Mis telas de araña

No debe extrañarnos que en nuestro camino por la vida tengamos que atravesar casi invisibles, pegajosas y molestas telarañas.

En el planeta Tierra existen infinitas especies de insectos que ni siquiera conocemos, y otras que vemos constantemente. Algunos hasta nos provocan fobia y no los podemos ver ni en figuritas. Uno de ellos, con el que me crucé esta semana, fue una araña. Aunque, por suerte, ella no estaba. ¡Menos mal! Pero lo que sí estaba era su tela: esa que había tejido con paciencia para atrapar a sus presas.

Yo, claramente, no tenía el tamaño para ser una de ellas, pero igual caí en su trampa. Iba caminando distraída cuando, de repente, quedé envuelta en una de esas telas pegajosas. Aun intentando avanzar y quitármela, siempre quedaba algún resto. Ese pequeño rastro bastaba para frenarme porque me concentraba más en sacarlo que en seguir adelante. Y entonces pensé: ¿no es eso lo que a veces nos sucede con los miedos?

Miedos que se pegan, nos distraen y nos frenan. Miedos a los miedos. Miedos disfrazados de perfeccionismo. Miedos que nos aíslan. Como una tela de araña invisible, nos envuelven, y nadie quiere tocarnos, no sea cosa que también se les peguen.

Enredados en nuestros temores

Le tememos al fracaso —cuando, en realidad, fracasar solo es posible si nos damos por vencidos. Tememos no ser capaces, cuando otros ya lo han logrado y la única diferencia es el tiempo que nos llevará hacerlo. Le tememos a no cumplir con las expectativas, al rechazo, a decepcionar al otro. Pero la verdad es que, si mañana muriéramos, ¿sabes qué harían muchas de esas personas que nos critican o juzgan? Seguirían con su vida como si nada.

Existe también un miedo profundo a confiar. Y es curioso, porque confiamos todos los días: cuando subimos a un colectivo, confiamos en el conductor. Confiamos en nuestro corazón, creyendo que va a seguir latiendo. Confiamos en lo que no podemos controlar, pero no confiamos a la hora de vincularnos con otros. Sin embargo, sólo quienes confían son los que cambian el rumbo.

Pérdidas de tiempo

Esa tela de araña puede manifestarse en situaciones cotidianas. Nos quedamos pegados analizando una frase, una actitud, un gesto. Desperdiciamos tiempo en pensamientos circulares sobre algo que ya sucedió, pero que nos afectó más de lo que creímos. Es así que entramos en un bucle mental que no nos deja avanzar. Ni siquiera nos quedamos quietos. Retrocedemos. Nos convencemos de que este lugar donde estamos es el más seguro y que no hay nada mejor más allá. Pero lo cierto es que nuestro progreso está del otro lado de esas telas de araña.

También podríamos preguntarnos: ¿Por qué algunos miedos se sienten tan grandes y desproporcionados? Existen miedos racionales, como el de caer desde un lugar alto, pero también hay miedos irracionales, aquellos que no tienen un motivo claro, pero igual nos detienen.
Como bien dice Gabriel Rolón: “Cuando tienes miedos irracionales, es porque, sobre esos motivos que no deberían dar miedo, estás volcando un temor que proviene de otro lugar”.

Siempre aprendemos

A veces atravesamos experiencias tan dolorosas que nuestra mente, incapaz de procesarlas, decide reprimirlas. Sin embargo, esos miedos quedan ocultos y luego se manifiestan de formas que muchas veces no comprendemos. Aunque intentemos esquivarlos, la realidad es que vivir implica transitar heridas; siempre existirá algo que nos duela, pues el dolor es parte inevitable de esta experiencia terrenal. La clave no está en evitar el sufrimiento, sino en decidir cómo lo enfrentamos y qué aprendemos de él. 

Como dice Andy: “Si te centras en la herida, vas a continuar sufriendo. Si te centras en la lección, vas a continuar creciendo”. Pero la lección es esta: Debo tener el coraje de asumir el riesgo de sufrir, si me quiero jugar por un amor, o por un sueño o por mí misma. Esto aplica a todos los ámbitos de la vida. Si no arriesgamos, ni siquiera un poquito ¿Cómo vamos a saber qué se siente vivir aquello que realmente deseamos?

Tal vez, al final del día, se trate de eso: de animarnos a atravesar nuestras propias telas de araña. Sabiendo que lo mejor, siempre está del otro lado del miedo. El verdadero progreso está justo allí, detrás de nuestros temores. Todo depende de nuestra mirada: en vez de intentar evadir ciertas situaciones, aceptar que la vida, de una u otra manera, nos enseñará las lecciones que necesitamos aprender.

No estamos solos

Lo importante es que en ese proceso de aprendizaje, no camino sola. Cuando me veo envuelta en esas telas invisibles del miedo, la ansiedad o la culpa, recuerdo que hay alguien que ya venció todo: Jesucristo. Él no prometió una vida sin telas, sin obstáculos o sin dolor, pero sí estar a mi lado mientras las atravieso, mostrándome el camino hacia la libertad verdadera. 

