Una bendición que no debemos dejar de lado
Recordar esta bendición me lleva a reflexionar en cuanto a mis esfuerzos por reconocer aquellas cosas que no son tan importantes en mi vida
A veces medito en mi corazón sobre qué más puedo hacer para demostrarle al Señor que estoy dispuesto a seguirle y viene a mi mente la respuesta en forma inmediata: Asistir con más frecuencia al templo.
Si bien en este sagrado lugar hacemos ordenanzas en favor de nuestros antepasados fallecidos, sin duda es para nosotros, para nuestro beneficio. En primer lugar porque hacemos nuestras ordenanzas personales y, en segundo lugar, porque nosotros tenemos el privilegio de obrar en favor de aquellos familiares que ya han partido de su estadía terrenal, convirtiéndonos en “salvadores en el monte de Sión”.
El presidente Russell M. Nelson dijo en la conferencia de abril de 2018, luego de anunciar la edificación de nuevos templos: “La construcción de estos templos tal vez no cambie su vida, pero su tiempo en el templo de seguro lo hará”. Luego dio una importante bendición a los santos de todo el mundo: “Con ese espíritu, los bendigo para que reconozcan aquellas cosas que deben dejar a un lado para que puedan pasar más tiempo en el templo”.
Recordar esta bendición me lleva a reflexionar en cuanto a mis esfuerzos por reconocer aquellas cosas que no son tan importantes en mi vida, que ocupan muchas de mis horas, pero que no dejan el beneficio que recibo por estar más tiempo en el templo, disfrutando de la paz que allí se siente, sirviendo y recibiendo inspiración de los cielos.
Al trabajar más activamente en mi historia familiar he podido conocer detalles de varios de mis familiares que ya fallecieron. He aprendido a amarlos y conocerlos; en un sentido especial, también a comprenderlos. Mi tatara-tatara abuelo era hijo de un inmigrante alemán que llegó a Brasil a principios de 1800. Algunos de sus descendientes prepararon un libro especial con un trabajo de alta calidad en lo documental y en lo histórico. En la primera página figura la fotografía de este antepasado. Cuando uno de mis hijos revisó el libro y vio esta foto exclamó: “Ahora sé por qué papá tiene esa cara tan particular!”. Risas aparte, fue una gran emoción saber que ese familiar, hoy goza de las bendiciones del templo, con todas las ordenanzas requeridas para volver a la presencia de nuestro Padre Celestial, junto a todos sus familiares.
Pensar en ello, me anima semana a semana a buscar aprovechar más la bendición dada por el profeta del Señor en estos tiempos, para descubrir como puedo optimizar mis tiempos y así estar más horas en la Casa del Señor.
“Los bendigo para que reconozcan aquellas cosas que deben dejar a un lado para que puedan pasar más tiempo en el templo”.
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