Un testimonio puro en la reunión de testimonios
Podemos enriquecer las reuniones de testimonio asegurándonos de compartir con la congregación nuestro breve testimonio puro de Jesucristo.
Un domingo al mes –en general los primeros domingos de cada mes– los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días tenemos la oportunidad de participar de la reunión de testimonio del barrio. Es la reunión sacramental pero, en lugar de tener discursantes asignados después de la administración de la Santa Cena, todos los miembros que lo deseen pueden subir al estrado y ofrecer su testimonio de Jesucristo o de algún principio o doctrina.
Según el Manual General de instrucciones, el propósito de la reunión es: “Tomar la Santa Cena y fortalecerse unos a otros al dar testimonio de Jesucristo y de Su evangelio.” y agrega: “Si pueden ayunar, se insta a los miembros a asistir a la reunión ayunando”.
Por este motivo, se hace mención a ella como “Reunión de ayuno y testimonios”.
Al igual que la reunión sacramental, la duración es de 60 minutos, pero el tiempo dedicado a los testimonios rondará los 25 a 30 minutos.
El manual general también menciona unas pocas y simples pautas para el desarrollo de la reunión:
“En la reunión de ayuno y testimonios, no hay discursantes designados ni números musicales especiales. En su lugar, la persona que dirige da un breve testimonio y luego invita a los miembros de la congregación a dar su testimonio”.
Aclara también: “Dar testimonio significa declarar las verdades del Evangelio según lo inspire el Espíritu Santo. Los testimonios deben ser breves, con el fin de que puedan participar muchas personas” (Manual General de Instrucciones – 29.2.2 La reunión de ayuno y testimonios).
Con la experiencia de muchos años participando en reuniones de testimonio, hay algunas cosas importantes para tener en claro, sea como líderes y/o como participantes, para ayudar a que esta reunión pueda cumplir con la consigna de “fortalecernos unos a otros”:
Concepto de “breve” mencionado en el manual general
Si bien el manual no específica la medida de “breve”, quien dirige la reunión enseñará con su ejemplo la equivalencia de tiempo cuando cumpla con la pauta de dar “un breve testimonio” y luego invitar a que los miembros “sean breves”. Si él usa 1 minuto, los miembros en general seguirán su ejemplo. Pero también seguirán su ejemplo si usa 5 minutos. Obviamente, para lograr cumplir con la consigna de que puedan dar su testimonio “muchas personas”, el tiempo debería rondar entre 1 y 2 minutos.
Haciendo un cálculo rápido, si cada testimonio dura 2 minutos en promedio, se podrán compartir entre 12 y 15 testimonios durante la reunión.
¿Es poco 2 minutos para un testimonio puro de Jesucristo? En realidad, no. El presidente Spencer W. Kimball dijo: “Es asombroso lo que se puede decir en sesenta segundos de testimonio, o en ciento veinte o en doscientos cuarenta; o en cualquier tiempo del que se disponga, si uno se limita a testificar” (El qué, el porqué y el cómo de ofrecer un testimonio, por el presidente Spencer W. Kimball (1895–1985).
La clave está en que usemos ese tiempo para testificar.
Centrarnos en lo que es un testimonio de Jesucristo
Al igual que en el “concepto de breve”, quien dirija la reunión marcará en gran medida el modelo de lo que es un testimonio. Si lee escrituras, cuenta relatos, experiencias, habla de sus adversidades, lee citas, amonesta o exhorta, en lugar de centrarse en dar un testimonio puro de Jesucristo, podemos anticipar que muchos de los que pasen a hablar harán lo mismo.
Obviamente, es imposible exponer todo nuestro testimonio en uno o dos minutos, pero uno debe identificar por el espíritu sobre qué desea testificar sobre Jesucristo específicamente en esa reunión, en forma concisa y clara, y simplemente hacerlo.
El presidente Russell M. Nelson, enseñó en cuanto al contenido de nuestro testimonio: “Después de la Santa Cena, el hermano que dirige da su testimonio en forma breve y luego invita a los miembros a que testifiquen brevemente y de corazón acerca del Salvador, de Sus enseñanzas y de la Restauración” (Adaptado de un discurso pronunciado en la reunión mundial de capacitación de líderes celebrada el 21 de junio de 2003. Publicado en Liahona agosto 2004)
Testimonios puros enriquecen la reunión
El gran poder del testimonio radica en expresar lo que hemos llegado a saber por medio del Espíritu. La reunión de testimonio no es el lugar para un detallado y extenso relato. Debemos resumir en muy pocas palabras lo que sabemos y testificamos, y la fuerza del Espíritu hará vibrar a los miembros en sintonía.