“El Señor Jesucristo es nuestro compañero, ayudante y defensor. Él quiere que seamos felices y tengamos éxito” (Joseph B. Wirthlin, Conferencia General octubre 2008, “Venga lo que venga, disfrútalo”)

Su Evangelio no es un conjunto de reglas para evitar el dolor, sino una guía para atravesarlo con propósito, fe y esperanza. Él mismo caminó con heridas abiertas, y no huyó del sufrimiento. Lo transformó en salvación. Por eso, cuando me veo atrapada en pensamientos que me frenan, en miedos incomprendidos o en expectativas que me lastiman, elijo pausar y recordar que en Él encuentro consuelo, dirección y la fuerza para seguir adelante. Porque vivir significa pasar por heridas, pero a Su lado ninguna es en vano: cada una encierra una lección y cada paso, por pequeño que sea, me acerca más a la persona que Él sabe que puedo llegar a ser.

Nuestra reacción ante la adversidad

Mientras transitaba este proceso recordé palabras del élder Joseph B. Wirthlin. Él da ciertos pasos a seguir para poder ser capaces de disfrutar, más allá de esas “telas” que nos envuelven y no nos dejan progresar. Cada uno de estos pasos puede ayudarnos a ver más allá de ese pegote. Y hay una frase que quedó resonando en mi mente: “La forma en que reaccionamos ante la adversidad es un factor importante respecto a cuán felices y exitosos seamos en la vida” (Joseph B. Wirthlin, Conferencia General octubre 2008, “Venga lo que venga, disfrútalo”).

Son esas experiencias las que nos ayudan a fortalecernos y armarnos de un botiquín de herramientas para futuras experiencias o ¿por qué no? También ayudar a otros que hayan pasado por telas similares a las nuestras.

El élder Joseph B. Wirthlin dice más adelante: “El aprender a sobrellevar los momentos de desilusión, sufrimiento y pesar es parte de nuestra capacitación sobre la marcha… son precisamente el tipo de experiencias que expanden nuestra comprensión, edifican nuestro carácter y aumentan nuestra compasión por los demás” (Joseph B. Wirthlin, Conferencia General octubre 2008, “Venga lo que venga, disfrútalo”).

Del dicho al hecho, hay mucho trecho…

Por supuesto, sé que no es fácil; resulta sencillo escribirlo o decirlo, pero llevarlo a la práctica es otra historia. Como en aquel momento con la tela de araña: la gente pasaba a mi lado, quizá me miraba y pensaba por qué actuaba así, pero nadie se acercó para ayudarme a zafar de esas telas tan pegajosas.

Lo mismo sucede con nuestros miedos, culpas o inseguridades. Son pocos quienes realmente pueden comprendernos, y tal vez por eso nos cuesta confiar y nos sentimos débiles. A veces, necesitamos —aunque no lleguemos a confiar plenamente— sentir que hay alguien que nos entiende en medio de esas “telas” en las que nos quedamos atrapados. El élder Dieter F. Uchtdorf dijo: “Cuando elegimos creer, ejercitar la fe para el arrepentimiento y seguir a nuestro Salvador Jesucristo, abrimos nuestros ojos espirituales a las maravillas que casi ni podemos imaginar” (Dieter F. Uchtdorf, Conferencia General octubre 2015, “No temas, cree solamente”).

El desafío de creer

No siempre es fácil creer y el élder Uchtdorf nos aconseja: “Satanás, nuestro adversario, desea que fracasemos. Él esparce mentiras como parte de su esfuerzo para destruir nuestra creencia. Astutamente sugiere que el que duda, el escéptico y el cínico son sofisticados e inteligentes, mientras que aquellos que tienen fe en Dios y en Sus milagros son ingenuos, ciegos o les han lavado el cerebro”(Dieter F. Uchtdorf, Conferencia General octubre 2015, “No temas, cree solamente”).

Atravesar nuestras propias telarañas no es fácil. Se requiere paciencia, valentía y, sobre todo, confianza en nosotros mismos y en la guía amorosa de nuestro Salvador. No estamos solos en este viaje; la fe nos otorga la fuerza necesaria para avanzar aun cuando todo parece pegajoso, cuando los miedos amenazan con paralizarnos y cuando las heridas parecen demasiado profundas.

Una invitación a ser mejor

Cada telaraña que enfrentamos es, en realidad, una invitación a crecer, a aprender y a confiar más plenamente en la promesa de que, tras la prueba, llega la bendición. Aunque el camino sea incierto y, a veces, doloroso, el acompañamiento de Jesucristo nos permite transformar el miedo en esperanza, la angustia en fortaleza y el estancamiento en verdadero progreso. Así, podemos seguir caminando con paso firme, sabiendo que lo que realmente importa no es evitar las telarañas, sino aprender a liberarnos de ellas con amor, fe y perseverancia.

Hoy entiendo que mis telas de araña son parte de mi historia, pero no me definen. Son esos miedos y dudas que me han detenido, sí, pero también las lecciones que me han hecho crecer y avanzar. Sé que no siempre voy a poder ver más allá de ellas, ni librarme rápido del pegote que dejan, pero puedo elegir cómo enfrentar cada momento.

Elegir confiar, incluso cuando la incertidumbre me asfixia. Elegir dar un paso más, aunque mi cuerpo quiera quedarse quieto. Elegir ser paciente conmigo misma y recordar que no camino sola: hay un amor infinito que me sostiene, un Salvador que me invita a levantarme cada vez que caigo. Porque vivir es atreverse a atravesar las telas de araña propias, con sus luces y sus sombras, y descubrir que justo ahí, en esa danza entre el miedo y la fe, está la esencia de mi crecimiento y mi libertad.

Y vos, ¿Qué tela estás dispuesto/a a desafiar hoy para avanzar hacia la persona que quieres ser?

Los comentarios están cerrados.