El arte del collage embellece nuestra vida
El arte del collage embellece la vida permitiendo combinar experiencias, ideas y sentimientos hasta lograr una armonía que nos satisface.
¿A quién no le gusta el helado? Soy una fanática, es mi debilidad. Haga frío, calor o llueva, no hay excusa para rechazar uno. No sé si en todas las ciudades sucede, pero en La Plata, en la provincia de Buenos Aires, Argentina, una o dos veces al año se celebra la “Noche de las Heladerías”. Esa noche se caracteriza por diferentes tipos de descuentos en las heladerías, siendo el más común el 2×1 en cuartos de helado. Debo confesar que soy una de las primeras en enterarme de eso, y obviamente, después me encontrarás en alguna de esas heladerías… ¡jaja!
Además de las noches de heladerías, existen las noches de los museos, en las cuales se abren las puertas gratuitamente para su visita. También hay noches o semanas de cine y en el Teatro Argentino los jueves se realizan eventos gratuitos de gran valor artístico, siendo un lugar ideal para compartir con amigos y conocidos. Existe una gran variedad de opciones para promover la cultura, incluyendo las noches de las librerías. El 11 de noviembre es el Día de la Librería, en el que se pueden comprar libros con descuentos y en el que los escritores interactúan con sus lectores o participan en charlas abiertas.
Un viernes por la noche, mientras veía una película romántica (me encantan), recibí una notificación en Instagram, interrumpiendo ese clímax, con una invitación inesperada. ¿Una invitación a dónde? Sí, ¡una invitación para participar como escritora en la Noche de las Librerías! La librería y editorial Gali Arte me invitaba a su local para compartir un tiempo con los visitantes y hablar sobre “Corriendo al Tiempo”, junto a otros escritores y lectores.
¡Estaba súper emocionada! Inmediatamente acepté la invitación y, sin darme cuenta, mi mente se llenó de ideas, abandonando la película que veía antes de recibir el mensaje. En cuestión de minutos, cientos de escenas se proyectaron en mi mente, recordando mis inicios como escritora, mis primeros borradores y el sueño de ver publicado “Corriendo al Tiempo”, algo que nunca imaginé ni planeé. Estas son las serendipias de la vida, que nos sorprenden de maneras que no podíamos imaginar.
La semana transcurrió como un parpadeo y de repente me encontré de camino a la librería Gali Arte, que estaba preparada para recibir al público. Había asientos en la vereda, un refrigerio para compartir y mesas con libros en cualquier espacio disponible. Una profesora de artes plásticas frente a una mesa con sillas alrededor nos ayudaba a salir un poco de la estructura cotidiana, haciendo un collage, recortando imágenes, frases o simplemente cosas que llamaran nuestra atención, y luego uniéndolas en un todo para darles un sentido propio.
El collage no consiste solamente en cortar lo que nos llame la atención con tijeras, sino también con la mano, dándole un toque propio y significativo, que se adapte a lo que uno quiere expresar. Me encontré frente a algo que pensé que sería más fácil de dominar, pero me generó un bloqueo; no sabía qué imagen seleccionar, cómo ubicarlas, combinarlas con textos o qué hacer para que quedara armonioso. ¡Qué arte es el collage! Aunque carezca de un sentido concreto, adquiere significado a medida que logramos una fluidez natural que nos satisface. Sin embargo, ¿Cómo percibirá el público ese arte, ya sea hermoso, feo o agradable, al observar esa obra?
Durante un congreso de psicología asistí a una charla que abordaba la relación entre el psicoanálisis y el arte. Se planteaba que no todo tiene un significado concreto, pero es inherente a nuestra naturaleza darle un sentido. Sin embargo, todos tenemos perspectivas distintas, lo que dificulta comprender algo de la misma manera que lo hace otra persona. Se hizo hincapié en que comprender el arte va más allá de teorías preestablecidas, ya que implica comprender la experiencia personal que motivó la creación de la obra, ya sea una pintura, dibujo, texto, canción u otra forma de expresión.
¿Te ha pasado de ser como un collage? A veces queremos ser cortados de manera meticulosa, para que todo sea prolijo y encaje en el cuadro general, en lugar de cortar imágenes al azar o combinarlas un poco. Queremos ser de aquellos que son cortados con tijera, con la misma gama de colores y en sintonía. Llegamos a un lugar e intentamos encajar con la multitud, preocupados por qué decir o hacer. Nos llenamos de interrogantes, en vez de permitirnos fluir de manera natural.
Esto me sucedió ese día en la librería, al momento de estar frente a otros escritores. Al principio surgieron sentimientos de dudas y nervios, pero cuando simplemente dejé que todo fluyera con naturalidad, comencé a disfrutar y a permitir que el día me llenara de sorpresas e inspiración. Esa tarde, conocí a varios escritores, traductores, poetas y novelistas, y también a lectores que intentaban aprender y conocer a los escritores.
Al dialogar sobre “Corriendo al Tiempo”, inicié interactuando con el público, haciéndoles preguntas: ¿Qué es el tiempo?, ¿Qué nos sucede mientras todo está transcurriendo?, ¿Somos conscientes de nuestro entorno? Fue una conversación muy enriquecedora, en la que charlamos sobre diferentes fragmentos del libro, incentivando a que al hacer cosas, no se limiten a estar físicamente presentes, sino también a disfrutar dando un cien por ciento de nosotros, en vez de solo un pequeño porcentaje; a no distraernos cuando necesitamos estar aquí y ahora, en cuerpo, mente, alma y corazón.
Una persona del público comentó que las experiencias que vivimos en el día a día, algunas más intensas que otras, son como pequeños marcadores de libros en nuestra vida para recordarlos y seguir adelante, usándolos como impulso. La vida en sí nos deja cicatrices que ni con una crema antiarrugas pueden borrarse, pero cicatrizan con el tiempo. Es cuestión de tiempo y necesitamos hacer cosas que nos ayuden a cerrar esa herida de forma que no se infecte. Y como todos tenemos una piel diferente, nuestras heridas cicatrizan en diferentes tiempos y formas. Es por eso que el tiempo es relativo para cada uno de nosotros, y no en el sentido literal de la palabra.
Esa tarde en la librería fue un momento diferente y gratificante, compartiendo y aprendiendo con personas distintas, pero dialogando sobre los temas que iban surgiendo. Fue una tarde que concluyó de manera similar a como inició este artículo: comiendo. Al terminar, unos amigos y yo fuimos a comer unas papas, mientras que otros optaron por un helado. Y con la misma rapidez con la que pasó esa semana, desde la invitación hasta mi debut en la Noche de las Librerías, pasó ese momento de charla imperdible, tanto que ni siquiera nos dimos cuenta de que las papas se acabaron, convirtiéndose en un simple pero rico recuerdo, lleno de historias para contar.
Mmm… ¡Esas papas estaban deliciosas! ¡Me faltó el helado!
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