Siendo
que la familia es eterna, establezcamos tradiciones que nos
unan y demostremos amor los unos por los otros diariamente. |
Relato |
No
sólo por un día
Por Wendy Ellison |
El sábado
amaneció como cualquier otro día. El sol salió
sobre las montañas cercanas a la casa de Kolin y la
luz entraba poco a poco por la ventana de su cuarto. Cualquier
otro día habría tratado de cubrirse con las
mantas y quedarse en la cama, pero Kolin bostezó, se
estiró y salió lentamente de la cama porque
iba a suceder algo especial y tenía que arreglarse.
Por lo general, el sábado era un día que dedicaba
a jugar
con sus amigos, a ayudar en el jardín o a visitar a
los abuelos después de hacer los mandados. Acostumbraba
ponerse ropa cómoda que no importaba que se ensuciara,
pero aquel día se puso su mejor ropa de domingo que
su madre había lavado y planchado para él. Se
abotonó la camisa blanca y la metió cuidadosamente
por dentro del pantalón. Se puso los calcetines y los
zapatos; luego se puso la corbata al cuello; su padre le ayudaría
a hacerle el nudo. Cuando su madre dijo “Es hora de
irse”, ya estaba listo.
Una vez que se abrocharon los cinturones de seguridad, el
padre de Kolin manejó por la calle y tomó la
curva en la carretera. Kolin sonrió cuando llegaron
al templo. Vio la suave superficie que brillaba bajo el sol
y las coloridas vidrieras que se alzaban hacia el chapitel
y el ángel Moroni.
Kolin había visto el templo muchas veces y también
había estado en su interior cuando se selló
a sus padres a los seis meses de edad y de nuevo cuando sus
padres adoptaron a su hermano menor, Kaden.
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Kolin
era muy pequeño para acordarse de aquellas ocasiones;
pero al crecer, aprendió que lo que allí había
sucedido fue algo importante.
También entendía que después de aquella
visita especial, su hermanita adoptada, Shayla, formaría
parte de la familia para siempre, junto con sus hermanos mayores.
Los demás días, a Kolin le gustaba reír
y conversar, pero cuando cruzó las enormes puertas
del templo con su familia, intentó dejar las risas
afuera y mantenerse quieto, pues sabía que aquél
era un lugar sagrado.
Unos amables obreros del templo llevaron a Kolin, a Kaden
y a Shayla a un cuarto especial para los niños.
Allí se vistieron de blanco y esperaron hasta que llegó
el momento de pasar al cuarto de sellamientos donde ya les
esperaban sus padres.
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En
el cuarto de sellamientos, Kolin vio a sus abuelos, a sus
tíos, a amigos de la familia y a unos miembros del
barrio. Fue un día feliz, aunque algunas personas derramaron
lágrimas.
El sellador del templo saludó a los niños con
un firme apretón de manos y una sonrisa. Les dijo que
se
veían muy bien vestidos de blanco y los animó
a tomar siempre buenas decisiones para así prepararse
para servir en una misión y volver al templo. Entonces
les recordó la importancia de lo que estaba a punto
de ocurrir.
Después de sus palabras, dio comienzo la ordenanza
de sellamiento. Al terminar la ordenanza, Kolin y su familia
se pusieron de pie y se vieron reflejados en los espejos que
hay en los dos extremos de la sala. Se vio acompañado
de su padre, su madre, su hermano y su hermanita. El reflejo
no tenía fin, al igual que su familia eterna. Kolin
sabía que, debido al templo, su familia podría
estar junta no sólo un día, sino siempre. |
Tomado de Liahona junio 2008 |
Conceptos
para aplicar |
- Todos
somos parte de una familia eterna gracias a las ordenanzas
del templo
- Debemos
esforzarnos por mantenernos dignos para entrar en el templo
- Siempre
debemos preocuparnos por hacer cosas que unan nuestra familia
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Escrituras |
- Mosíah
1:18
- 1 Timoteo
5:4
- DyC
132:15-20
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Cita |
“A
fin de edificar un cimiento lo suficientemente fuerte para
sostener una familia en este mundo lleno de problemas, se
requiere la colaboración máxima de cada uno
de nosotros: padres, abuelos, tíos, primos, etc. Cada
uno de ellos debe contribuir con energía y tesón
para hincar pilotes que lleguen al lecho de roca del evangelio
hasta que los cimientos sean lo suficientemente fuertes y
perduren por las eternidades. Estableced tradiciones en vuestras
familias que os unan, y que puedan demostrar vuestra devoción,
amor y apoyo los unos por los otros. Por cada uno de los miembros
de vuestra familia, estas ocasiones incluirían bendiciones
de niños, bautismos, otras ordenaciones al sacerdocio,
graduaciones, despedidas o bienvenidas de misioneros y, por
supuesto, casamientos. Si la distancia, misiones o problemas
de salud os impiden que vayáis a reuniros con la familia,
escribid una de esas cartas especiales que forman parte valiosa
de las historias familiares. El compartir estas ocasiones
como familia nos ayudará a edificar sobre la roca.”
(Elder L. Tom Perry, Liahona abril 1985, pág. 23)
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Himnos |
Canciones
para los niños |
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Leer |
99
- Me encanta ver el templo |
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73 - El Señor me dio un templo |
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195
- Las familias pueden ser eternas |
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193 - El hogar es como el cielo |
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