Me gusta entenderte

¿Cómo me estoy comunicando?” Esta pregunta me la he hecho algunas veces cuando escucho a alguien decir “vos no me entendés”, “no sabes nada”, “eso es de tu época”, “vos me interpretas mal”, “no es eso lo que te dije”, etc.

Cuando hay adolescentes en una familia es muy normal escuchar esto, pero también sucede con el resto de las personas. Estas situaciones de no encontrarse en el diálogo genera sentimientos opuestos tales como preocupación, temor, frustración, impotencia, enojo, ansiedad, y todo mezclado con mucho amor pues hay un deseo de generar vínculos.

Para poder tener una buena comunicación es necesario tener un buen aprendizaje, poder realizar un reconocimiento de que necesito relacionarme con el otro. Pero eso comienza conmigo mismo.

El hacer un reconocimiento es fácil pero lograr dentro de uno una apertura para percibir lo positivo de los demás y adquirir la habilidad de expresarlo significa una apertura al buen diálogo. Muchas veces somos nosotros los que ponemos obstáculos en la conversación por que no sabemos interpretar el mensaje o desconocemos lo que sucede.

Un ejemplo en el Libro de Mormón, uno de mis favoritos, es el del Capitán Moroni. Un joven jefe de los ejércitos nefitas, valiente, decidido y dispuesto a luchar por buenas causas; le enseñó a su pueblo a amar a Dios, la religión, la libertad, paz, a sus esposas e hijos. Era muy amado y respetado por todos. Se vivían épocas de muchas guerras en la tierra. Tal es así que en una de las ciudades se encontraban luchando 2000 jóvenes bajo las ordenes de Helamán, quienes desarrollaron tanta fe que el Señor los cuidaba y tenían buenos resultados en sus batallas.

A pesar de eso, sabían que necesitaban un refuerzo de personas y de víveres así es que acudieron al capitán Moroni, quien de manera urgente le mandó una epístola al gobernador Pahorán para que le mandase provisiones y ayuda para los dos mil jóvenes que se encontraban luchando. Pero debido a que el tiempo pasaba y no llegaba la solución decidió mandar nuevamente una epístola al gobernador reprochándole con palabras muy duras su actitud, juzgándolo de insensible y de ser el responsable de lo que les sucediera.

Esto, en la mente y el corazón de Moroni, seguramente lo llevó a estar triste y deprimido pensando: “el gobernador se olvidó de los pobres y de los necesitados, él está bien en donde se encuentra”. Pero para sorpresa, el gobernador Pahorán se encontraba en peor situación ya que estaba preso por los rebeldes que deseaban su asiento judicial y él no podía hacer nada.

En su gran amor a su amigo Moroni, el gobernador le contestó diciéndole: “Me has censurado pero no importa, no me enojo, antes me regocijo en la grandeza de tu corazón”.

“La flauta y el arpa forman armonioso concierto, pero la lengua amorosa las aventaja”, “Uno es dueño de lo que calla… y esclavo de lo que habla” (Lao-Tse)

Me pongo a pensar en cómo actúo cuando un hijo viene y dice: “Mamá, me saqué un 8 en la prueba matemática”. ¿Qué le respondo? : “Podrías haberte sacado un 10!! Vos das para más… ¡si hubieses estudiado!” ¿Qué sentimiento le habré ocasionado con mi respuesta? Seguramente de culpabilidad, de impotencia, de humillación, y de tristeza.

Una persona que no se siente bien tiende a deprimirse a aislarse, a encerrarse, o se muestra agresiva y a veces muchos de estos malestares y dificultades tan comunes en la vida cotidiana se originan por la falta de comunicación.

Cuando una persona se siente aceptada, escuchada, comprendida y amada le estamos dando una escucha activa que favorece la salud emocional y la estamos ayudando a sentirse como lo que es: “un ser especial en la tierra”.

“Y la misma sociabilidad que existe entre nosotros aquí, existirá entre nosotros allá, pero la acompañará una gloria eterna que no conocemos” DyC 130:2

Sólo espero cada día aprender a comprender mejor la manera en que me comunico con mis hermanos, amigos, vecinos, familiares, y aún con los que viven tan lejos que solo lo hago por Internet o por teléfono. Quiero que puedan sentir el amor que les tengo. Este sentimiento me lo enseñó un Amigo que es de todos, cuando les pidió a sus amigos que lo acompañaran y ellos se quedaron dormidos. Me lo demostró un Hermano que es de todos, cuando otro le preguntó qué es nacer de nuevo ya que no comprendía, pero Él le explicó. Me lo recordó el Padre cuando un joven tenía dudas y no sabía a qué iglesia unirse.

Cuando yo trato de entender al otro y ponerme en su lugar veo que es posible, porque Él lo pudo hacer. Como lo hizo con el Capitán Moroni y el gobernador Pahorán, Él conoce el corazón de sus hijos, conoce las intenciones y por eso es que les da experiencias para su progreso. Por algo nos relacionamos, para encontrar lo mejor que tiene nuestro hermano.

Cada domingo mientras me dice “recuérdame siempre para que puedas tener mi espíritu contigo“, es un llamado a mi conciencia que me anima a dialogar como Él lo hace conmigo. Entonces yo debo hacerlo con el otro, con los que amo y con los que no me aman, con los que conozco y con los que no me conocen. Su amor es tan infinito que traspasa cualquier barrera; si trato de ponerlo en práctica todos los días con los que me rodean sentiré que, al menos, habré intentado comunicarme en el mismo idioma del Salvador.

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