El poder de la comunicación: Mucho más que palabras
La comunicación es mucho más que hablar y si nos esforzamos diariamente por mejorarla tendrá el poder de afectar positivamente nuestra vida.
Había una vez una palabra, hermosa a mi gusto, pero muy compleja. Una palabra que lleva a acciones positivas, cuando es empleada correctamente, porque puede sanar corazones, relaciones, vidas…Pero muy negativa cuando se utiliza para el engaño, la manipulación y la persuasión. Su utilización constituye uno de los procesos fundamentales de la experiencia humana. Esa palabra es: comunicación.
Definición de comunicación
Vayamos al diccionario y veamos qué significa comunicación. Según la Real Academia Española la comunicación es:
- Acción y efecto de comunicar o comunicarse.
- Trato, correspondencia entre dos o más personas.
La comunicación es un proceso por medio del cual un emisor y un receptor establecen una conexión a través de un mensaje que les permite intercambiar o compartir ideas e información.
Para qué necesitamos comunicarnos
La comunicación es básica para las relaciones humanas, porque es la base sobre la que se construye la confianza y ésta es fundamental para que se establezcan y se mantengan las buenas relaciones.
No voy a entrar en un análisis de qué es, cómo se realiza y qué resultados tiene la comunicación. Pero sí me gustaría analizar brevemente qué comunicamos, cómo lo hacemos y a quiénes.
Comunicamos siempre
Generalmente cuando escuchamos la palabra comunicar la relacionamos con palabras (verbales o escritas), y eso es correcto. Nos comunicamos por medio de nuestras palabras. Pero también lo hacemos por medio de los silencios, de los gestos, el volumen de nuestra voz, los movimientos del cuerpo, las acciones, las elecciones. Cada día y a toda hora estamos comunicando algo.
Errores en la comunicación
¿Alguna vez han pensado que la gente les malinterpreta? Yo sí lo he hecho. Muchas veces me di cuenta que la gente no me entendía o pensé que tergiversaban mis palabras diciendo algo que yo no había dicho. Luego en la quietud de mis pensamientos, rememoré la situación y me dí cuenta que en realidad yo:
- No había sido clara en mi mensaje.
- Mis palabras eran ambivalentes y podían tener más de un significado.
- Lo que decía o lo que intentaba decir, no coincidía con lo que mi cuerpo estaba transmitiendo.
La familia, un taller práctico para la comunicación
Me pasó mucho en la relación con mi esposo en mis primeros años de casada. Teníamos que aprender a conocernos y la comunicación era vital en ese momento. Ahora también lo es, pero los años (casi 30 de estar casados), la familiaridad, la comprensión y las vivencias, han logrado que la comunicación entre nosotros sea más clara y correcta, especialmente la comunicación no verbal. Una mirada, una sonrisa o un silencio muchas veces son más claros que una palabra.
Tiempo y deseo de comunicarnos
¿Pero cómo se llega a eso? ¿Simplemente por el tiempo juntos? No, para nada. El tiempo jugó un papel importante, sí. Pero el tiempo que ambos invertimos en analizarnos mutuamente y a nosotros mismos, en comprendernos, en cambiar aquellos aspectos que no funcionaban en nuestra comunicación. El tiempo que empleamos en pensar antes de hablar, en respetar los silencios del otro y el proceso que cada uno tenía para encontrar la calma.
Nuestra parte en la comunicación
Sin duda, es posible cambiar y mejorar nuestra forma de comunicarnos. Pero el primer paso está en nosotros mismos. Analicemos:
- ¿Cómo nos expresamos?
- ¿Qué palabras solemos utilizar?
- ¿Cómo es el tono de nuestra voz al comunicarnos?
- ¿Qué decimos con nuestro cuerpo?
