Aumentemos nuestro compromiso

El adversario sabe cómo desenfocarnos con cosas buenas del mundo, pero la exaltación requiere más que eso, requiere excelencia y divinidad.

Comienza un nuevo año y pareciera que mágicamente las fuerzas y esperanzas se renuevan. Un emotivo brindis tiene el poder de sanar golpes y magulladuras que un año complejo pudo haber dejado. Hablamos de metas, proyectos y sueños que renuevan el brillo en nuestros ojos.

El élder Neil L. Andersen, en la conferencia general de octubre de 2020, luego de dar un panorama de los tiempos difíciles y confusos en que vivimos, planteó nuestra responsabilidad para marcar una diferencia positiva: 

“¿Cómo hemos de responder ante nuestro mundo cambiante? Mientras algunos abandonan su fe, otros andan en busca de la verdad. Hemos tomado el nombre del Salvador sobre nosotros. ¿Qué más hemos de hacer?” (Élder Neil L. Andersen, Conferencia General octubre 2020, “Hablamos de Cristo”)

“¿Qué más hemos de hacer?” es una excelente pregunta para hacernos en esta época. Es probable que hayamos hecho mucho, pero también resta mucho por hacer. La exaltación –el máximo estado de felicidad y gloria dentro del reino celestial– es nuestro objetivo y lo alcanzaremos en la medida en que nos enfoquemos en aprender nuestros deberes con diligencia (DyC 107:99-100), nos dediquemos a hacer muchas cosas buenas y a efectuar mucha justicia (DyC 58:26-29).

Al bautizarnos en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días hicimos convenios sagrados que renovamos cada semana al participar de la reunión sacramental. En muchos casos tenemos llamamientos, entramos al templo e hicimos convenios más altos. Sin duda hacemos mucho pero a veces:

  • Pensamos que ya hicimos todo y nos relajamos
  • Nos distraemos con el mundo y perdemos tiempos valiosos.
  • Nos dejamos estar en hacer cambios en nuestras vidas.
  • Descuidamos nuestra relación con nuestro Padre Celestial y con Jesucristo…
  • y por ejemplo, llega el momento de renovar nuestra preciada recomendación para el templo y como tenemos deudas que arreglar (cosas no hechas, arrepentimiento pendiente) y nos sentimos flojos, en lugar de arreglar, dilatamos.

Cuando el mundo nos está presionando a tomar urgentemente posiciones, no podemos dilatar decisiones y actuar tibiamente. Es tiempo de aumentar nuestro compromiso y ser modelos del evangelio en práctica.

Alma introduce el problema de la pereza 

El presidente Russell M. Nelson nos invitó reiteradamente a procurar milagros. Los milagros fueron y son una característica del pueblo del Señor. Alma nos advierte que la pereza, no necesariamente un pecado que nos haga indignos de entrar al templo, puede ser la causa de que estas obras maravillosas no sean parte de nuestra vida personal y familiar. 

“Sin embargo, por motivo de que se efectuaron estos milagros por medios pequeños, se les manifestaron obras maravillosas. Más fueron perezosos y se olvidaron de ejercer su fe y diligencia, y entonces esas obras maravillosas cesaron, y no progresaron en su viaje.” (Alma 37:41)

Desafíos y adversidades

Muchas veces el Señor nos pone frente a situaciones difíciles, y pensamos que no podremos superarlas. Nuestra actitud debería ser “procurar ese milagro” y seguir los ejemplos del hermano de Jared o de Nefi, cuando el Señor les encomendó tareas para las que no estaban preparados, fuera iluminar los barcos o construirlos. 

El presidente Thomas S. Monson nos recordó lo necesario para lograr milagros: “…la fe precede al milagro. Siempre ha sido así y siempre lo será. No llovía cuando se le mandó a Noé construir un arca. No se veía ningún carnero en la zarza cuando Abraham se preparó para sacrificar a su hijo Isaac. José no veía todavía a los dos Personajes Celestiales cuando se arrodilló a orar. Primero viene la prueba de la fe, y luego el milagro. Recuerden que la fe y la duda no pueden existir en la misma mente al mismo tiempo, porque una hará desvanecer a la otra. Expulsen la duda; cultiven la fe”.””. (Pte. Thomas S. Monson, Liahona enero 2001, pág. 59-60)

