Ayudemos a que cada varón aprenda su deber y actúe en el oficio al que fuere llamado, con toda diligencia y que trabaje en su propio llamamiento
por el élder Lynn A. Mickelsen
Al considerar Doctrina y Convenios 84:109-110 y 107:99-100, recuerdo el consejo del presidente Harold B. Lee con respecto al versículo 99 de la sección 107, que nos enseña que debemos permitir que cada hombre aprenda su deber. Infirió que debemos llamarlos a servir y no relevarlos luego, haciendo el trabajo de ellos, sino darles lugar para desarrollarse, aprender y permitirles llevar a cabo su mayordomía cumpliendo con su deber. ¡Ese fue un buen consejo!
Con frecuencia consideramos que otros están error, sencillamente porque no hacen las cosas tal cual las haríamos nosotros. Los principios del evangelio son eternos, sin embargo, cada manifestación de la fe del hombre está ligada intrínsecamente a su individualidad. Tenemos que reconocer esta singularidad y dar lugar para su desarrollo.
En el servicio del Señor tiene que existir una unidad de mente y propósito. Esto puedo lograrse sin privar de su albedrío e individualidad a los que dan servicio, porque dicha individualidad produce la fusión de todas las partes para formar el sistema perfecto.
La otra connotación en esos versículos, lleva consigo un imperativo, un mandato, un efecto causal. La declaración: “Qué cada hombre aprenda su deber” es tan positiva como ‘Que haya luz’ o ‘Hágase la luz’. El ‘que’, se dirige directamente a nosotros. Tenemos que causar que esto suceda aunque no sea un trabajo fácil.
Si permitimos que cualquier hombre que entre a este reino sea ignorado y privado de los deberes a los cuales ha sido llamado por el Señor, entonces temo que hemos fallado en nuestro deber. Las dos facetas de ‘Que cada hombre’ son que debemos permitirle aprender su deber y que tenemos que inducirlo a hacer que eso suceda por medio de los principios que enseñamos, por las oportunidades que extendemos y por las responsabilidades que les damos.
El Salvador dijo: ‘Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres’ (Mateo 4:19).
Nuestro mensaje a todo hombre es el mismo: ‘Id en pos de Él’. Les hará pescadores de hombres, y como siervos suyos, nosotros haremos todo dentro de nuestro poder para que esto se realice.
Nuestro deber entonces, es ver que cada varón aprenda su deber y actúe en el oficio al que fuere llamado, con toda diligencia, que se mantenga en su propio oficio, y que trabaje en su propio llamamiento…. para que puedan ser edificados todos juntos y el sistema se mantenga perfecto.
¿Cómo podemos hacer esto? José Smith y Brigham Young entendieron el principio.
¡Cuánto demoró José Smith en llamar a Oliverio Cowdery a una de las asignaciones más importantes en esta última dispensación? Oliverio llegó a la casa de Joseph Smith, padre, investigando lo que había oído sobre el Profeta, y dos días después estaba tomando dictado de la palabra sagrada del Señor. Federico G. Williams fue llamado por revelación como consejero en la Primera Presidencia cuando había sido miembro por un solo año y medio. Fue excomulgado siete años después porque no quería seguir el consejo del Señor. John C. Bennet fue llamado por revelación como consejero poco después de su bautismo. Muchos han criticado al Profeta y la revelación, diciendo que si fuera profeta verdadero no debería haber sucedido esto, porque John C. Bennet llegó a ser uno de los enemigos más viles y execrables de la Iglesia, y hay algunas evidencia de que él fue culpable de indiscreciones serias al momento de su llamamiento. ¿Es causa para que yo pierda la fe en el Profeta José? De ninguna manera. De hecho, aumenta mi fe y me ayuda a servir gustosamente al Señor con todo mi corazón, porque yo sé que Él nos dará la oportunidad de servir a pesar de nuestras debilidades.
Brigham Young fue llamado el Moisés moderno por el gran éxito con que dirigió a los santos al salir desde Illinois hacia lo que hoy es Salt Lake City, porque el gran éxito de esta expedición dependía de la gran colaboración de cada hombre, de cada mujer y de cada niño, trabajando cada uno en su propio oficio. Muchos grandes hombres fueron llamados, algunos se perdieron pero no fue porque no tuvieran la oportunidad de servir. Nunca les criticaremos por seguir adelante en buena fe, porque sabemos que nosotros cometeremos errores y que ustedes cometerán errores. Tengan fe en los miembros de la Iglesia y en que ellos podrán hacer las tareas a las que han sido llamados por su inspiración.
