La peligrosa tentación de posponer

Posponer puede transformarse en una tentación peligrosa cargada de riesgos ocultos que pueden afectar nuestras metas y progreso en la vida

“¡Fanny despertate… son las 6 de la mañana!” –entre vueltas solo toque una parte de la pantalla y giré. A los cinco minutos: “¡Levantateee zoquetaaa!” Nuevamente apreté en el mismo lugar, pero esta vez algo distinto sucedió. La alarma no volvió a sonar y, en consecuencia ¡me levanté tarde! El hecho de haber caído en la tentación de posponer, trajo consigo algunas consecuencias que hizo que mi día se retrasara. No obstante, ¡qué linda, cómoda y calentita estaba esa cama! Pero espera, no me juzgues… ¿Me vas a decir que nunca has pospuesto la alarma?

El costo de posponer puede ser alto
El costo de posponer puede ser alto

Voces familiares

Un pequeño pero significativo dato de color es que esos tonos de alarma con las frases de: “¡Fanny despertate… son las 6 de la mañana!” y “¡Levantateee zoquetaaa!” tienen un toque muy familiar. La primera es la voz de mi mamá y la segunda, de mi papá. Aunque ambos están vivos, vivir lejos hace que esos sonidos sean un lindo recuerdo de sus voces.

Es reconfortante poder escuchar sus voces al despertar, porque al encontrarme en otra ciudad por causas de mis estudios, ese sonido a la mañana es muy grato. No solo me recuerda cuánto los amo, sino que también refuerza el motivo por los cuales estoy acá. Me motiva  a levantarme cada vez que solo quiero quedarme en la cama y rendirme porque siento que no puedo más.

Consecuencias de posponer

Continuando con mi experiencia de posponer la alarma, resultó que aquel día era un día de semana, lo que retrasó todas las tareas que tenía programadas para la mañana. También mi decisión afectó a otra persona. Vivimos en un mundo regido por causa y efecto; ambos conceptos nos rodean constantemente. Eso me obligó a limitarme a realizar únicamente lo que estaba planeado para esa hora, o evaluar cuáles tenían prioridad y a las otras simplemente descartarlas para otro momento.

Razón de posponer

Ese hecho o decisión me llevó a pensar qué pasó que me levanté tan cansada, al punto de postergar la alarma. Había dormido las ocho horas acostumbradas, así que comencé a pensar en lo que pasó durante la noche. Me pregunté si me habría despertado varias veces, pero la respuesta fue negativa. Tampoco me había acostado tarde. Aunque sueño mucho, pesadillas no suelo tener. Ni me despierto.

Llegué a la conclusión que simplemente la pospuse, porque la cama estaba linda, cómoda y calentita. Me refugiaba de todo lo que tenía que hacer en ese largo día. No era que las tareas a realizar fueran negativas; era más bien que se trataba de un día cargado de responsabilidades que requerirían toda mi atención, dedicación y esfuerzo.

Analisis sobre los motivos de posponer
Analisis sobre los motivos de posponer

Posponer en la vida

La preocupación de entender qué me impulsó a postergar la alarma me llevó a una profunda reflexión, marcada por algunas preguntas que resonaron en mi mente durante todo el día: ¿Qué estoy postergando en mi vida? ¿Cuáles son mis lugares confortables, cómodos y calentitos que me hacen retrasar decisiones importantes? Y si soy consciente de las cosas que estoy dejando para más adelante, ¿cuál es la razón?

Muchas veces postergamos estudiar y rendir una materia que adeudamos de la escuela secundaria por aquellos temores abrumadores que intentan convencernos de que somos incapaces de aprobarla. En otras ocasiones, aplazamos la visita a ese amigo a quien sabemos que deberíamos ver, pero la idea del viaje nos desanima, o nos convencemos de que ese leal amigo siempre estará ahí. Diferimos esa caminata que tanto bien nos hacía porque, con la casa cálida, preferimos quedarnos viendo videos en el celular, pensando que siempre podemos salir mañana.

Retrasamos el encuentro con esa persona que queremos conocer por miedo al rechazo, olvidándonos de que, al no arriesgarnos, ya estamos perdiendo de antemano con el simple acto de no hacer nada.

Lugares de refugio

A menudo, nos refugiamos en lugares que consideramos nuestro refugio, como la cama lo fue para mí. Son espacios cómodos y cálidos donde sentimos que no corremos ningún riesgo. Estamos convencidos de que nada malo nos puede pasar, protegidos de todos aquellos miedos que nos persiguen por cualquier camino que andemos y nos provocan inseguridad. 

En la mayoría de los casos, nuestra familia es ese espacio donde nada perturba nuestra sensación de seguridad. Allí podemos ser nosotros mismos, expresar nuestros pensamientos, hacer lo que deseamos, entre otras cosas. Sin embargo, más allá de las puertas de nuestro hogar, existe un mundo lleno de oportunidades que exige ciertos sacrificios de nuestra parte.

Costos de posponer

Varias veces posponemos el perdón, el perdonar a alguien o simplemente el pedir perdón que tanto nos cuesta. Cambiar una conducta que es nociva no sólo para quienes nos rodean, sino también para nosotros mismos. Aplazamos el abordar aquellas inseguridades que sabemos cómo solucionar, pero nos intimida enfrentarlas. Demoramos una decisión debido al consejo de otra persona o, simplemente, una vez más, por miedo.

Evaluar prioridades

Es cierto que podemos llegar a postergar cosas por diferentes imprevistos, como, por ejemplo: un accidente, se rompe el auto, alguien requiere mi ayuda justo en el momento que estaba por hacer otra cosa. También hay postergaciones a largo plazo, y no solo del momento, como ser padres que requiere ajustar la vida diaria para poner las energías a poder criar ese hijo que viene en camino. Obvio que el ser padre es una decisión que se toma y que uno contempla esas cosas que tendrá que postergar. 

Posponemos algunas cosas por otras más importantes
Posponemos algunas cosas por otras más importantes

Pérdida de oportunidades

Por distintos motivos, algunos postergan cosas que no parecen muy importantes, pero lo son, como rendir materias pendientes, capacitarse para un trabajo o un emprendimiento. En algunos casos lo hacen por temores o inseguridades, en otros por comodidad o por otras distracciones que no aportan valor a sus vidas. Usualmente piensan que tienen tiempo o que conseguirán algún atajo. La realidad es que la vida avanza, las oportunidades llegan y no esperan a que hagamos lo que podríamos haber hecho antes.

Reflexión profunda

Todo esto nos lleva al análisis de dos preguntas cruciales:  

  • ¿Qué estoy posponiendo en mi vida?
  • ¿Por qué lo estoy posponiendo?

Y después de hablar tanto de postergar, ¡voy a dejar de posponer y levantarme de esta calentita y cómoda cama!

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