Y también resaltó la importancia de no dejarnos vencer por lo difícil que puede parecer una situación o un objetivo: “El tener valor y no transigir es lo que trae la aprobación de Dios. El valor llega a ser una virtud real y atractiva cuando no sólo se considera como el estar dispuesto a morir con hombría, sino también como una determinación de vivir con decencia. Un cobarde moral es el que tiene miedo de hacer lo que sabe que es correcto porque otros puedan estar en su contra o burlarse de él. Recuerden que todos los hombres tienen sus temores, pero los que enfrentan sus temores con dignidad también son valientes“. (Pte. Thomas S. Monson, Liahona mayo 2004, pág. 54)

Imposible avanzar sin el templo

En las últimas conferencias reiteradas veces se nos ha explicado el lugar que el templo debe ocupar en nuestra vida y qué será difícil sobrevivir en estos tiempos sin la ayuda e inspiración que podemos recibir en la Casa del Señor. 

Asistir y servir en el templo:

  • Nos ayuda a tener un diálogo franco con el Señor.
  • Si estamos enojados… Él nos calmará…
  • Si alguna situación nos enoja… Él nos abrirá la mente…
  • Si estamos aburridos… Él nos ayudará a tener proyectos que nos apasionen…
  • Si nos sentimos cansados… Él nos dará fuerzas.
  • Si pecamos… Nos dará su abrazo y nos acompañará en el camino de regreso.

Sea que tengamos que empezar a asistir al templo o hacerlo con más frecuencia, o arrepentirnos para obtener nuestra recomendación, el momento de decidir y actuar es hoy. Arreglemos cualquier situación y renovemos nuestra recomendación con suma urgencia. El Señor nos acompañará en el proceso.

Disfrutar de la vida con el Señor

A nuestra mente puede costarle comprender la magnitud de nuestro potencial y de las promesas. Hay tesoros reservados únicamente para los fieles. Si bien en cualquier situación y lugar podemos recibir revelación, el templo es el ambiente ideal para comprender nuestra vida y la eternidad. 

Doctrina y Convenios 76

53 y son quienes vencen por la fe,
58 De modo que, como está escrito, son dioses, sí, los hijos de Dios.
59 Por consiguiente, todas las cosas son suyas, sea vida o muerte, o cosas presentes o cosas futuras, todas son suyas, y ellos son de Cristo y Cristo es de Dios.
60 Y vencerán todas las cosas.

Doctrina y Convenios 132

22 Porque estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la exaltación y continuación de las vidas, y pocos son los que la hallan, porque no me recibís en el mundo ni tampoco me conocéis.
23 Mas si me recibís en el mundo, entonces me conoceréis y recibiréis vuestra exaltación; para que donde yo estoy vosotros también estéis.
24 Esto es vidas eternas: Conocer al único Dios sabio y verdadero, y a Jesucristo a quien él ha enviado. Yo soy él. Recibid, pues, mi ley.

Si bien hay mucho camino para recorrer, no es necesario esperar a resucitar para disfrutar de la vida con el Señor. ¡Hoy ya podemos hacerlo!

Esforzarnos por transitar la senda de los convenios cada día de nuestras vidas y enfocarnos en nuestro potencial eterno nos permitirá disfrutar de Su compañía cada día y no ocasionalmente. Somos socios al haber hecho convenios con Él y eso hace que tengamos todo para ganar y nada para perder.

Todo para ganar y nada para perder

“¿Qué más hemos de hacer?”

Estoy seguro que cada uno de nosotros sabe en este momento qué debe cambiar, qué debe mejorar, qué más debe hacer. Siempre podemos aumentar nuestro compromiso, pero el comienzo de un nuevo año suele encontrarnos más dispuestos a pensar en metas y cambios. 

Al estar en el salón celestial, al pasear por los jardines del templo, al cerrar nuestros ojos cada noche, recordemos que la exaltación es nuestro objetivo y que cualquier dilación por pereza nos retrasa y arriesga. 

El adversario sabe cómo desenfocarnos con cosas buenas y atractivas del mundo, pero la exaltación requiere más que algo bueno, requiere excelencia y divinidad. Puede costar, pero, otra vez, tenemos todo para ganar y nada para perder.

EXALTACIÓN
“El máximo estado de felicidad y gloria dentro del reino celestial.”

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