El Señor ha sido explícito en sus instrucciones, que son que cada varón comparta la responsabilidad de construir el reino.
¿Recibimos la preparación primero y el llamamiento después, o el llamamiento primero y la preparación mientras estamos sirviendo? No podemos ser perfectos en el servicio ni podemos esperar la perfección en otros, porque en este servicio ‘se hace camino al andar’.
El Señor nos permite cometer errores y ¡ojalá nunca nos proteja tanto como para evitar que de vez en cuando hagamos papelones!
¿Qué es lo que podemos hacer entonces para llevar a cabo los grandes propósitos del Señor, como Él nos ha comisionado?
Tenemos que asegurarnos que todo varón o miembro tenga un llamamiento para que seamos edificados mutuamente y que el sistema se mantenga perfecto. Todos ustedes están sirviendo porque han sido llamados porque han sido llamados por Dios por inspiración. Si realmente quieren poner a prueba el factor de la inspiración, oren por cada miembro, hasta que cada uno tenga el llamamiento apropiado. Es posible que permanezcan allí por años; algunos de nuestros dones son así. Unos pueden tomar fieles actas, otros tienen el don para enseñar, otros tienen el gran don para trabajar con la juventud.
El hermano Kenyon Wagner, quien sirvió como secretario ejecutivo en la Presidencia de Área, tiene muchos dones. Él toma minutas fieles, pero además actúa bien en otro oficio al que ha sido llamado. Él y su esposa vivieron en el Barrio de Almagro en Buenos Aires, Argentina. Después de llegar al barrio fue llamado para enseñar el curso de jóvenes adultos en la Escuela Dominical. El hermano Wagner tiene 72 años. No parece una edad lógica para un líder de jóvenes adultos, pero tiene un don: él ama a los jóvenes y ellos lo pueden sentir.
En el barrio de Almagro había 54 jóvenes adultos. Cuando el Hno. Wagner fue llamado no tenían asistencia suficiente como para tener una clase. En febrero de 1992 visité el barrio y tenían una asistencia superior a 30. Le pregunté al presidente de la clase cuánto pretendían activar y me contestó 54, lo que significaba el 100%. Nunca debemos pensar en menos de un 100%.
¿Cómo logramos ‘Cada miembro con un llamamiento” y “Que cada varón aprenda su deber, y trabaje en su propio llamamiento”? ¿Cuál es nuestro papel y cómo podemos lograr este mandato?
Permítanme sugerir siete 7 puntos:
1.- Oración.
Oración personal. Hablen con Dios en cuanto a sus debilidades y no se preocupen. Él sabe como guardar confidencias. Entonces, dedíquense al propósito de hablar con Él sobre determinadas personas y sobre lo que ustedes van a hacer para ayudarlas.
Oren como familia. Permítales que le escuchen hablar con el Señor sobre sus preocupaciones en la Obra. Escúcheles orar por usted.
Oren como presidencia. Sean directos en sus súplicas. Oren acerca de personas específicas. Pidan que desciendan las bendiciones de los cielos. Confirmen todas sus decisiones en oración. Debemos buscar inspiración y revelación para cada miembro.
Si hiciésemos esto eficazmente, el reino crecería espontáneamente.
La división y la organización vendría en forma natural y no estaríamos preocupados por números suficientes para poder dividir, sino que tendríamos tantos líderes y maestros que nos veríamos forzados a dividir.
2.- Meditar y Reflexionar
El Profeta José enseñó que cuando un hombre obra con fe, obra con esfuerzo mental en lugar de fuerza física. B.H. Roberts dijo que el mormonismo es para pensadores… requiere de sudor cerebral para aprender los misterios del reino, y para conocer los deseos del Señor. Lamán y Lemuel consideraron que su padre y su hermano fueron visionarios, que habían sido llevados por imaginaciones insensatas de sus corazones (1 Nefi 17:20).
¡Dichas imaginaciones y meditaciones les abrieron los cielos! Tenemos que tomar el tiempo para reflexionar, meditar y pedir. ¿Cuántas veces ha tenido el Señor algo que decirnos que no hemos recibido por haber demasiada interferencia en la línea?
El presidente Howard W. Hunter nos ha aconsejado de tomar tiempo para meditar y buscar entendimiento. En sus instrucciones a las Autoridades Generales dijo: “Nuestro trabajo necesita empollarse, como la gallina empolla pacientemente su nido”.
Las cosas de Dios, con tiempo y paciencia se disciernen espiritualmente.
