Sugerencias para preparar un mensaje para la reunión sacramental

Recibir la asignación de dar un mensaje en la reunión sacramental implica mucho más que hablar algunos minutos desde el púlpito.

NOTA
Este artículo está preparado para ser usado en una charla, noche de hogar, clase o actividad. Puedes hacer CLICK AQUI y accederás a la presentación interactiva.

Preparar un mensaje para la reunión sacramental es una oportunidad especial para compartir pensamientos y experiencias espirituales con la congregación y contribuir al propósito de la reunión de adorar, edificar la fe y el testimonio, y acercar a los miembros a Jesucristo. 

Más allá de la habilidad que podamos tener en la oratoria, lo más importante es esforzarnos por tener la compañía del Espíritu Santo, tanto en la preparación como en la exposición del mensaje. Con Su guía, podremos llegar al corazón de los presentes y afectar positivamente sus vidas.

21 Por tanto, ¿cómo es que no podéis comprender y saber que el que recibe la palabra por el Espíritu de verdad, la recibe como la predica el Espíritu de verdad?
22 De manera que, el que la predica y el que la recibe se comprenden el uno al otro, y ambos son edificados y se regocijan juntamente. (DyC 50:21-22)


Si bien hablar en público puede generarnos días de nervios, aceptar la asignación tendrá repercusión en el resto de nuestras vidas. Nos daremos cuenta de ello al tener que exponer en un acto de la escuela, o hacer una presentación en el trabajo o en la universidad. 

Es cierto que no es fácil pararnos ante la congregación la primera y la segunda vez, pero el Señor sabrá de nuestros temores y cómo ayudarnos a superarlos con éxito. 

Comparto en base a mi experiencia algunas sugerencias que me ayudan a preparar mensajes.

1.- Reflexión y Oración

Antes de comenzar a preparar tu mensaje, tómate un tiempo para reflexionar y orar. Lo ideal es iniciar este proceso con varios días de anticipación. Anota las ideas que te vengan a la mente y no confíes en tu memoria. Es de mucha importancia identificar cuáles serán las cosas que ayudarán más a los asistentes de la reunión y cuáles son las cosas que el Señor desea que digamos en referencia al tema asignado por el obispado o elegido por nosotros, si nos dieron esa opción.
Si dejamos para último momento la preparación del mensaje, es probable que perdamos oportunidades valiosas de enriquecernos con el proceso de “estudiarlo en nuestra mente” (DyC 9:8-9) y con el sensible idioma del Espíritu que “iluminará nuestra mente” (DyC 12:13).

Antes de comenzar a preparar tu mensaje, tómate un tiempo para reflexionar y orar
Antes de comenzar a preparar tu mensaje, tómate un tiempo para reflexionar y orar

Establece una hora cercana a la fecha en que tendrás que dar el mensaje para repasar todas las notas que hayas tomado, y poner en limpio todo el material preparado y analizado. Dejar para último momento este proceso aumenta el riesgo de que nuestras palabras no tengan el poder de llegar al corazón y a la mente de los miembros.

2.- Tema del mensaje

Aquí quisiera destacar tres opciones que suelen presentarse:

  1. Un mensaje bien asignado nos hará saber el tema del mismo, el objetivo, que da el enfoque esperado, y el tiempo de duración. Por supuesto, la fecha de la reunión en la que tendremos que darlo.
  2. En algunas unidades asignan un mensaje dando como tema o guía un discurso de algún líder en alguna conferencia general. En este caso, tendremos que identificar nosotros el tema, decidir el enfoque que aplicaremos y luego desarrollar nuestro propio mensaje. No deberíamos limitarnos a comentar un mensaje que otro preparó aunque sea más fácil.
  3. Ocasionalmente, la asignación será con “tema libre”, lo cual aumenta más nuestra responsabilidad de buscar la inspiración. Si bien podemos tener temas preferidos o de mayor dominio, nuestro mensaje será excelente cuando refleje la voluntad del Señor y no solo la nuestra. Asegúrate de que el tema que elijas esté centrado en principios del evangelio y enriquezca la experiencia espiritual de los presentes.

Si nos asignan hablar sobre un tema específico, no debemos por nuestra cuenta decidir hablar de otro porque puede afectar el planeamiento de la reunión. Si preferimos hablar sobre otro aspecto del evangelio, podemos transmitir la inquietud al miembro del obispado que nos asignó para obtener su autorización. 

3.- Material para el mensaje

Un mensaje puede incluir escrituras, citas de autoridades de la Iglesia y/o de reconocidos pensadores/escritores, experiencias personales, relatos y ejemplos que respalden conceptos.

