Vivir y amar los convenios

Nuestro Dios está con nosotros y no nos dejará caer; así pues, avancemos...”

Vivir y amar los convenios nos une al Señor de una manera profunda y nos prepara para enfrentar los desafíos de la vida con fe inquebrantable

Leer la epístola que Helamán envía a Moroni hablando de “su pequeña compañía de 2060 jóvenes” es conmovedor y disfruto de leerla y analizarla una y otra vez. Trato de visualizar las escenas e imaginar a estos jóvenes, tratando de entender su entorno. 

Alma 57:19-21
19 Pero he aquí, mi pequeña compañía de dos mil sesenta combatió desesperadamente; sí, se mantuvieron firmes ante los lamanitas e hicieron morir a cuantos se les oponían.
20 Y mientras que el resto de nuestro ejército se encontraba a punto de ceder ante los lamanitas, he aquí, estos dos mil sesenta permanecieron firmes e impávidos
21 Sí, y obedecieron y procuraron cumplir con exactitud toda orden; sí, y les fue hecho según su fe; y me acordé de las palabras que, según me dijeron, sus madres les habían enseñado. (Resaltado añadido)

Descripciones como “combatir desesperadamente”, “mantuvieron firmes e impávidos” y “obedecieron y procuraron cumplir con exactitud toda orden” en situaciones en las que guerreros justos y experimentados se encontraban casi vencidos, muestran los rasgos de carácter de este grupo y, en especial, uno distintivo: “su fe inquebrantable en que Dios los libraría”, que sus madres les habían enseñado.

Helamán había quedado conmovido por la actitud de “sus hijos” ante la urgente necesidad de tomar la decisión de avanzar o no hacia lo que sin duda sería un cruento combate contra los lamanitas:

Alma 56:44-47
44 por lo tanto, ¿qué decís, hijos míos? ¿Queréis ir a combatirlos?
45 Y te digo, mi amado hermano Moroni, que jamás había visto yo tan grande valor, no, ni aun entre todos los nefitas.
46 Pues como yo siempre los había llamado hijos míos (pues eran todos muy jóvenes), he aquí, me contestaron de esta manera: Padre, he aquí, nuestro Dios está con nosotros y no nos dejará caer; así pues, avancemos. No mataríamos a nuestros hermanos si nos dejasen en paz; por tanto, avancemos, no sea que derroten al ejército de Antipus.

Compromiso de sus padres

Sus padres, lamanitas que en el pasado habían hostigado y peleado con los nefitas, años atrás habían experimentado una conversión milagrosa gracias a la obra misional emprendida por Alma y los hijos de Mosíah. Tal era el arrepentimiento que habían hecho un convenio de no volver a derramar una gota de sangre y por ello habían enterrado sus armas (Alma 24:18).

Y uno podría pensar que el “dar sus vidas” por un convenio suena un poco exagerado. Sin embargo, así era como valoraban su convenio con Dios. De hecho, los lamanitas y amalekitas fueron a su encuentro con el fin de aniquilarlos:

Alma 24:21-22
21 Ahora bien, cuando los del pueblo vieron que venían contra ellos, salieron a encontrarlos, y se postraron hasta la tierra ante ellos y empezaron a invocar el nombre del Señor; y en esta actitud se hallaban cuando los lamanitas empezaron a caer sobre ellos y a matarlos con la espada.
22 Y así, sin encontrar resistencia alguna, mataron a mil y cinco de ellos; y sabemos que son benditos, porque han ido a morar con su Dios.

Eran guerreros, sabían pelear y usar las armas. Por instinto natural podrían haberse defendido de alguna manera. Sin embargo, el convenio realizado con Dios como muestra de su arrepentimiento y de su cambio de corazón era aún más importante que seguir viviendo.

Este nivel de compromiso también sorprendió a sus atacantes, que conmovidos al ver como sus antiguos hermanos se dejaban matar por no violar el convenio que habían hecho con Dios, también dejaron caer sus armas y se arrepintieron de lo que habían hecho (leer toda la historia en Alma 24:23-26).

Su actitud y ejemplo ante un convenio con Dios impactó en sus hermanos lamanitas y provocó más arrepentimiento, más conversiones y más convenios.

Los nefitas los recibieron como parte de su pueblo, les dieron como herencia la tierra de Jersón y pusieron sus ejércitos para protegerlos, porque sabían de la firmeza en cumplir el convenio que habían hecho con Dios de no volver a tocar un arma aunque eso les significara la muerte. 

