El valor silencioso de las palabras
Nuestras palabras tienen el poder de alejar o acercar, invitar o expulsar, construir o destruir, e influyen mucho más de lo que imaginamos.
Este fue un mes lleno de palabras. Recordando los días anteriores, hubo tres episodios que me hicieron reflexionar mucho sobre el valor silencioso de las palabras.
- El primero fue al charlar con una persona que solo respondía con sonidos, sin palabras. Esto me hizo cuestionar si no me estaba escuchando o si simplemente no le importaba lo que le contaba.
- El segundo episodio ocurrió cuando iba a tomar el micro. En una esquina, encontré a un hombre que, elevando la voz, pedía que alguien le indicara por qué calle estaba. Confiando en mi sugerencia, decidió seguirla, a pesar de no comunicarse de la mejor manera.
- El tercer episodio fue al subir al micro. Me senté en el único asiento disponible, al fondo, y observé a dos hombres no videntes conversando fluidamente. Para mantener esa fluidez, necesitaban mirarse a los ojos y observar lo que el otro hacía.
Estos tres episodios me hicieron pensar en la importancia de las palabras y el impacto que generan. Pueden elevar o destruir. Como dijo el élder Ronald Rasband, del Cuórum de los Doce Apóstoles: “Las palabras señalan una actitud. Ellas expresan nuestros pensamientos, sentimientos y experiencias, para bien o para mal”. (Ronald A. Rasband, Conferencia general abril 2024, “Las palabras importan”)
Nuestras palabras tienen tanto poder que pueden alejar o acercar; invitar o expulsar; construir o destruir; convertir éxitos en fracasos o fracasos en éxitos. Influyen más de lo que imaginamos.
El impacto de las palabras
Al referirme al impacto de las palabras, no me refiero necesariamente a un impacto físico, sino a uno que recordamos por días, semanas e incluso años. Ejemplos de esto incluyen: una evaluación desaprobada, una reprimenda severa de nuestros padres o jefes, una discusión, una mala experiencia en el trabajo, escuela o universidad, un engaño, una estafa, un amor no correspondido, entre otros.
Pero, al reflexionar, sorprende el poder e impacto que tiene la palabra en nosotros y en los que nos rodean. Es el medio por el cual nos comunicamos, y muchas veces no nos preocupamos por usarlo adecuadamente.
Una vez leí una frase que parafraseando decía algo así: “Nunca le digas a alguien algo que no pueda arreglar en un minuto”. Es decir, si ves que alguien tiene la camisa arrugada en una reunión, no se lo digas porque no podrá solucionarlo. Pero, si ves que está despeinado, díselo disimuladamente porque podrá arreglarlo en menos de un minuto y estará feliz de hacerlo.
A veces decimos cosas sin pensar en el impacto que tendrán en otras personas, y nos refugiamos tras la frase: “Soy así, quien me quiera bien, y quien no, que se vaya por donde vino”. Esa frase transmite poca empatía.
El poder de la palabra
La palabra es la manifestación de la necesidad. Por medio de ella nos defendemos, expresamos amor, enojo, manifestamos nuestros pensamientos y sentimientos. Tiene tanto poder que puede sacar una sonrisa o una lágrima, tanto en los demás como en nosotros mismos.
Una palabra puede alentar a seguir adelante. Tal vez sea algo diminuto como decir “gracias”, pero nunca sabremos el impacto que eso tendrá en la otra persona. Somos historias en desarrollo, que han pasado por batallas internas, algunas de las cuales pueden haber dejado heridas que pueden abrirse con un simple comentario hecho sin pensar.
Tal vez me dirás que no podemos estar pensando las 24 horas del día en lo que vamos a decir porque dejaríamos de ser nosotros mismos. Pero podemos esforzarnos por ser más empáticos y compasivos al dirigirnos a los demás.
Debemos tener cuidado con nuestras palabras porque pueden ser como un vaso de agua en pleno desierto o como una granada en plena guerra.
Sinceridad en las palabras
La palabra es un medio de comunicación, pero a veces está desconectada de lo que sentimos y pensamos. Un ejemplo de esto es cuando alguien dice “estoy muy feliz de verte” pero su expresión facial no lo demuestra. En nuestra comunicación escrita usamos emoticones para dar sentimiento a nuestras palabras. Sin estas ayudas gráficas, un mismo texto puede ser tomado de muy distintas maneras.
En la comunicación verbal, sin importar que nuestras palabras sean positivas, nuestro lenguaje corporal puede sugerir lo contrario. Esto ocurre porque muchas veces decimos cosas por compromiso o por quedar bien, pero está lejos de lo que sentimos. Nuestro cuerpo, muchas veces, expresa mucho más que nuestras palabras.
“Nuestras palabras pueden ser de apoyo o de enojo, alegres o crueles, compasivas o indiferentes. En el calor del momento, las palabras pueden punzar y penetrar dolorosamente en lo profundo del alma, y permanecer allí. Nuestras palabras en internet, los mensajes de texto, las redes sociales o los tuits cobran vida propia. Sean cuidadosos con lo que dicen y cómo lo dicen. En nuestra familia, especialmente entre el esposo, la esposa y los hijos, nuestras palabras pueden unirnos o abrir una brecha entre nosotros”.(Ronald A. Rasband, Conferencia general abril 2024, “Las palabras importan“)
En conclusión
Tengamos siempre presente que nuestras palabras tienen un impacto profundo y duradero en quienes nos rodean. Debemos ser conscientes del poder que poseen, ya que pueden ser tanto una fuente de consuelo y motivación como de dolor y desaliento.
Al comunicarnos, no solo debemos considerar lo que decimos, sino también cómo lo decimos y qué sentimientos transmitimos a través de nuestro lenguaje corporal. Recordemos siempre tratar a los demás con empatía y compasión, conscientes de que nuestras palabras pueden ser un bálsamo en tiempos difíciles o un arma en medio de la batalla. Busquemos que nuestras palabras sean siempre una fuente de luz y apoyo para quienes las reciben.
Y luego de tantas palabras, espero que las mías te hayan llegado; y ya que llegaste hasta aquí, solo te agradezco y espero que podamos encontrarnos en el próximo artículo. ¡Hasta la próxima!
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