El liderazgo y la vida son indisociables
Comprender el Evangelio y esforzarnos por vivirlo hará que nuestro liderazgo mejore y marque una diferencia positiva en nuestro servicio.
Hay una necesidad muy grande, de líderes eficaces, creíbles en todos los aspectos de nuestra vida. El liderazgo es algo que cualquiera puede ejercer, donde quiera que esté y desde cualquier lugar.
Tener el deseo de ser un líder, en cualquier orden, es buen sentimiento, pero con esto no alcanza. Es necesario esfuerzo para lograr desarrollar esa capacidad. La familia , la Iglesia, las organizaciones, el mundo, busca líderes, capaces de lograr objetivos, de motivar y conducir a las personas, otorgándoles una visión de futuro, haciendo una gran contribución.
El liderazgo es lograr que las personas lo sigan, por el ejemplo y no solo por la obligación que genera una posición o la autoridad. Si no lo siguen, no es un líder, así de sencillo. El logro más extraordinario es marcar una diferencia en la vida de las personas y contribuir a su progreso y bienestar físico, como espiritual. En alguna medida todos tenemos esa misión o responsabilidad de conducir.
Por ejemplo, como padres. Ésta es la mayor de nuestras responsabilidades; requiere una dedicación constante a fin de que nuestros hijos sean salvos y reciban su exaltación. Este es nuestro llamamiento divino y tema para muchos otros artículos.
Los miembros de la Iglesia, tenemos una gran y amplia responsabilidad. Conocemos el camino que nos lleva de regreso a nuestro Padre Celestial. Implica el esforzarnos por guiar a otros en esa dirección. Un verdadero líder no conduce personas sentado mandando mails desde su casa o su oficina, sino está junto a ellos, hablando y escuchando, enseñándoles principios y conceptos simples, útiles y aplicables, compartiendo su visión.
Una vez se le preguntó a un buen obispo, cómo hacía para que su barrio funcionara tan bien y lograra todas las metas. Su respuesta fue: “camino el barrio”. Esa expresión tan simple pero profunda, muestra en forma simple lo que un buen líder debe hacer.
Un líder logrará que las personas lo sigan cuando haya conseguido transmitirles su visión; cuando estén convencidos y convertidos a lo que están haciendo y sientan lo importante de su contribución. Deben percibir que sus esfuerzos son reconocidos y sus necesidades comprendidas y, muy especialmente, deben sentir el gozo de estar en ese lugar y hacer cosas.
Varios son los principios que una persona debe tener en cuenta para un buen liderazgo, tales como evaluar cada momento, corregir a fin de lograr objetivos, aprender de los errores, involucrar a todos, ser generador de acciones, motivar constantemente, etc.. Pero hoy quisiera hacer un fuerte hincapié en la importancia de obtener la visión.
Obtener la visión
- El líder debe ver la cima y más allá para seguir ascendiendo con su grupo junto a él.
- Debe ser capaz de ver lo que no todos ven y compartirlo, con el fin de que todos puedan ver lo mismo y comprometerlos a la acción.
- El líder debe siempre compartir su visión, hablar de los objetivos de ‘hacia dónde vamos’.
Si observamos con atención veremos ejemplos de este principio en distintas organizaciones. Siempre que visité el hermoso parque de Disney en California, quedé fascinado por la organización, el entusiasmo que poseen todos los que trabajan allí. No hay ninguno que no sienta su responsabilidad, que no transmita el mensaje o visión de su creador, Walt Disney. En un salón de ese maravilloso parque se puede aprender sobre su creación y más de la personalidad de Disney. Allí escuché esta historia, que ejemplifica como un líder transmite su visión, conduce a las personas, y ellas responden.
Paseando por las obras de construcción del parque, con un grupo de directivos y constructores, señaló un lugar del terreno, y dijo: ‘Quiero 10.000 faroles en esa área’ –a lo que el jefe de la obra respondió– ‘¿Cuándo?’. Este hombre no respondió ‘¿No serán muchos?’ o ‘¿Se podrán conseguir?’ o cualquier otra cosa! Tenía muy clara la visión de Walt Disney, de la perfección y de la calidad que buscaba en cada cosa. Comprendía lo que era importante para él y lo compartía. Seguramente Disney, habló, mostró e hizo muchas cosas a fin de transmitir esos valores y principios a seguir. ‘Caminó’ el parque con ellos.
Una vez que la visión es aceptada, todos comprenden la responsabilidad de lograrla, y adquieren un nivel de compromiso con la misma.
Un buen líder no está preocupado por lo que él tiene que hacer, sino por lo que harán aquellos a quienes conduce. No desea que al salir de una reunión, hablen de lo maravilloso y extraordinario que es el líder, sino de lo que escucharon, del plan, de los objetivos a seguir y de cómo lograrlos. Nunca obstruirá la visión que ellos deben tener del plan u objetivos, poniéndose él por delante, proyectando una sombra de vanidad personal.
Si queremos ser verdaderos directores en cualquier aspecto de nuestras vidas, o mejor, en todos los aspectos de nuestra vida, enfoquemos nuestros esfuerzos en aquellos a quienes conducimos y no tanto en nosotros mismos. Desarrollemos un amor profundo por las personas a nuestro alrededor y por el trabajo a llevar a cabo. Produzcamos resultados positivos como consecuencia de una gestión basada en principios correctos y con valor encaremos este desafío.
Desarrollemos un amor profundo por las personas a nuestro alrededor y por el trabajo a llevar a cabo.
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