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En
la gran mayoría de las unidades (Barrios y Ramas) de la Iglesia
existe un imperante necesidad de que seamos un pueblo REVERENTE y
en cualquier ámbito que nos toque desenvolvernos, especialmente
en nuestro hogar, en la Capilla o en el Templo.
La reverencia es un estado del alma y no una actitud circunstancial,
pero ¿cómo se adquiere?, ¿cómo soy reverente?
El Señor utiliza nuestra mente como su Agencia y se vale de
ella para comunicarse con nosotros: "hablaré a tu
mente y a tu corazón...", " paz a tu mente..."
"lo estudiarás en tu mente...".
Entonces, esa mente requiere, necesita ser entrenada constante y sistemáticamente
para que no se fatigue con el uso de una cualidad de la misma, el
foco de la ATENCIÓN.
El Señor mismo nos enseña como hacerlo a SU
MANERA, y dice "debes estudiarlo en tu mente...",
y para ello sugiero algunos pasos: |
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La reverencia
es un estado del alma
y no una actitud circunstancial |
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Utilizar
la concentración mental mediante el estudio de las Escrituras.
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Esforzarme
por retener y entender lo que estudio.
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Asociar
ideas y conceptos adquiridos con anterioridad.
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Preguntarme
como se aplica lo que estudio o escucho a mi vida.
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Ejercitar
la mente diariamente como si fuera un músculo cualquiera
del cuerpo.
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Dejar
libremente que el Espíritu Santo accione sobre mis pensamientos
y sentimientos, regocijando mi corazón.
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Si este "entrenamiento"
se realiza con frecuencia, la mente no se fatigará y la reverencia
se anidará en nuestro ser y el Espíritu "soplará"
en nosotros "para que entendamos".
En contraposición, al estar entenebrecida y fatigada, la mente
se distraerá y la irreverencia se manifestará. En consecuencia,
las manos del Señor estarán atadas para bendecirnos
con la compañía de su Santo Espíritu.
En una oportunidad, al estar reverente durante una Reunión
Sacramental y buscando la guía del Espíritu a fin de
obtener luz, pude percibir con claridad que el Señor me indicaba
que se me otorgaría un llamamiento distinto al que en ese momento
tenía.
A las pocas semanas, el Presidente de la Estaca me relevó como
Secretario Ejecutivo y me llamó como el 1º Consejero del
Obispado de mi Barrio. Esto me enseñó una vez más
que Dios obra en nosotros en los momento de paz y reverencia.
Existen a nuestro alrededor sonidos, voces, imágenes, etc.,
que contribuyen a alejarnos del espíritu de la reverencia y
que invaden nuestra mente y nuestro ser de manera perturbadora, como
por ejemplo: programas de televisión, violencia desmedida,
pornografía, idolatría por personas que no muestran
ejemplos edificantes, ambición desmedida por lo material. |
Por
último, el Presidente Joseph F. Smith dijo: "Ninguna
persona con decoro irá a una casa dedicada al servicio de
Dios, para cuchichear, chismear, conversar o divertirnos de manera
inapropiada; es nuestro deber, más bien, refrenarnos a nosotros
mismos, prestar atención completa al orador y concentrar
nuestras mentes en sus palabras a fin de entender sus pensamientos
para nuestro beneficio y provecho." (Doctrina
del Evangelio, pag 327).
Testifico con toda la fuerza de mi ser que el Señor produce
un milagro en nuestras vidas santificándonos y purificándonos
al estar reverentes.
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