3.- Organícense
Asignen a cada varón su mayordomía y luego sigan adelante con él. Recuerden a Moisés y los hijos de Israel, como él aprendió de su suegro el gran principio de la delegación y mayordomía. Recuerden el campamento de Sión y su organización descripta en Doctrina y Convenios 103 y 136, cada varón con una responsabilidad específica.
Todos formamos parte del Campamento de Sión hoy en día. El reino de Dios avanzará con o sin nosotros, pero nuestro futuro eterno y el de nuestro prójimo dependen de cómo manejemos nuestra mayordomía. No caigan en la trampa de gastar todo el tiempo en ‘prepararse’. Yo tuve un compañero en la misión que se dedicaba tanto a la preparación y organización que no nos quedaba tiempo para hacer la obra misional.
4.- Conozcan a la gente
El profeta Samuel fue enviado a escoger un nuevo rey para Israel. Cuando vio a Elías, el hijo mayor de Isaí, declaró: ‘De cierto delante de Jehová está su ungido’. El Señor le aconsejó diciendo: ‘Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16:7). Como siervos del Señor tenemos que esforzarnos por conocer a la gente como Él la conoce. El presidente Spencer W. Kimball conocía a su pueblo. Los llamaba por su nombre. Cualquiera de ustedes que alcanzaron a conocerlo personalmente, confirmarán esto. Si conocemos a nuestra gente, no nos engañamos clasificándolos por categoría. Si los juzgamos por chismes u opiniones de otros, en nuestras mentes los relegamos a niveles inapropiados. Para conocer a los miembros tenemos que entrevistarlos, conocer los anhelos de sus corazones y entonces podremos ayudarlos.
5.- Establezcan Consejos
Siempre que hay una creación valiosa, es producto de un consejo.
Es difícil para Satanás influir en la decisión de un consejo. Cuando actuamos solos, somos mucho más vulnerables. Antes de la fundación del mundo, los Dioses se reunieron en consejo.
Hace algunos años, durante una visita al museo de Antropología en la ciudad de México, me sorprendí al leer en su fachada en grandes letras de bronce: ‘Antes que los mundos fuesen, los Dioses se convocaron’. Los nefitas entendieron este gran principio y se ha preservado la leyenda por sus descendientes. En consejo aprendemos la voluntad de Dios, no la nuestra (Abraham 4:26, 5:2).
Presidentes y Obispos, presten oído a sus consejeros. Consejeros, sean sinceros, hablen con el corazón y siempre estén unidos en sus decisiones. Si no están de acuerdo, ¡no decidan!
6.- Capacitar
Cuando el Salvador dijo: ‘Venid en por de mí, y os haré pescadores de hombres’, esta poderosa invitación llevaba consigo un cometido personal de enseñarles cómo. Más tarde les explicó que Él sólo hacia aquellas cosas que su Padre le había enseñado o le había mostrado como hacer. Después de haber recibido la inspiración de llamar a un hombre para servir, nuestra responsabilidad es de mostrarle o capacitarlo hasta que lo pueda hacer por sí mismo.
Recuerdo una experiencia personal que tuve con un amigo mío volando en una avioneta. El dijo: ‘Lynn, voy a hacer un piloto de ti. ¿Te gustaría?’ Yo respondí: ‘Por supuesto, me gustaría, pero no tengo ni tiempo ni dinero’.
‘No te preocupes por eso; te ayudaré. Lo arreglaremos de alguna manera’ –contestó y luego agregó—‘Toma el timón. Pon tus pies en los pedales.
Ahora observa por el parabrisas y alinea el horizonte con el tablero. Mantén las alas niveladas manteniendo la capota del avión al nivel del horizonte. Para mantener el vuelo nivelado, mantén la misma cantidad de horizonte en tu visión. Si aumenta, estás descendiendo, si disminuye, estás subiendo. Empuja el timón para bajar, o tira de él para subir; da vuelta al timón para mantener las alas niveladas’. Me di cuenta que podía seguir estos procedimientos rudimentarios. Carlos dijo: ‘Otros diez minutos más de esto y ya no vas a poder dejarlo. Te convertirás en un aficionado’, y tuvo razón.
Unas semanas después llegué al pequeño aeropuerto donde estaba su negocio de fumigación y le dije: ‘Carlos, he estado pensando en la oferta que me hiciste’. Él preguntó: ‘¿Cuándo quieres empezar’, a lo que respondí ‘Tu eres el maestro. Cuando sea conveniente para ti’.