Impacto profundo

Esto vieron los 2060 jóvenes en sus padres: arrepentimiento sincero, alto compromiso, fe inquebrantable y valor por un convenio. Preferían literalmente morir antes que quebrantarlo.

Cuando vieron que sus padres estaban a punto de ceder porque les parecía injusto no ayudar a los nefitas en los feroces ataques que recibían, sus hijos, que no estaban bajo ese pacto, decidieron ir a la guerra sin importar su juventud e inexperiencia. 

Entonces uno entiende mejor la admiración de Helamán por la valiente y firme respuesta de su pequeño ejército: “Avancemos”.

Alma 56:47 
47 Hasta entonces nunca habían combatido; no obstante, no temían la muerte, y estimaban más la libertad de sus padres que sus propias vidas; sí, sus madres les habían enseñado que si no dudaban, Dios los libraría.

Muchos guerreros justos murieron en esa guerra y tienen su galardón eterno. Pero lo asombroso fue que ni uno solo de los 2060 murió en la lucha. Helamán da su interpretación a Moroni:

Alma 57:26-27
26 Y lo atribuimos con justicia al milagroso poder de Dios, por motivo de su extraordinaria fe en lo que se les había enseñado a creer: que había un Dios justo, y que todo aquel que no dudara, sería preservado por su maravilloso poder.
27 Esta, pues, fue la fe de aquellos de que he hablado; son jóvenes, y sus mentes son firmes, y ponen su confianza en Dios continuamente.  (Resaltado añadido)

La historia comprendida en todos estos capítulos tiene muchas enseñanzas pero lo que más me llamó la atención fue el respeto de los padres de estos jóvenes por un convenio con Dios y cómo repercutió este ejemplo en sus hijos.

Senda de los convenios

El presidente Russell M. Nelson dijo:
“El recogimiento de Israel es la obra más importante que se está llevando a cabo hoy en la tierra. Un elemento crucial de este recogimiento es la preparación de un pueblo capaz, preparado y digno de recibir al Señor cuando Él regrese, un pueblo que ya haya elegido a Jesucristo por encima de este mundo caído, un pueblo que se regocije en su albedrío para vivir las leyes mayores y más santas de Jesucristo.

“Les hago un llamado, mis queridos hermanos y hermanas, para que lleguen a ser ese pueblo recto. Aprecien y honren sus convenios por encima de todos los demás compromisos. Conforme dejen que Dios prevalezca en su vida, les prometo mayor paz, confianza, gozo y, sí, descanso” (Russell M. Nelson, Conf. Gral. octubre 2022, “Vencer al mundo y hallar descanso”).

Al bautizarnos y ser confirmados miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días pasamos a pertenecer a ese pueblo que se esfuerza por ser capaz, preparado y digno de recibir al Señor. Los convenios son una ayuda importante para esa preparación y es a través de transitar la senda de los convenios que llegamos al templo, y hacemos más convenios, y además están los convenios personales que podemos hacer con Él. Somos un pueblo de convenios y elegimos a Jesucristo por encima de cualquier otro interés del mundo. Estamos llenos de promesas divinas con trascendencia eterna. Al entenderlo, amamos profundamente los convenios y nuestro compromiso será cada vez mayor.

Es a través de transitar la senda de los convenios que llegamos al templo
Es a través de transitar la senda de los convenios que llegamos al templo

Compromiso firme

Lo que tal vez podemos preguntarnos es

  • ¿Qué importancia le damos a los convenios que hacemos con el Señor?
  • Comparado con los 2000 jóvenes de Helamán, ¿Cómo es nuestra fe y confianza en el Señor?
  • ¿Nuestro compromiso es casual o definitivo?
  • ¿Qué ejemplo reciben nuestros hijos cuando hablamos de convenios?

El élder Dale G. Renlund, del Cuórum de los Doce, amplía el concepto: “Hacer un convenio con Dios es diferente de hacer una promesa a la ligera. Primero, se requiere la autoridad del sacerdocio. Segundo, una promesa débil no tendrá la fuerza conectora para elevarnos por encima de la atracción de la corriente natural. Solo hacemos el convenio cuando tenemos la intención de comprometernos a cumplirlo de un modo considerablemente excepcional” (Élder Dale G. Renlund, Conferencia General abril 2023, Cómo acceder al poder de Dios a través de los convenios”).

