Los amigos influyen en nuestra manera de pensar, sentir y actuar y es crucial rodearnos de personas que valoren la importancia de la amistad
Nuestros caminos se cruzaron sin que hubiera una intención previa, pero poco a poco encontramos coincidencias que nos llevaron a unirnos, a pesar de nuestras diferencias culturales, familiares, pensamientos, principios, metas y religión, entre otros aspectos. Logramos ir más allá de lo que ven nuestros ojos, conectando con el corazón y la mente, construyendo vínculos a pesar de las discrepancias. Sin buscarlo exactamente, sentimos que alguna conexión especial se estaba gestando; éramos más que conocidos, casi amigos y comenzamos a entender la importancia de la amistad.
Forjando lazos significativos
Amigos, aquellos con quienes pasamos horas conversando sobre temas que no necesariamente llevan a ninguna parte, y aquellos que logran tocar lo más profundo de nuestro ser. De manera inconsciente, nos desnudamos mentalmente, sin temer al juicio del otro, dándoles el poder de actuar como deseen. Sin embargo, descartamos que valorarán aquello que tanto nos costó revelar, depositando nuestra confianza en ellos. A lo largo del tiempo y la sucesiva interacción, se van forjando lazos de respeto, confianza, amor, confidencialidad, lugares y momentos compartidos, fortaleciéndose con cada día y cada experiencia vivida. En forma natural se van escribiendo los valores que harán que la relación perdure en el tiempo.
Reflexiones sobre la importancia de la amistad
Así como una amistad puede fortalecerse, también puede debilitarse, especialmente cuando nos encontramos en situaciones adversas y nunca imaginamos que la otra persona reaccionaría de esa manera. Lo mismo puede suceder de nuestro lado y que los que sorprendamos seamos nosotros. A menudo creemos conocer a nuestros amigos cuando, en realidad, el conocimiento mutuo es un proceso continuo que nos permite descubrirnos día tras día.
A veces tendemos a idealizar a esos amigos, esperando que actúen de cierta manera, para luego sorprendernos al descubrir que siempre fueron así. Fue nuestra idealización la que nos impidió ver más allá de lo que nuestro interior nos advertía.
El proceso de conocerse puede tener algún momento de tensión. Pero en la medida que no se quiebren los valores de la relación, todo servirá para fortalecer la amistad.
La construcción de la amistad
Al reflexionar sobre las amistades que han pasado por nuestra vida, recordé un cuento que escuché hace tiempo. Comparaba la construcción de una amistad con la construcción de un puente. Al igual que un puente debe construirse desde ambos lados para evitar su derrumbe durante la construcción, las amistades también requieren que ambas partes trabajen en conjunto, mostrando una iniciativa clara para que esa relación pueda crecer.
Tenemos que darle a la amistad la importancia que tiene y darle un cuidado delicado. Es preciso que ambas partes estén dispuestas a dar y a recibir desinteresadamente.
El valor de la amistad genuina
La amistad es algo que no se finge y sería un error intentar forzarla. La relación fluye de forma natural. Casi sin darnos cuenta se convierte en un refugio, un lugar donde podemos olvidarnos por un momento de nuestros problemas, hablar, reírnos y darnos cuenta de todo lo lindo que se puede vivir. Los amigos, en ciertas situaciones, se convierten en una extensión de nuestra familia, brindándonos la certeza de que siempre podemos contar con ellos.
Las buenas amistades son importantes para nuestra salud emocional, ya que al reírnos liberamos endorfinas, lo que nos ayuda a aliviar el estrés. Los amigos nos hacen sentir que pertenecemos a un lugar y nos dan apoyo en los momentos difíciles. Lo mismo brindamos nosotros de nuestro lado.
Una amistad es valiosa y requiere cuidado; estamos construyendo relaciones con proyección eterna.
“Y la misma sociabilidad que existe entre nosotros aquí, existirá entre nosotros allá; pero la acompañará una gloria eterna que ahora no conocemos” (Doctrina y Convenios 130:2).
