La religión pura y sin mácula
Disfruto de las escrituras y sus enseñanzas, y me encanta concentrar mi atención en aquellos sermones que demuestran y nos exhortan a que no solamente debemos conocer la palabra de Dios sino que fundamentalmente debemos vivirla.
Los escritos de Santiago en la Biblia reflejan aquellas lecciones aprendidas en su niñez al crecer junto a Jesús, siempre guiado e iluminado por el ejemplo del hermano mayor. No debe sorprendernos entonces que Santiago enfoque su escrito en la esencia de la religión pura como una actividad real y muy práctica. Y nosotros debiéramos aprovecharla.
Santiago nos enseña que la religión es lo que hacemos a causa del testimonio y del amor. Entonces él enfoca su atención en las pequeñas cosas que forman la escalera que lleva a la perfección y a la exaltación. Él entendía muy bien un principio celestial que fuera enseñado luego por un profeta moderno: “No hay cosa mayor que podamos hacer para obtener la vida eterna que aplicar en los pequeños actos y deberes de la vida los gloriosos principios del evangelio. La vida, después de todo, está hecha de cosas pequeñas… la verdadera vida cristiana está hecha de pequeños actos cristianos realizados en esta hora, en este minuto en el hogar, en el cuórum, en la organización, en la ciudad, donde quiera que nuestra vida y nuestros hechos puedan manifestarse” (David O. McKay, CR, Octubre 1914, págs. 87-88).
Pienso que a veces dedicamos horas para analizar o explicar a otros lo que es y significa para nosotros la religión. Aquí Santiago nos dice algo muy simple y coherente: ‘la religión no es ni más ni menos que lo que hacemos en nuestras vidas’. Entonces me doy cuenta que ante Él, de nada sirven aquellos gestos o palabras por los cuales intentamos demostrar lo que somos; la única verdad y realidad para el Señor es que: ‘somos tal como vivimos’.
Esto último es algo que quiero destacar en este escrito. A veces nos cuesta entender que en nuestra vida diaria (ya sea familia, trabajo, estudios, Iglesia), es cuando estamos demostrando quienes somos realmente, mediante nuestras acciones. He comprobado que podemos disimular, tan sólo un breve tiempo; luego la verdad aflora.
Por favor, enfoquémonos en la epístola de Santiago, que no tiene un tema específico como tienen las epístolas a los Romanos, Efesios o Gálatas. En ella parece que Santiago está mostrando que una vez que aceptamos el Evangelio y tenemos fe, se espera que demostremos la realidad de esa fe en nuestra forma de vida cotidiana. Su libro tiene una serie intercalada de pequeños sermones que demuestran que los santos no solamente deben conocer la palabra de Dios sino que deben vivirla.
“Podemos disimular, tan sólo un breve tiempo; luego la verdad aflora…”
Es realmente fascinante observar la forma en que Santiago nos va llevando a través de su breve libro, por enseñanzas tan profundas y ciertas. Nos enseña que la mortalidad es una lucha de fe en la que el hombre (nosotros) contiende con fuerzas enemigas que tal vez no puede comprender (y yo muchas veces no puedo entender algunas cosas, y debo orar para aceptarlas). Y nos enseña que:
- Cuando enfrentamos aflicciones, podemos aprender ‘paciencia’.
- Cuando enfrentamos la incertidumbre, podemos buscar inspiración a través del Espíritu Santo.
- Cuando vienen las tentaciones, podemos resistir al mal y vencer las cosas del mundo mediante la fe.
Ustedes y yo sabemos que estamos en la tierra para ser probados y para aprender a controlar nuestro cuerpo. Y por la lectura de las escrituras y de los mensajes de Sus profetas modernos, aprendemos que siendo ‘hacedores de la palabra’ (y no sólo oidores…), nuestra fe se acopla al amor y entonces nos adentramos en el camino de la perfección.