Los tiempos que vivimos son particularmente difíciles, con peligros distintos a los que vivía el pueblo del Señor en el Libro de Mormón, pero con los mismos dilemas: obedecer o no obedecer; dirigir nuestra vida según el precepto “comed, bebed y divertíos” o “Iré y haré lo que el Señor ha mandado…”.

“Dar la vida” no es necesariamente morir. Dar la vida también se refiere a una consagración de nuestro tiempo y nuestros anhelos, a poner en segundo lugar nuestros intereses profesionales, a dar de nuestro tiempo para prestar servicio en la obra del Señor. En general, dar la vida se refiere a aceptar todo lo que puede significar el poner a Jesucristo como centro de nuestras vidas. 

El Señor no espera que seamos perfectos hoy, pero si espera que seamos muy diligentes en nuestros esfuerzos por serlo. La Santa Cena nos brinda una oportunidad única cada semana para renovar los convenios que hemos hecho con Él. Leer las Escrituras diariamente nos ayuda a comprender los convenios realizados y nos fortalecen.

Amar los convenios

Asistir al templo con la mayor frecuencia que podamos nos empodera para enfrentar airosamente los complejos desafíos de la vida. También nos permite recordar los convenios realizados, comprender mejor sus promesas y nuestro potencial y a mayor luz, mayor comprensión (DyC 88:67-68).

El élder David A. Bednar dijo: “El vivir y amar los compromisos de los convenios crea una conexión con el Señor que es profundamente personal y espiritualmente poderosa. Al honrar las condiciones de las ordenanzas y los convenios sagrados, nos vamos acercando gradual y progresivamente a Él y experimentamos el impacto de Su divinidad y realidad viviente en nuestra vida.

“Francamente, no soy capaz de describir adecuadamente la naturaleza y el poder precisos de nuestra conexión por convenio con el Hijo de Dios resucitado y viviente; pero doy testimonio de que las conexiones con Él y con el Padre Celestial son reales, y son las fuentes supremas de seguridad, paz, gozo y fuerza espiritual que nos permiten “no temer, aunque el enemigo se burle”. (Élder David A. Bednar, Conferencia General 2022, “Pero no les hicimos caso”)

Los convenios nos llevan al templo y es allí el ambiente ideal para lograr y mejorar la “conexión con el Señor y con el Padre Celestial”.

Sentados en el salón celestial, meditemos sobre nuestra actitud y nuestra fe en relación a los convenios que hicimos. Aprendamos a amarlos y nuestra “conexión” con el Señor nos permitirá transitar la senda hacia la exaltación empezando a disfrutar de la sociabilidad que viviremos plenamente con Él.

También, con nuestro ejemplo, ayudamos a que nuestros hijos y nietos sean invencibles como esos 2060 jóvenes del ejército de Helamán. Amar los convenios es el mejor y más importante legado que podemos dejarles.

Los convenios nos llevan al templo y es allí el ambiente ideal para lograr y mejorar la “conexión con el Señor y con el Padre Celestial”.
Los convenios nos llevan al templo y es allí el ambiente ideal para lograr y mejorar la “conexión con el Señor y con el Padre Celestial”.

Rasgos de carácter

Vuelvo a las palabras del comienzo que marcaban una diferencia sobre otros guerreros justos:

  • Servir desesperadamente,
  • Firmes e impávidos ante el peligro,
  • Procurar obedecer con exactitud toda orden,
  • Fe inquebrantable en que Dios nos librará,
  • Fe excepcional.

Buscar estos rasgos de carácter nos hará partícipes directos de los milagros que caracterizan al pueblo de Dios y de las “las mayores manifestaciones del poder del Salvador que el mundo jamás haya visto. Entre ahora y el momento en que regrese “con poder y gran gloria”, Él concederá innumerables privilegios, bendiciones y milagros a los fieles” (Russell M. Nelson, Conf. Gral. octubre 2022, “Vencer al mundo y hallar descanso”).

Vivir y amar los compromisos de los convenios es fundamental para nuestra vida actual y futura. Nos unen al Señor de una manera profunda y personal, y nos capacitan para enfrentar los desafíos de la vida con fe inquebrantable. Al hacerlo, experimentamos el impacto de la divinidad en nuestra vida, encontrando seguridad, paz y gozo.

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