Las palabras en la comunicación
Empecemos por las palabras. Como explicó el presidente Russel M. Nelson “en verdad importa el modo en que hablamos a los demás y de los demás en casa, en la capilla, en el trabajo y en línea. Hoy pido que interactuemos con los demás de una manera más elevada y santa. Por favor, escuchen con atención: ´Si hay algo virtuoso, o bello, o de buena reputación, o digno de alabanza´ que podamos decir de otra persona —ya sea directamente o a sus espaldas—, esa debe ser nuestra norma de comunicación.” (Russell M. Nelson, Conferencia general abril 2023. “Se necesitan pacificadores”)
Siempre debemos intentar utilizar palabras que eleven, edifiquen y que sean positivas. Si lo que debemos decir no es tan positivo, busquemos palabras que no lastimen ni hieran. Podemos aprender términos que cumplan con estas características y utilizarlos más regularmente.
Nuestro vocabulario en la comunicación
Aprendamos el significado de las palabras. Muchas veces no nos expresamos correctamente por desconocimiento. No tenemos palabras para transmitir lo que queremos decir, o no entendemos las palabras que otros utilizan para hablarnos y eso genera confusión, nerviosismo y duda.
Recuerden que el buscar conocimiento es un mandamiento (creo que lo he dicho en muchos artículos, pero siento que muchas veces lo olvidamos). El conocer palabras, sus significados y los usos apropiados de las mismas, es una forma de obtener conocimiento, y un conocimiento que nos ayudará a relacionarnos mejor con los demás por medio de una comunicación efectiva.
Una excelente forma de ampliar nuestro vocabulario es leyendo y buscando en el diccionario todas las palabras que no entendemos o aquellas de las que tenemos dudas. También, podríamos recurrir a los sinónimos y aprender otros términos para reemplazar aquellas palabras que no expresan tan acertadamente lo que queremos decir.
Nuestra forma de expresarnos
Una vez que ampliamos nuestro vocabulario y aprendemos el correcto uso de las palabras, debemos trabajar en el cómo. Cómo decimos las cosas, cómo hablamos, qué volumen y tono utilizamos, cómo usamos nuestro cuerpo. Esto también lleva trabajo porque tenemos que tratar de ser muy objetivos con nosotros mismos para poder cambiar, y la objetividad en uno mismo suele ser difícil. Podemos pedir ayuda, preguntar a nuestros seres queridos qué cosas creen que deberíamos cambiar en nuestra manera de comunicarnos. Eso puede ser un inicio para nuestro trabajo.
Clases de comunicación
Analicemos los tres principales tipos de comunicación:
Estilo agresivo: Interrumpir a otros. Hacer comentarios sarcásticos o burlarse de los demás. Usar un lenguaje fuerte o amenazador. No respetar los sentimientos o las perspectivas ajenas. Todos estas son características de esta forma de comunicación que, como seguramente todos sabemos, no es la correcta y mayormente genera enemistad, enojo e incluso puede llevar a la ira y a la violencia.
Estilo pasivo: No defender ni manifestar sus propias ideas. Dificultad para expresar con claridad opiniones y sentimientos. Se evitan conflictos, aceptando cualquier petición. No se mira a los ojos, con posturas distantes, como a la defensiva. Movimientos corporales nerviosos o inadecuados.
Estilo asertivo: Es una forma de comunicación que involucra un respeto propio y hacia los demás, donde se expresan libremente las opiniones y los sentimientos personales. Se utiliza contacto visual directo, postura erguida y natural con gestos firmes. Se habla en primera persona y se responde sin dudas ni ambigüedades.
Obviamente el estilo correcto y más sano de comunicación es el asertivo.
Todo influye en la comunicación
Vemos cuán importante es que aprendamos a comunicarnos eficazmente por medio de palabras correctas, pero también por medio de nuestros gestos y movimientos. Hay una frase muy conocida que dice: “un gesto vale más que mil palabras”. Y eso es muy cierto. Podemos estar hablando del amor, de la comprensión, de la empatía, etc., mientras en nuestro rostro mostramos un gesto de fastidio, de impaciencia, o mientras miramos la hora o el celular a cada rato.
- ¿Qué estamos comunicando en ese momento?
- ¿Qué quedará grabado en nuestro oyente al terminar nuestra conversación?
- ¿Sentirá que le amamos y qué intentamos comprenderlo?
