¿Todavía soltera?
Como parte de nuestra condición humana tendemos a fijarnos más en lo que falta que en lo que se tiene y caemos en inapropiados interrogatorios
Cuando mi cuñada dio a luz por segunda vez y, siguiendo una tradición no escrita en la familia, una de mis hermanas pasó la primera noche cuidando a la madre y su pequeñita beba. Es la mejor ayuda que una puede encontrar y la más confiable para atender al recién llegado.
Por la mañana pasó la nurse para recordar los cuidados del bebé. Hablaba muy animadamente tanto con la mamá como con la tía hasta que le formuló la pregunta tan temida:
-Vos tenés hijos, ¿no?
-No, soy soltera.
-Ah… -musitó la nurse e inmediatamente cambió la dirección de las palabras dándole prácticamente la espalda a la tía más hábil en cuidado infantil.
¿Un caso más de discriminación? No, no creo. Es simplemente la idea de que la mujer soltera no cumple con “la medida de su creación”, que se quedó en “media naranja” y no está completa. Por ello se actúa como frente a alguien que vive una desgracia y… más vale dejemos las cosas como están.
Otras personas más atrevidas comienzan con un cuestionario que, por lo que pude comprobar, es común a todas las solteras:
“¿Por qué no te casaste? ¡Qué lástima!”
“¿TODAVÍA no te casaste? ¿Qué estás esperando? ¿No serás muy pretenciosa?”
“ “Pero vos… ¿buscás? Mirá que el hombre perfecto no existe, eh!
“¿Probaste el chat? Sé de la amiga de una amiga que encontró pareja y se fue a vivir a otro país. Nunca más supimos de ella pero estaba tan feliz!!”
“¿Fuiste al psicólogo para ver si no sos vos la culpable? También podrías ir a la peluquería, un cambio de look puede ayudarte.”
“¿Por qué no te mudás a otra ciudad?
“¿Conocés a Mengano? Todavía está soltero. ¿Por qué no le hablás? Humm. . . pero pensándolo bien, si a su edad no se casó, debe tener mil mañas y seguramente algo no está bien con él”- (y hacen ese comentario sin pensar que vos tampoco te casaste… por ende, ese comentario bien podría aplicarse a vos!!!!)
-¡Pobre!! Ya vas a encontrar “algo”.
Muchas veces no se ve más allá de una mujer sola. Como parte de nuestra condición humana tendemos a fijarnos más en lo que falta que en lo que se tiene. Si no te casaste: ¿por qué no lo hiciste? Si estás casada y no tenés hijos: ¡qué estás esperando! Si tenés un hijo varón: ¿cuándo vas a intentar tener una nena?
No es mal ejercicio aprender a observar a la mujer que pelea por superarse a sí misma buscando nuevos desafíos. Aprender a ver que ella es parte de una familia y que muchas veces su ejemplo y opinión pueden ser determinantes en la vida de sus padres, hermanos y sobrinos.
Pero también sucede que a veces ejercemos la autodiscriminación al no incluirnos en determinados eventos o no asumir con convicción nuestro estado de soltera.
Tengo una amiga de más de 40 años que ante la pregunta de “¿todavía no te casaste?”, responde con humor: “No ¿Y vos seguís con el mismo marido?”. La respuesta descomprime la situación y rápidamente se cambia de tema.
La mujer que acepta su condición de soltera puede ver la ventaja que esto significa en su relación con los demás. Tal vez le lleve trabajo asumirlo y demostrarlo, pero no es ‘algo’ que cuida niños en cualquier momento porque está sola y no tiene nada que hacer. Lejos de eso, va al cine con amigas casadas, hace gimnasia con las jóvenes, estudia, se perfecciona, tiene planes para su futuro. Pertenece a un grupo de amigos. Decide qué días pasará con sus sobrinos. Busca y ofrece ayuda. Trabaja y se esfuerza por estar mejor.
Conocí a la Señorita Haydeé, siendo ésta una mujer avanzada en edad, cuando yo estudiaba en la universidad. Desde joven había dedicado toda su energía a la educación oral del niño sordo. En una oportunidad en medio de una clase nos habló de la pasión y el amor que sentía por su profesión y compartió parte de su vida personal al decir: “Cuando asumí que no iba a casarme (con esta cara no iba a conseguir marido!!), dejé de lamentarme y preocuparme. Y por eso tuve la fuerza para aprender y dedicarme con el alma a trabajar en la educación del niño sordo. ¡Tuve tantas oportunidades de “ejercer” mi maternidad en esta escuela! Soy soltera, pero no amarga.”
Supongo que se debe lucir el rol de mujer sola que no está desesperada. No hay que dar nada por sentado. No debo cerrar las puertas antes de que se abran. Tal vez se encuentre el amor de mi vida el mes que viene o tal vez nunca pase… Pero mientras tanto hay que disfrutar este tiempo y crecer como persona. Si los demás no lo ven, brillemos con nuestra propia luz con buen ánimo. ¡Por algo hay que empezar!
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