El discurso para mí
Una buena preparación y la actitud correcta nos ayudará a detectar el ‘discurso para mí’ de esta conferencia general
Cuando vamos a la Conferencia General emocionados por el evento la ansiedad por escuchar algo nuevo de la voz del profeta inunda nuestro corazón. La música, las noticias del crecimiento de la iglesia y los sucesivos discursos nos ubican nuevamente en nuestro lugar como hijos de un Padre amoroso que desea darnos Su instrucción.
Dónde ver y escuchar
Cada uno elige la manera de escucharla que más le conviene. El estar solos en casa o asistir al centro de reuniones es una elección que no afectará el propósito de recibir, escuchar y meditar las enseñanzas de nuestros líderes.
Preparación de los oradores
Cada discurso se prepara con bastante anticipación. Los hermanos que participan, muchas veces explican el proceso por el cual eligieron y desarrollaron el tema de su discurso. El proceso no varía nunca, meditan con espíritu de oración para saber sobre qué tema desea el Señor que hablen.
Ellos saben que son la respuesta a las oraciones de alguien que suplica guía o consuelo. Saben que son instrumentos para alentar, exhortar, enseñar y motivar. Saben que la firmeza y convicción de sus palabras fortalecerán y tranquilizarán al que necesita un empujoncito para seguir adelante y calma para no bajar los brazos.
Actitud adecuada
Sabiendo estas cosas nuestra actitud nos lleva a reflexionar que de los muchos mensajes, uno estará dirigido para nosotros. Pero claro, nuestra mente finita y con poca autocrítica a veces nos juega una mala pasada.
Ante cada discurso pensamos que “esto le viene justo a mi tío”, o “espero que la hermana fulanita esté prestando atención porque…”o lo que es peor, codeamos a nuestro cónyuge como diciéndole “¡Ja! ¿Escuchaste???”
Así empezamos a repartir, mentalmente claro, discursos a aquellos que nosotros creemos que los necesitan. No es algo tan malo de hacer si nuestro corazón enfoca la situación de manera objetiva y amorosa pensando, por ejemplo, que tal vez ese discurso sobre la perseverancia sea un aliciente para una jovencita de Mujeres Jóvenes y oramos pidiendo que su espíritu sea receptivo.
Banquete espiritual
La Conferencia General debería ser como un banquete espiritual en el que todos participamos. En consecuencia también debo ir dispuesto a escuchar el discurso preparado para mí.
Nosotros, mejor que nadie, sabemos cuáles son nuestras piedras de tropiezo, conocemos nuestras heridas y entendemos que muchas veces necesitamos la mano extendida de alguien para seguir adelante.
Introspección y aprendizaje
Con esa disposición diferente, empezamos a escuchar el discurso que nos sirve para fortalecer nuestras relaciones familiares. El que nos ayudará a desempeñar nuestro llamamiento con un entendimiento más profundo de la responsabilidad que tenemos sobre nuestros hombros. Descubriremos el mensaje que tendrá la frase justa, la que encaja con nuestra súplica de tanto tiempo. Y nos sorprenderemos al entender el porqué de algunas cosas que sucedieron o suceden en nuestras vidas.
El valor de tomar nota
El tomar nota de aquellas cosas que nos han impactado nos ayudará a recordarlas hasta poder leerlas desde la app o la revista Liahona. Pero mejor aún, al entrar en un proceso mental de escuchar-escribir-leer estamos reafirmando lo que nos susurró el espíritu que era para nosotros. Comenzamos la etapa de reconocer que esas palabras y no otras, son las que están dirigidas para uno. Nuestra mente las hará propias y entonces, al leer nuevamente el mensaje un tiempo después, estaremos mejor preparados para comprender las palabras de los profetas.
El Señor siempre se preocupó de que se guardaran registros de sus palabras. Nosotros deberíamos así tener nuestro propio registro de las palabras de los profetas para convertir la preocupación de nuestro hermano Mayor en acción personal.
Personalización del mensaje
Sucederá, eso sí, que nos daremos cuenta que el discurso para nosotros mismos está compuesto por fragmentos de varios discursantes. Y aunque no recordemos quién dijo tal o cual cosa, lo interesante es que captamos, que supimos reconocer nuestras necesidades.
De esa manera estamos mejor dispuestos a actuar, cambiar, o seguir adelante con buen ánimo.
La influencia en jóvenes y niños
Me encanta ver a los chicos de alrededor de 10 años escribir durante la Conferencia General. Ellos imitan a sus padres o a su maestra de la Primaria. A veces es parte de la asignación de alguna maestra, como hice en una oportunidad con las Mujeres Jóvenes en la que confeccionamos un cartel a modo de graffiti en donde cada una escribió la frase que más le gustó.
Cuando éramos chicas, mi hermana y yo, mamá nos convirtió en “secretarias dominicales”. Ella nos dio una libretita en donde teníamos que escribir las cosas que nos parecían importantes de la reunión. Todavía conservo una de esas libretitas y me sorprendí al leer lo que había escrito en ellas. Al ver todo lo que sucedió en mi vida después, descubrí que había escrito lo que yo necesitaba en ese momento en que estaba haciendo crecer mi testimonio.
Confirmación espiritual de “el mensaje”.
El discurso para mí, el que tocó mi alma y me brindó consuelo, está compuesto por varias frases que escuché durante ese fin de semana tan singular. Al releer las notas tomadas y seguir el consejo de uno de sus testigos especiales, puedo meditarlas y preguntar al Señor para entenderlas más profundamente, disfrutando el proceso como si me hubiera guardado un poco del postre para más tarde.
Ser enseñables
Me sorprende, que el Señor me conozca tanto y sepa qué necesito hoy. Lo cual implica que mi preparación espiritual es necesaria para poder escuchar sus consejos con mansedumbre de corazón.
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