Sugiero leer los cinco capítulos de Santiago y veremos que sus preocupaciones eran: a) la forma de manejar nuestros problemas; b) la forma en que tratamos a los demás. A continuación listo algunos puntos que extraemos de Santiago y que son directos para nosotros:
- Las pruebas son un privilegio. Pedir sabiduría a Dios – Santiago 1:1-7
- Dios no tienta a nadie para que obre mal – Santiago 1:8-18
- “Sed hacedores de la palabra” – Santiago 1:19-27
- Cometemos pecado si mostramos favoritismo – Santiago 2:1-9
- Toda ley debe ser obedecida – Santiago 2:10-13
- “La fe sin obras es muerta” – Santiago 2:14-26
- El lenguaje controlado ayuda a la perfección – Santiago 3:1-12
- La envidia y las contiendas son del diablo – Santiago 3:13-18
- Llegando a ser un amigo de Dios – Santiago 4:7-12
- ¿Qué es el pecado? – Santiago 4:13-17
- Esperar con paciencia la venida del Señor – Santiago 5:7-11
Él explica que uno de los propósitos principales de la vida en la tierra es la prueba de nuestra fe. Y esta seguridad me lleva a estos interrogantes:
¿En qué forma la fe es puesta a prueba en términos de nuestros intereses personales? ¿Y qué en cuanto a los intereses hacia los demás? Pienso que debo reflexionar a estos interrogantes y relacionarlos clara y específicamente con mis principios y conducta personal respecto al amor y la caridad.
Ojalá nos demos cuenta que la ‘acción’, o mejor dicho, nuestras acciones, son la prueba más segura del amor del hombre hacia Dios y sus semejantes (noten que aquí queda claro que no puedo amarles a Ellos y sentir indiferencia por mi prójimo).
También debo recordar siempre y unido a este concepto, dos puntos fundamentales y que el sólo mencionarlos me dicen todo:
1) ‘Hacedores vs. Oidores’ y 2) ‘La fe sin obras es muerta’.
Llegando ya al fin de este artículo, me pregunto: De acuerdo a este gran apóstol, ¿Qué es la expresión de la religión pura? (Santiago 1:27)
Sus palabras, tal como están expresadas, parecieran una contestación demasiado sencilla a una pregunta que luce compleja. Observemos que su opinión consta de tres áreas de atención: una enfocada en nosotros mismos y otras dos focalizadas en quienes nos rodean (el prójimo). Primeramente él nos habla de visitar a los huérfanos, y aprovecho para preguntarme en voz alta: esos huérfanos de quienes habla, ¿serán los mismos que hoy tenemos entre nosotros o le estaría dando una acepción diferente al término?
Luego pide visitar a las viudas en sus aflicciones, y mencionar algo aquí es innecesario.
“Nuestras acciones, son la prueba más segura del amor del hombre hacia Dios y sus semejantes…”
Estas dos facetas están obviamente enfocadas en los demás y podemos decir que al día de hoy, la óptica de los profetas vivientes no ha cambiado si tenemos en cuenta lo que se nos pide hacer a todos nosotros, hombres y mujeres.
La tercera faceta que menciona se refiere a nosotros mismos y toma un significado impresionante y elevado cuando dice, ‘guardarse sin mancha del mundo‘. Sin duda éste es un requisito al que solamente podemos dar cumplimiento con éxito cuando colocamos como nuestro escudo protector los principios del evangelio y ponemos en práctica (es decir, los convertimos en acciones diarias) aquellas cosas en las cuales creemos. Caso contrario, ¿nos considerará Él como Sus discípulos o que tenemos una religión?
Es bueno que recordemos siempre que cuando hay fe en Dios, la misma es expresada en actos de caridad hacia nuestros semejantes (Mosíah 4:26-28). Mi último párrafo hoy es para rogar que todos nosotros podamos meditar sobre estas apreciaciones, basadas en escritos y palabras incuestionables.
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