El poder de un libro

La gran diferencia entre los demás libros que he leído y este es que, al leerlo, puedo orar y recibir confirmación divina de su veracidad.

Cuando tenía 18 años pasaron por mi casa un grupo de jóvenes evangelistas vendiendo libros con el fin de recaudar dinero para un comedor de su comunidad. Les compré uno que era pequeño de tamaño y comencé a leerlo. Enseguida me atrapó ya que era una dulce historia de amor entre dos jóvenes que fortalecen su relación luego de un accidente.

Comencé a descubrir cuánto me gustaba leer; y como encontraba el tiempo para hacerlo, a pesar de que mi hijito tenía 1 año, seguí con Guy des Cars (escritor francés), luego Poldy Bird (argentina, contemporánea) y varios libros más. Todo ese tipo de literatura me agradaba y cada vez que conversaba con alguien que tenía el mismo gusto, recordábamos algunas historias.

Ya en mi época de madurez, un libro cambió mi vida. Dicho de esta manera puede resultar exagerado pero realmente fue así. Sólo buscaba “ser feliz”, ese era mi único pensamiento. Y este libro era diferente a la literatura que acostumbraba leer.

Es la historia de una familia que sale de su lugar de origen para cumplir con un propósito, recorriendo una larga travesía llena de desafíos, muertes, riquezas y pobrezas. Pero lo que más me sorprendió fue el entendimiento que comencé a tener en asuntos de mi vida que no tenían nada que ver con lo que leía.

Lehi y su familia salen de Jerusalen
Lehi y su familia salen de Jerusalen

Empecé a ordenar situaciones emocionales, comencé a ver más amor y unión en mi propia familia y lo más dulce fue encontrar una suave brisa de paz. Era una sensación única. La primera vez que lo leí no percibí que ese libro tenía tal poder. Entonces decidí leerlo por segunda vez ya que algunas historias no las tenía muy claras.

Mi entendimiento comenzó a ver una luz y cada página aclaraba mi mente. Mi vida personal tenía algunos desafíos parecidos a los que leía en este libro; cuando lo reconocía acudía a él para ver como lo habían solucionado los protagonistas y lo aplicaba en mi vida luego. Vi que los resultados eran buenos, empecé recién ahí a darme cuenta que había algo poderoso que no podía explicar. Decidí leerlo por tercera vez y empezaron a llover bendiciones que no me esperaba ya que las había pedido a Dios hacía mucho tiempo. No podía dejar de arrodillarme para agradecer y que nuevamente reconociera más bendiciones.

“Hay un poder en el libro de Mormón que empezará a fluir en su vida en el momento en que empiece a estudiarlo seriamente. Encontrarán mayor poder para resistir la tentación. Encontrarán poder para evitar el engaño; encontrarán poder para mantenerse en el camino estrecho y angosto. Les imploro de todo corazón que consideren con gran solemnidad la importancia del Libro de Mormón para ustedes en forma personal y para la iglesia en forma colectiva” (Ezra Taft Benson-Liahona enero 1987).

Comencé a investigar temas que me interesaban tales como cuántas veces aparecen los nombres y títulos dados a Jesucristo; las veces que se nombra al Espíritu Santo y otras. En cada lectura me desasnaba de nuevas impresiones y me veía absorta en el estudio, con un testimonio de saber que lo que leía es verdad.

Supe con certeza que esto que estaba pasando en mi vida era por el poder que emanan esas letras escritas, que provienen de los profetas del Señor para nuestro progreso personal. Sé que necesitó cada día de una porción de este libro para equilibrarla, para fortalecer mi fe, mi conocimiento de Jesucristo y por sobre todo renovar mi agradecimiento al profeta José Smith quien valientemente cuido y protegió este libro tan sagrado.

La gran diferencia entre los demás libros que he leído y este es que, al leerlo, puedo orar y recibir confirmación divina de su veracidad. Les aseguro que es verdad. Agradezco tener este libro en mi hogar; agradezco tener la vista para leer; agradezco a mis padres que me enseñaron a confiar en las cosas del Señor. Aquel que tenga este maravilloso libro, por favor intente obtener el poder que produce y no podrá separarse de él nunca más.

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