Papá: Mi Fan número 1

Los padres son nuestros fans número 1, listos para ocupar los primeros asientos y aplaudirnos en el escenario o alentarnos en proyectos.

Un fin de semana especial tuve la oportunidad de visitar uno de mis lugares favoritos en Buenos Aires: el Templo. Disfruto de esta experiencia al máximo, en todos los sentidos. Aprovecho para conectarme conmigo misma desde el día anterior, o incluso diría que desde la semana anterior, ya que reservo ese día para el viaje y mi mente comienza a visualizar las experiencias.

La alarma para ese día no es la habitual. El viaje en tren es algo único para mí; desde que lo descubrí, lo amé (aunque, evidentemente, viajar en auto es más cómodo, en esta etapa de mi vida, el tren cumple una función especial). La sensación de paz que siento al divisar el templo desde el colectivo es inigualable, y ni hablar de la serenidad que me envuelve cuando paseo por los jardines.

Todo se hace especial yendo a lugares especiales, y a veces un lugar se vuelve más especial estando con algunas personas. Ese fin de semana, transitando por uno de los caminos que llevan a la puerta de entrada, vi a una hermosa pareja sacándose una selfie. Como es más fuerte que yo y me es imposible contenerme, me ofrecí para sacarles una foto (amo la fotografía: cuando voy al templo, mi galería de fotos hace estragos con la memoria del teléfono, jaja).

Fan número 1

Ante mi ofrecimiento, el esposo me sorprendió al preguntarme: “¿Usted es Correa, no? Obvio que nos gustaría que nos saque una foto”. Luego de hacerlo, le pregunté de dónde me conocía, y me respondió sonriente: “Por tu fan N°1, tu papá. Tu papá siempre publica fotos tuyas y de tus hermanos”.

Cada uno continuó su camino, y mi corazón se llenó nuevamente de gratitud al pensar en mis padres. Ellos son esos fans que están siempre en las primeras gradas, en los primeros asientos frente al escenario, los primeros en darnos aliento para no decaer; siempre dispuestos a ayudarnos a dar esos pequeños pasos cuando apenas sabemos gatear. Son los primeros en curar nuestro corazón y nuestra alma. Siempre están listos para animarnos, curarnos, sanarnos, abrazarnos, alentarnos, apoyarnos, orientarnos y aconsejarnos. Podría pasar horas describiendo todo lo que hacen por nosotros.

El padre es nuestro fan numero 1
El padre es nuestro fan numero 1

Mes del padre

Tal vez al leerme, tengas a tu papá lejos, estés alejado por alguna circunstancia, haya fallecido, o quizás no lo hayas conocido, pero estoy segura de que alguien cumplió ese rol paternal y pudo hacer todo eso que mencioné y mucho más. Siempre agradezco por mi papá, y también por mi mamá, pero otro día les contaré sobre ella. No porque sea menos importante, sino porque ¡este mes es el del padre!

Título sin certificado

Ser padre, es uno de los títulos que no se logra por haber hecho un curso o tener un certificado, ni siquiera por leer un libro de cómo serlo. Simplemente se es y se va aprendiendo en el transcurso de las distintas etapas de los hijos. Puede ser tu último día de vida y te garantizo que vas a seguir aprendiendo a serlo.

No puedo hablar en base a mi experiencia de padre, porque como mujer nunca podré serlo, ni tampoco como madre, porque aún no lo soy. Pero sí puedo hablar desde el punto de vista de hija; y desde esa perspectiva, como una vez lo dije en mi libro “Corriendo al Tiempo”, los padres son individuos que seguimos conociendo continuamente. Cada vez que los conoces un poco más, tu amor y respeto hacia ellos, crece.

El padre con el transcurrir de los años

A veces como hijos nos enojamos, porque sentimos que ellos no nos entienden, y nos sentimos incomprendidos; no comprendemos su preocupación y su amor. Eso me hizo acordar a un poema de Ann Landers, “Mi padre cuando yo tenía”

“4 años: Mi papá puede hacer de todo.
5 años: Mi papá sabe un montón.
6 años: Mi papá es más inteligente que el tuyo.
8 años: Mi papá no sabe exactamente todo.
10 años: En la época en que mi papá creció, las cosas seguramente eran distintas.
12 años: Oh, bueno, claro, mi padre no sabe nada de eso. Es demasiado mayor para recordar su infancia.
14 años: No le hagas caso a mi padre. ¡Es tan anticuado!
21 años: ¿Él? Por favor, está fuera de onda, sin recuperación posible.
25 años: Papá sabe un poco de eso, pero no puede ser de otra manera, puesto que ya tiene sus años.
30 años: No voy a hacer nada hasta no hablar con papá.
40 años: Me pregunto cómo habría manejado esto papá. Era inteligente y tenía un mundo de experiencia.
50 años: Daría cualquier cosa porque papá estuviera aquí para poder hablar esto con él. Lástima que no valoré lo inteligente que era. Podría haber aprendido mucho de él”.

Fuente de apoyo y consulta

Uno de los que más me tocó las fibras más profundas, fue el de los 30 años, por la especial relación que tengo con mi papá, y por la posibilidad de consultarle. Siempre tengo su apoyo en cualquier decisión que tome (si es coherente, claro jaja).

Charlando con un buen amigo, reflexionábamos –pese a que ninguno de los dos somos padres– un poco sobre nuestros padres y de su rol en nuestras vidas. Sin ellos, tal vez no podríamos haber sido las personas que somos nosotros hoy en día. Y te recuerdo que esto no solo aplica al padre biológico; aplica a todo aquel a quien creas y sientas que cumplió ese rol.

Un llamado valioso

Más allá de que ellos decidan cumplir o no con ese rol, estoy segura de que debe ser un gran peso llevar ese título que no tiene remuneración ni certificado. Pero de lo que sí estoy segura, es que debe ser hermoso escuchar por el resto de tu vida que te llamen “papá, papi, pá, papucho”. 

Si eres padre y estás leyendo esto, seguramente puedas decirme que en algunos momentos ya no quieres escuchar más el “papá” porque sé que somos inquietos, tenemos energía para rato, y llega un momento en que tus fuerzas se acaban y necesitas descansar. Pero te aseguro que, para nosotros, eres más que un héroe de esos que vemos juntos en las películas.

Papa, papi, pa, papucho, un llamado valioso
Papa, papi, pa, papucho, un llamado valioso

Un deseo desde el corazón

Así que si estás leyendo esto y eres papá, simplemente quería agradecerte por ser mi héroe y por no dejar que me rinda y tire la toalla nunca. Gracias por llevar uno de los mejores títulos que un hombre puede llevar.

Y en medio de esta charla, te pido disculpas por dejarte acá, pero me está llamando mi papá. Para él y para vos ¡Muy feliz día!

Los comentarios están cerrados.