Reflexiones sobre el fin de año: tiempo de cambios y oportunidades.
Este es un tiempo para detenernos, reflexionar sobre lo que realmente importa y hacer cambios que aseguren el rumbo a nuestro potencial divino
A medida que nos acercamos al final del año, nos damos cuenta de lo que ha pasado y de lo que se avecina rápidamente, sin detenerse ni pedir permiso. La Navidad se acerca y otro año está llegando a su fin y usualmente en esta época todos nos volvemos un poco locos.
No disfrutamos plenamente, ya que estamos ocupados comprando regalos, haciendo listas para las comidas y recibiendo invitados. Si durante el año hemos estado en “modo automático”, imagínate ahora, cuando todos están apresurados en su propio mundo, asegurándose de no llegar tarde y de no olvidarse de nada.
Aun haciendo consciente lo inconsciente, nos resulta difícil comprender –aunque lo intentamos– lo rápido que van transcurriendo las horas, los días. A tan poco tiempo de un nuevo año, todavía estamos a tiempo de hacer la diferencia y obtener resultados que respondan a nuestros objetivos.
Pero para obtener resultados diferentes, necesitamos hacer cosas diferentes, salir de nuestra zona de confort y explorar nuevas oportunidades. Descubrimos que una de las cosas que más nos ayuda es estar al servicio de los demás, ya que al sacrificarnos por los demás, también nos ayudamos a nosotros mismos. El Señor nos bendice por haber ayudado a otra persona.
En las clases de la Iglesia, ya sea en los servicios dominicales, en el instituto, en las entrevistas o en las escrituras, se nos alienta a superarnos, a tomar medidas que nos dirijan a la excelencia. Nos motiva a salir de nuestra zona de confort para progresar y convertirnos en nuevos seres con un potencial divino que a veces nos cuesta imaginar, pero que sin duda mejora nuestro camino.
Cada día nos despertamos con una lista en mente de todo lo que necesitamos hacer y rápidamente nos damos cuenta de que hay muchas cosas que podemos delegar o que simplemente no tienen prioridad sobre otras. Sin embargo, por el simple hecho de que no requieren toda nuestra atención, les damos prioridad y llenamos nuestra agenda de pequeñas distracciones que consumen nuestro día.
A veces parece que nos inclinamos más hacia la larga lista de tareas por hacer en lugar de priorizar nuestra agenda con cosas específicas que nos ayuden a mejorar como personas. Una vez leí una pregunta que decía: “¿Qué dirías que eres sin mencionar las cosas que haces?”. Esa pregunta me hizo reflexionar, no solo a mí, sino también a varias personas a las que se la hice.
Muchas veces nos olvidamos de nuestro verdadero ser porque estamos demasiado ocupados con esa lista que solo nos llena el tiempo con trivialidades, olvidándonos de quiénes somos, de lo que podemos llegar a ser y de la transformación que podemos experimentar.
En este frenesí de fin de año, es importante recordar que el tiempo no espera por nosotros. Mientras todos nos apresuramos en nuestras tareas y preocupaciones, debemos detenernos y reflexionar sobre lo que realmente importa. No permitamos que la lista interminable de tareas nos distraiga de nuestro verdadero ser y potencial. Este nuevo año, hagamos una diferencia y prioricemos lo que realmente importa.
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