sido especialmente provechosas. Sin embargo, la influencia y la inspiración que he recibido de la vida de personas nobles han sido aún más inmediatas en cierto sentido. Nunca deja de impresionarme y conmoverme profundamente la gran influencia que tiene una buena vida. La lista de personas de valor cuya vida influye en la nuestra se compone de miembros de la familia, compañeros de misión, amigos, líderes de la Iglesia, maestros conocidos de diversos niveles sociales. A algunos los conocemos íntimamente; a otros, sólo por su reputación. A la mayoría de nosotros nos pasa más inadvertida la influencia que nosotros podamos tener en los demás. Por medio de la vida de las buenas personas, hasta cierto punto al menos, conocemos mejor la vida de la más grande de todas. Cuando vemos reflejarse la imagen de Cristo en el semblante de otras personas, nos sentimos impulsados a vivir dignamente a fin de que Su imagen también se refleje en nuestro semblante.”
(Elder Marlin K. Jensen, Liahona julio 1994, págs. 53, 55)

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