La diversidad de amistades
Solemos tener muchas personas con las que compartimos nuestro tiempo y nuestras actividades. Luego de compartir con algunas sentimos que hemos disfrutado, pero también que hemos crecido por la interacción. En otros casos, sentimos el desgaste del esfuerzo permanente de despegarnos del mundo al que nos llevan los temas, el vocabulario y/o las actividades. También puede suceder que el grupo nos convenza de cruzar barreras que nos degradarán y dañarán espiritualmente.
Podemos tener buen trato con todos pero es sabio asociarnos más profundamente con aquellos que, como nosotros, se esfuerzan por disfrutar de la vida, pero a la vez, elevarse y progresar.
Amistad que admiro
Una de las amistades que admiro y me sigue sorprendiendo hasta el día de hoy, es la de Jesús con Lázaro (Juan 11). Los dos estaban en sus labores cotidianas, y tal vez no se veían todos los días. Sin embargo, su amistad iba más allá de verse todos los días.
“Y amaba Jesús a Marta, y a su hermana y a Lázaro” (Juan 11:5).
Existía una amistad genuina, que es aquella que junta diversos valores: lealtad, respeto, confianza mutua, gratitud, tolerancia y ante todo, desinterés. Cuando le avisan a Jesús que Lázaro había muerto, su primera reacción fue llorar, y los comentarios de los judíos fueron:
“Y lloró Jesús.
“dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba” (Juan 11:35-36).
Más adelante, Jesús resaltó el valor de la amistad y explicó qué clase de amigo es Él:
“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.
“Vosotros sois mis amigos si hacéis las cosas que yo os mando.
“Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre os las he dado a conocer” (Juan 15: 13-15).
Muchas de las veces, un amigo llega a ser aún más que un hermano. La importancia de la amistad es tal que va más allá de esta etapa terrenal.
El reflejo de nuestras amistades
Elegir buenos amigos es fundamental para nuestro bienestar emocional y desarrollo personal. Los amigos influyen en nuestra manera de pensar, sentir y actuar. Por lo tanto, es crucial rodearnos de personas que nos inspiren, motiven y nos impulsen a ser mejores. Los buenos amigos nos animan a alcanzar nuestras metas, nos brindan apoyo incondicional y nos ayudan a superar los momentos difíciles. Al elegir buenos amigos, creamos un ambiente positivo y saludable que contribuye a nuestro crecimiento personal. Por ello, es importante ser selectivo en nuestras amistades y asegurarnos de rodearnos de personas que nos aporten alegría, confianza y compañía sincera.
Nutrir y cuidar la amistad
Es fundamental cuidar las relaciones con nuestros amigos y ser un buen amigo. Los amigos son un apoyo incondicional en los momentos difíciles, nos brindan compañía, comprensión y alegría en nuestras vidas. Mantener una buena relación con ellos implica escuchar, apoyar, compartir y estar presente en sus vidas. Ser un buen amigo significa ser leal, sincero, empático y estar dispuesto a brindar ayuda cuando sea necesario.
Las amistades son un tesoro que debemos valorar y cultivar, ya que nos enriquecen emocionalmente y nos ayudan a crecer como personas. Podemos analizar y ver varias amistades de nuestra vida cotidiana y de las escrituras y aprender de ellas. Algo que también importa, y mucho, es qué clase de amigo estamos siendo para los demás. La importancia que le demos a la amistad muchas veces nos impulsará a pulir rasgos de nuestro carácter. No hay que dudar en hacer cambios para eliminar interferencias en la relación.
Llegando al final de este artículo en el que destaco la importancia de la amistad, te invito a que también te tomes un tiempo para estar con ese amigo o amiga que hace mucho que no ves. Tal vez puedan hacerse un lugarcito en sus agendas para encontrarse y revivir lindos recuerdos. Es sabio nutrir la relación, mientras comparten un momento agradable juntos y, por qué no, ¡algo rico!
¡Hasta la próxima, querido amigo!
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