Al día siguiente recibí mi primera lección. Sacamos la avioneta del hangar. El avión tenía tantos años como yo y pensé si había hecho una buena decisión. Carlos me explicó los principios de vuelo, el propósito de la superficie de control y lo que hace que un aeroplano vuele. Después de esa breve introducción, dijo: ‘Bueno, vamos. Te sientas en el asiento delantero y yo me ubicaré atrás’—y arrancamos. Yo estaba a cargo de los controles mientras Carlos me dirigía en las maniobras que él esperaba que yo hiciera.
Mientras acumulamos horas de vuelo, logré más confianza, pero ésta se basaba más en mi instructor que en mi propia capacidad. Muchas veces he pensado que hubiera pasado si al sacar el avión del hangar, dándome el manual, me hubiera dicho: ‘Hazlo’.
Una de dos, o yo no estaría aquí hoy contándoles la historia, o nunca habría desarrollado el amor por volar del que ahora disfruto.
Todavía tengo mucho que aprender de vuelo, porque cada despegue, cada aterrizaje, cada vuelo es diferente, en condiciones diferentes e influencias externas. Es un proceso de aprendizaje sin fin.
Tenemos paralelismos interesantes con nuestro servicio en la Iglesia. Lo primero que aprende el piloto es a volar según las referencias visuales. Sólo vuela cuando hay visibilidad clara en todas las direcciones. Aprende los primeros pasos con alguien muy cerca para ayudarle, pero dejando los controles en sus manos.
Con más experiencia, uno aprende a depender de otros recursos, cuando no puede ver por el parabrisas. Con capacitación adecuada, aprende a volar por instrumentos, con la dependencia total en un centro de control y una confianza explícita en la información provista por el control de tierra y los instrumentos en la cabina.
Si nutrimos cuidadosamente a cada hombre en el oficio al que ha sido llamado, ya no va a poder dejarlo, se aficionará a este. Si lo conducimos por las dulces experiencias del servicio, entonces también tendrá el deseo de compartir.
Desde esa experiencia con Carlos, he preguntado a mis amigos: ‘Quieres aprender a volar’ y entonces continuo diciendo: ‘Toma el timón suavemente, pon los pies en los pedales…’
Así cada hombre que aprende a actuar en el oficio al cual ha sido llamado, continuará sirviendo y recibirá gran gozo en su servicio, tal como yo lo recibí.
7.- Definición
Mientras servimos, siempre debemos hacer la pregunta: ¿Por qué?
A veces la respuesta puede ser: ‘Porque el Señor me lo ha mandado’, pero, por lo general, debe haber un propósito entendible para las cosas que hacemos. Por ejemplo, las Conferencias de la Juventud. Tenemos que comprender el por qué y para qué efectuar las conferencias. Les prometo que cuando estas cosas estén bien definidas, se logrará el resultado deseado.
Siempre debemos hacernos la pregunta: ‘¿Por qué estoy haciendo esta entrevista?’, ‘¿Sólo porque me lo han pedido?’ o ‘¿Cuál es el propósito?’
El Pte. Kimball dijo: ’No importa el propósito de la entrevista; yo sentí que tenía que actuar de tal manera que la persona al salir de mi oficina se sintiera edificada’.
Creo que el Señor requiere de nosotros la responsabilidad de saber el por qué y también que nos preparemos para saber cómo hacer las cosas.
¿Cuáles son las características que se manifiestan en la vida de un individuo que está cumpliendo el llamamiento de venir a Cristo? ¿Cuáles son algunas de las cosas que debemos hacer para cumplir con nuestro papel de líderes?
- Debemos practicar lo que predicamos.
- Tenemos que estudiar las escrituras.
- Debemos fundar nuestras enseñanzas en las escrituras y no en nuestras propias experiencias.
- Debemos enfocar reuniones de presidencia enfocándolas en los individuos.
- Tenemos que entender que los programas son el resultado de la necesidad individual; que si no hay necesidad no se necesita tener un programa.
- Tenemos que seguir los consejos de nuestros líderes, honrarlos y respetarlos.
Recuerdo a un hombre que era muy selectivo al aceptar sus asignaciones. Cuando fue llamado como obispo, le oí quejarse de personas en su barrio que se negaban a aceptar los llamamientos que él les hacía.
Nuestro ejemplo de servicio y dedicación será imitado. Los santos seguirán nuestros ejemplos. Tenemos que aprender a reconocer los logros y progresos de los siervos más humildes mientras hacen lo que pueden para servir. El Señor nos hará crecer al tamaño del manto si reconocemos su mano mientras estamos sirviendo. Ruego que hagamos tal como Él hizo; aprendió de su Padre, luego nos enseñó y mostró el camino.
Discurso dado por el élder Lynn a Mickelsen el 21 de marzo de 1992 en Santiago de Chile
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