Nuestros análisis y pensamientos sobre el tema también tienen un valor por demás importante. Leer lo que Nefi opina sobre obedecer al Señor en 1 Nefi 3:7 tiene mucha fuerza, pero nuestra propia afirmación en base a nuestro testimonio sobre la obediencia y la confianza en el Señor probablemente llegue con más poder al corazón de las personas.

Tener junto todo el material seleccionado nos ayudará tremendamente cuando comencemos a armar el mensaje. Para ejemplificar este proceso, es como cargar en nuestra memoria, –un disco rígido de altísima capacidad no igualado por el hombre– toda esa información que luego será procesada y utilizada en conjunto por nosotros y el Espíritu cuando estemos en la instancia de dar forma y/o exponiendo nuestro mensaje.

Establece un tiempo para dar fin a la búsqueda y el análisis del material para incluir en nuestro discurso y no te tientes a extenderlo o perderás tiempo valioso para la selección y el armado final.

4.-Tiempo

El tiempo asignado es una ayuda importante para una buena preparación del mensaje y fundamental para el buen desarrollo de la reunión. En principio significa un tiempo máximo y la flexibilidad permite solamente hablar un minuto menos y no a extendernos. Hablar más minutos no es respetuoso y afecta la reverencia de la reunión. Si hay otros oradores después que nosotros, ellos tendrán menos tiempo. Si somos los últimos en hablar, estaremos afectando el fin de la reunión en el horario establecido.

Ahora, puede suceder que sobre el transcurso de la reunión o unos minutos antes, nos digan que, por algún motivo, tenemos más o menos tiempo para hablar.  Eso da lugar a la siguiente sugerencia.

5: Armado del mensaje

El mensaje debe estar cuidadosamente armado, con especial atención en el comienzo y el final.

El inicio debe captar la atención de la audiencia de manera eficaz y rápida, adaptándose al tiempo asignado para la presentación. Aún contando con suficiente tiempo, los primeros dos minutos son fundamentales para ganar la atención de la congregación. Se puede lograr esto a través de una experiencia personal, un relato, la presentación de una incógnita o una cita impactante.

Por otro lado, el final debe reafirmar las conclusiones presentadas, el objetivo del mensaje y no debería faltar un testimonio personal sobre el tema expuesto. 

El tiempo dedicado al desarrollo del tema presenta el desafío de mantener el interés de los presentes. Es importante hacerlo de una manera variada seleccionando cuidadosamente el material con la ayuda del Espíritu. Decidir qué utilizar, qué dejar en segundo plano y qué enviar a archivo para usar en otra oportunidad, es un desafío, pero es crucial para exponer con claridad los conceptos deseados. 

También es importante evitar ramificar demasiado la idea principal, ya que esto consume tiempo y puede desviar la atención del oyente hacia otros temas. Es recomendable planificar de antemano qué partes del desarrollo se podrían omitir si nos dijeran que contamos con menos tiempo del asignado originalmente, así como qué material agregaremos en caso que nos digan que hablemos, por ejemplo, 5 minutos más..

Al margen de lo cuidadosamente planeado que esté nuestro mensaje, es importante que siempre estemos atentos a las indicaciones del Espíritu, aún mientras estemos discursando. Podrían venir a nuestra mente ideas o palabras que antes no identificamos y que reforzarán nuestra exposición. 

6.- Escribir el mensaje

Escribir el mensaje no significa necesariamente que tengamos que leerlo, pero es muy útil por varias razones:

  • Nos ayuda a ordenar nuestras ideas y nos facilitará transmitirlas con claridad a la congregación.
  • Nos permite asegurarnos que estemos dentro del tiempo asignado
  • Nos sirve como una guía al momento de estar hablando
  • Pasa a formar parte de un valioso archivo personal, que registra nuestra manera de pensar y sentir. 

Conviene escribirlo un día y volver a leerlo otro día. Seguramente haremos cambios cada vez que lo leamos.

Es una buena práctica usar encabezados para destacar conceptos, así como resaltar de alguna forma las frases o párrafos que sintamos importante destacar. 

Probablemente comencemos con un borrador sobre el que vayamos haciendo agregados con tachaduras y notas. Es conveniente llegar al púlpito con un original limpio para evitar confusiones al estar hablando.

Más allá de que uses una tablet cuando estés frente a la congregación, es una buena práctica preventiva tener una versión en papel a disposición y/o tener nuestras notas en una nube a la que podamos acceder desde otro dispositivo. 