El élder M. Russell Ballard expresó al respecto:
“La experiencia que he tenido por toda la Iglesia me lleva a preocuparme de que demasiados testimonios de nuestros miembros se basan en decir ‘Estoy agradecido’ y ‘Amo a’, y que muy pocos son capaces de decir con humilde pero sincera claridad: ‘Yo sé’. Como resultado de ello, nuestras reuniones a veces carecen del fundamento espiritual rico en testimonio que conmueve el alma y que surte un impacto significativo y positivo en la vida de las personas que los escuchen.
“Nuestras reuniones de testimonio se deben centrar más en el Salvador, en las doctrinas del Evangelio, en las bendiciones de la Restauración y en las enseñanzas de las Escrituras. Debemos reemplazar los relatos, los itinerarios de viajes y los sermones con testimonios puros”. (M. Russell Ballard, “Testimonio puro”, mensaje dado en la Conferencia general octubre 2004 – Negrita del autor).
Un año después, en el Conferencia general de octubre de 2005, el élder Jay E. Jensen, de los Setenta agregó contenido en cuanto a las características de un testimonio:
“El testimonio se puede reconocer por el empleo de verbos poderosos, como son: saber, testificar, creer, dar fe, declarar, afirmar, dar testimonio. A menudo comprende la declaración de lo que uno sabe, siente, experimenta o cree. Habitualmente, un testimonio es una declaración breve, precisa y concisa” (Jay E. Jensen, “Dar testimonio, Conferencia general de octubre de 2005 – Cursiva del autor)
Lo que NO es un testimonio
El élder Jay E. Jensen, explicó también lo que no es un testimonio, y que no deberíamos incluir al tomar el breve tiempo:
“En ocasiones se puede aprender mucho acerca de un principio al determinar lo que no es. He aprendido que un testimonio:
- No es una exhortación. Las personas que se ponen de pie durante la reunión de ayuno y testimonios y exhortan a los demás o incluso tratan de llamarlos al arrepentimiento, aun con la mejor de las intenciones, usurpan la autoridad y con frecuencia ofenden a los presentes y perturban el espíritu de la reunión.
- No es una experiencia, a pesar de que las experiencias pueden ilustrar creencia y convicción.
- No es una manifestación de gratitud o de amor, aunque frecuentemente esos sentimientos se incluyen apropiadamente cuando se comparte un testimonio.
- No es una confesión pública.
- No es un sermón ni un discurso sobre un punto de doctrina, aunque alguien podría citar un pasaje de las Escrituras y a continuación dar testimonio de él.
- No es una larga explicación de cómo es que se sabe sino de lo que se sabe.
- No es simplemente pronunciar las palabras: “Tengo un testimonio”. No es incorrecto decir eso, pero es de esperarse que, después de pronunciarlas, se exprese algo acerca de las doctrinas, de las verdades y de los principios de los que se tiene un testimonio”
(Jay E. Jensen, “Dar testimonio, Conferencia general de octubre de 2005)
Nuestro aporte a la reunión de testimonios
Si somos líderes, nuestra responsabilidad es hacer todos nuestros esfuerzos para lograr la excelencia en cada reunión. Hay muchas herramientas para usar, como las reuniones de obispado, de consejo, de presidencias de cuórumes y de organizaciones. Las entrevistas personales son mucho más eficaces que las exhortaciones generales en reuniones.
Si participamos de la reunión de testimonio como miembros, igualmente somos responsables en aportar a la reunión nuestra preparación espiritual, y compartiendo un testimonio puro que hará vibrar corazones.
El presidente Spencer W. Kimball resaltó con claridad nuestra responsabilidad como miembros de aportar excelencia a la reunión de ayuno y testimonio:
“No permanezcan sentados en la reunión de testimonios y se engañen pensando: ‘No creo que vaya a dar mi testimonio hoy; tal vez no sea justo para con los otros miembros, porque ya lo he dado tantas veces’. Den su testimonio. Y un minuto es tiempo suficiente para expresarlo. (“El qué, el porqué y el cómo de ofrecer un testimonio”, por el presidente Spencer W. Kimball, Liahona junio 2016 – Negrita y cursiva del autor).
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