Por supuesto que no. Recordará nuestras acciones más que las palabras y sentirá que estábamos ansiosos por irnos. Nuestros actos le habrán hecho saber que hay algo más importante que ellos para nosotros, que no nos interesa lo que les sucede y por lo tanto, que no le amamos ni que sentimos empatía alguna con ellos.
Fundamental en la comunicación
Por último, pensar en qué cosas queremos comunicar es fundamental. Hablar por hablar, hablar sin decir nada, o hablar para que se nos reconozca, son todas conversaciones vanas que no nos sirven ni a nosotros ni a los demás.
Tener temas de conversación interesantes y productivos, nos ayudará a disfrutar de charlas amenas y positivas. Al leer, al estar informados, al realizar tareas necesarias, podremos tener material para nuestras conversaciones.
Al meditar y aprender podremos enseñar y ministrar con mayor eficacia. Cuanto más nos esforcemos por amar a los demás, más lo mostraremos en nuestra comunicación. Esas acciones hablarán por sí mismas y comunicarán lo que queremos, lo que nos interesa y a lo que aspiramos. Y serán reforzadas luego por nuestras palabras.
Comunicarse requiere escuchar
Algo que no debemos olvidar, ya que es fundamental en la buena comunicación, tiene que ver con la escucha. Podemos ser muy eficientes comunicando lo que queremos decir (tanto con palabras, como con nuestro cuerpo), pero si no escuchamos al otro, la comunicación será unilateral. Prácticamente será un monólogo que no beneficiará a nadie.
Así como podemos esforzarnos por mejorar en nuestra manera de hablar y de comunicar, podemos aprender a escuchar mejor. Prestar atención a quien nos habla, buscar entender qué es lo que quiere decirnos. Si tenemos dudas podemos preguntar para estar seguros que entendimos lo que se nos comunicó. También podemos aprender a leer el lenguaje corporal y los silencios de nuestro interlocutor.
Todo este aprendizaje nos ayudará a que siempre podamos tener una comunicación más efectiva con quienes nos rodean. En una buena comunicación no importa quién hable más, quién tenga razón, ni quién diga la última palabra. Una buena comunicación implica respeto (tanto por lo que se dice, lo que se siente y lo que se piensa), disposición a escuchar y a entender al otro, y por sobre todas las cosas, implica un conocimiento certero de que no hablamos para convencer, sino para expresar.
Comunicación es más que hablar
Comunicación es una palabra mágica, amplia, con un significado poderoso. Cuando la asociamos con la eficacia, podemos mejorar nuestras relaciones. Podemos mejorar nuestro entorno, de trabajo, de estudio, en el barrio donde vivimos, en la iglesia y, especialmente, en nuestra familia.
Al concentrarnos en mejorar nuestra comunicación, podremos cultivar otros dones que tal vez no sabemos que tenemos. También, podremos sentir mayor gozo al transmitir lo que realmente sentimos y esperamos.
Una comunicación eficaz nos permite ser personas más sanas, porque cuando no nos expresamos, o lo hacemos de manera incorrecta, nuestro cuerpo se enferma y padecemos una vida llena de dolencias. Muchas problemas de salud mental y emocional tienen su raíz en la falta de comunicación. Cuando una persona nunca expresa sus sentimientos, ya sea porque no quiere, no puede o no se lo permiten, la mente se daña y el corazón sufre.
La comunicación sana
La comunicación es una herramienta fundamental para sacar de nuestro interior todo lo que nos daña o nos angustia. Por lo tanto, es importantísimo que busquemos formas de manifestar esos sentimientos. Tal vez no sea por medio de una conversación tradicional, pero podemos escribir, pintar, crear. Cualquier ejercicio que nos permita sacar eso que duele, será beneficioso para nuestra salud mental y emocional.
Aunque parezca una tarea difícil comenzar a mejorar nuestra comunicación, no es imposible. Comencemos desde dónde estamos y avancemos a nuestro ritmo, pero sin pausa hacia una comunicación eficaz y positiva para nuestra vida y la de quienes nos rodean.
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