Usar el smartphone puede complicarnos y hasta generar distracciones en los presentes, cuando nos cuesta leer una cita, o se nos “pierde” una escritura al intentar buscarla. 

7.- Práctica

Si sientes nervios ante la gran responsabilidad de dar un mensaje en público, ayuda mucho practicar la presentación de tu mensaje en voz alta, frente a un espejo, a un familiar o amigo de confianza. Esto te ayudará a familiarizarte con el contenido y a tener una mejor fluidez al momento de compartirlo en la reunión sacramental. Además, la práctica te dará la oportunidad de ajustar la duración y los matices en tu discurso.

Si sientes nervios ante la gran responsabilidad de dar un mensaje en público, ayuda mucho practicar la presentación de tu mensaje en voz alta
Si sientes nervios ante la gran responsabilidad de dar un mensaje en público, ayuda mucho practicar la presentación de tu mensaje en voz alta

8: Preparación Espiritual

Antes de la reunión sacramental, dedica un tiempo a la preparación espiritual. Ora una vez más para pedir tranquilidad, identificar la guía del Espíritu al dar tu mensaje y poder llegar al corazón de las personas. 

Trata de mantenerte concentrado y confiar en la diligencia que has tenido para preparar el mensaje asignado y confiar en las promesas que el Señor ha dado. Por mencionar algunas cito: 

Doctrina y Convenios 8:2
“Sí, he aquí, hablaré a tu mente y a tu corazón por medio del Espíritu Santo que vendrá sobre ti y morará en tu corazón”.

Doctrina y Convenios 11:13
“Te daré de mi Espíritu, el cual iluminará tu mente y llenará tu alma de gozo;”

9.- Discursos preparados “por las dudas”

Seguramente todos hemos estado ante un miembro del obispado preguntándonos si podemos tomar un tiempo en la reunión sacramental, con una noche o apenas 30 minutos de anticipación, por distintos motivos. Por supuesto, siempre podemos elegir algunas escrituras e improvisar y hablar y hablar en la reunión, o bien negarnos con excusas variadas.

Imaginen la cara del miembro del obispado si nuestra respuesta es: “Claro. No hay problema. ¿Cuánto tiempo? Tengo un mensaje sobre este tema y otro sobre este otro. ¿Cuál prefiere?”

Esto no significa que la reunión no haya estado bien planeada. Siempre hay hijos que se enferman, imprevistos que demoran o urgencias que nos limitan. Estar siempre preparado es ser un buen instrumento en las manos del Señor para que la reunión sacramental eleve y fortalezca a los miembros, y obviamente a nosotros.

Por otro lado, cuando se nos asigna un mensaje es muy probable que nosotros terminemos siendo los más beneficiados por todo lo que significa el proceso de prepararlo. Tal vez tengamos 15 minutos para hablar ante la congregación, pero nosotros nos quedamos con la riqueza de horas de búsqueda, análisis y estudio. 

10.- Archivo

Elegir un buen sistema de archivo de materiales (citas, relatos, etc.), así como de los mensajes que hemos dado o preparado para dar es de altísima importancia. 

  • Es material ya analizado e incorporado en nuestra mente. 
  • Nos permitirá combinarlo de muchas formas ante nuevas oportunidades de exponer.
  • Nos ayudará en momentos de reflexión
  • Formará parte de nuestro diario personal, registrando nuestros pensamientos y sentimientos
  • Será un legado valioso para nuestra descendencia.

La vida pone a nuestro alrededor infinidad de situaciones, experiencias y ejemplos que podemos utilizar en nuestras exposiciones. Sólo debemos estar atentos y asegurarnos de registrarlos de alguna manera. 

No deseo explayarme en este momento sobre cómo hacerlo pero lo importante es que tengamos un sistema de archivo que nos sirva y que sea simple para nosotros.

Recibir la asignación de dar un mensaje en la reunión sacramental implica mucho más que hablar 15 minutos en una congregación. Si nos preparamos adecuadamente, será el momento de disfrutar de un tiempo de estudio y diálogo con el Espíritu que nos fortalece y nos edifica. Después de todo, estamos siguiendo la guía que el Señor nos ha dado:

“Ni os preocupéis tampoco de antemano por lo que habéis de decir; mas atesorad constantemente en vuestras mentes las palabras de vida, y os será dado en la hora precisa la porción que le será medida a cada hombre” (Doctrina y Convenios 84:85).

Tal vez una de nuestras frases toque el corazón de uno de los presentes en la reunión y cambie su vida, pero sin duda, todo este proceso de preparación habrá cambiado la nuestra.

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